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Renault Fluence Z.E: traje de paisano

Una gran parte de los nuevos vehículos eléctricos han sido diseñados bajo patrones estéticos que llaman la atención, una línea de la que se desmarca el Renault Fluence Z.E, una berlina tradicional cien por cien eléctrica con traje de paisano, sin recargas estéticas que le hagan diferente de sus cong

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  • Esta versión es 13 centímetros más larga para alojar el paquete de baterías. -

Una gran parte de los nuevos vehículos eléctricos han sido diseñados bajo patrones estéticos que llaman la atención, una línea de la que se desmarca el Renault Fluence Z.E, una berlina tradicional cien por cien eléctrica con traje de paisano, sin recargas estéticas que le hagan diferente de sus congéneres.
El atractivo de este eléctrico es que la propulsión eléctrica ha sido embarcada en una berlina de tres cuerpos que forma una completa gama de versiones equipadas con motores de combustión diesel y gasolina, por lo que la variante de cero emisiones pasa desapercibida entre los automóviles de la era de los hidrocarburos.
Descubrir el Fluence Z.E. (Zero Emissions) impone un ejercicio de mayor atención. Para distinguirle de sus hermanos térmicos, la marca le ha colocado discretamente algunos elementos distintivos y ha utilizado los tonos azules en algunos de los remates, los faros, cerco de las luces antiniebla, logos delanteros y traseros, rejilla de calandra y logotipo del modelo.
Las luces traseras son distintas, diseñadas con una trama de rombos azulados y la calandra es distinta de la de las versiones normales, más abierta.
La arquitectura corporal también cambia algo, porque la berlina es 13 centímetros más larga, hasta llegar a los 4,75 metros, con el fin de alojar el paquete de baterías en la zona trasera y evitar una reducción extrema del espacio para los pasajeros y del maletero, aunque éste mengua significativamente, ya que de los 530 litros de los Fluence normales se pasa en éste a 317 litros.
El incremento de longitud ha llevado también a un retoque general de la silueta para armonizar hasta el tercer volumen el incremento de tamaño, pero resulta imperceptible si no está al lado de un Fluence convencional.
Otras diferencias son las molduras del color de la carrocería, de serie en el acabado Dynamique y las dos trampillas de recarga situadas en las aletas delanteras.
La puerta del maletero luce una banda cromada realzada con un monograma Fluence Z.E. de tonos azulados. Por último, la parte inferior del paragolpes trasero está dotada de un difusor negro que mejora la resistencia aerodinámica.
Un detalle más. Las llantas son específicas y han sido diseñadas para reducir las turbulencias aerodinámicas.
La mayor longitud y los distintos pesos de los elementos de la propulsión eléctricos, muy diferentes a los de un equipo térmico, lleva a un nuevo reparto de las masas, de forma que bajo estas exigencias el Fluence ha sido rediseñado por completo.
Por ejemplo, el motor eléctrico es más ligero que el más ligero de los motores térmicos disponibles en el Fluence, ya que son 160 kilogramos frente a los 200 de una planta diesel básico, y por ello, el tren delantero ha sido equipado con una suspensión de reducida rigidez. La batería, en cambio, añade un peso de 280 kilos y esta es la razón de haber sido ubicada entre los asientes traseros y el maletero, a la altura del tren rodante, para no alterar el comportamiento dinámico.
Otro cambio respecto a un Fluence convencional es la utilización de neumáticos de baja resistencia (EfficientGrip) especialmente desarrollados por Goodyear que facilitan un menor consumo de energía.
De regreso a la arquitectura del coche, en el interior apenas se aprecian diferencias sobre el resto de la gama, salvo los sistemas de información para el conductor, como el ordenador de a bordo, que integra la información de conducción eléctrica, consumo instantáneo y medio, autonomía, carga o descarga de la batería.
Una última diferencia, el Fluence eléctrico cuenta con un testigo luminoso con la palabra GO que cuando está encendido indican que el coche está listo para recibir la primera orden de aceleración.
Con el Fluence se pueden llegar a rozar los 200 kilómetros de autonomía en las condiciones más favorables, mientras un uso descuidado puede reducir el rango a 80 kilómetros, como mucho.
La puesta en marcha del Fluence es similar a la de un vehículo convencional, aunque al giro de la llave sólo le sigue un pitido y el encendido del indicador GO. Después, silencio.
En la aceleración el coche no desfallece, sube el ritmo con agilidad y sin las fatigas de un motor térmico gestionado por una transmisión al uso. En este caso la transmisión es de una única velocidad.
La desenvoltura en curva es confortable, sin excesos movimientos de la carrocería. Puede decirse que es un coche tranquilo de maneras que invita a conducir suavemente para no poner en riesgo la autonomía de funcionamiento.
Su escenario más confortable es el urbano, en el que muestra su faceta más eficiente. Cierto es que el tamaño no favorece en las estrecheces de las ciudades, pero recompensa con otras cualidades, como el silencio y el consumo.
Suavidad de marcha y de movimientos, confort acústico, mejores olores y sobre todo, cero emisiones, constituyen un cóctel que todo el mundo debería probar para comprobar que el vehículo eléctrico empieza a colocarse en el mercado como una solución que no se adapta a todo, es cierto, pero que contribuirá a mejorar la calidad del aire y acústica de las ciudades.

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