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El isleño Manuel Domínguez logra el premio 'Tiflos' de Literaruta que convoca la ONCE

En la categoría de autores con discapacidad visual con la novela titulada 'Reales de a ocho'

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  • Manuel Domínguez. -

El escritor Manuel Domínguez (San Fernando, 1968) ha obtenido el premio Tiflos de Literatura que convoca la ONCE en la categoría de autores con discapacidad visual de novela con su obra Reales de a ocho, un texto que reivindica el papel histórico de San Fernando, su ciudad natal, y de Chiclana de la Frontera, donde trabaja como vendedor de la ONCE, frente al protagonismo absoluto de Cádiz en la España de la Guerra de la Independencia.

“Es una novela histórica de aventuras desarrollada en la España de la Guerra de la Independencia, centrada en un personaje cautivador, muy entretenida y muy bien escrita”, sostiene el académico de la RAE y flamante Premio Cervantes 2023, Luis Mateo Díez, miembro del jurado, que destaca la “altísima calidad literaria” de la novela.

Manuel Domínguez comenzó a leer de pequeño mientras sus amigos preferían la pelota. Luego empezó a escribir, poemas, sobre todo, muchos de ellos cursis porque a esa edad temprana escribir del amor resultaba inevitablemente pretencioso. Ser diferente de pequeño le hizo ser objeto de chufla entre los suyos más de lo que hubiera querido y por eso no pregonaba mucho que fuera un adolescente con hambre de poesía.

La chispa la prendió su profesora María Jesús Guerrero en el Colegio Servando Camuñez de San Fernando donde cursó la EGB. Y esa vena literaria le ha acompañado a lo largo de toda su vida. Ni los problemas de visión han mermado su creatividad, por muchas barreras que le han ido poniendo en el camino.

Domínguez se afilió a la ONCE en 1997 por las consecuencias de la atrofia de su nervio óptico que le hizo perder toda capacidad de enfoque. “Cuanto más miro una cosa menos la veo”, resume gráficamente. De hecho, para escribir recurre siempre a la lupa por muy grande que sea la pantalla con la que trabaja porque si aumenta la imagen la sigue viendo turbia, sin nitidez. Y de tanto sujetar la lupa -El tío de la lupa, le conocen en las bibliotecas a las que va-, tiene hasta lesiones de tenista”. Su trabajo creativo resulta, por tanto, entre artesanal y medieval. Pero esa limitación no le ha impedido entregarse en cuerpo y alma durante casi un año a investigar, descubrir y narrar una de las páginas más desconocidas de la historia de Cádiz.

Reales de a ocho arranca dos o tres días después de que el Duque de Alburquerque entrara en 1810 por el puente Suazo que da acceso a San Fernando con lo que quedaba entonces del ejército de Extremadura (que era como decir el ejército español). A partir de ese momento el autor desencadena toda una serie de peripecias del protagonista Mateo Nogueira, un buscavidas que se mueve por toda la provincia de Cádiz evitando ser reclutado por las milicias para enfrentarse a los franceses. “No es un héroe, es más bien un sinvergüenza honrado”, cuenta su creador.

“Quise hacer una reflexión sobre el papel de San Fernando porque todo el mundo habla de Cádiz, de La Pepa, y de la Constitución de 1812, y parece que Cádiz se llevó toda la trama gorda de la Guerra de la Independencia, cuando es incierto porque en Cádiz entonces se vivía estupendamente. Había teatros, librerías abiertas, periódicos, actividades lúdicas, tertulias en la calle, alimentos, animales exóticos, abalorios, mientras que San Fernando sufría la guerra”, explica con enorme entusiasmo. También centra su foco Domínguez en la vecina Chiclana. “Allí quedaron mujeres, inválidos y niños con la orden de tener las puertas abiertas para que las tropas francesas pudieran alojarse allí en sus casas”, comenta. “Y se me remueve el estómago de comprobar que mi gente pasó esa penalidad”.

Para saldar ese resquemor, Manuel Domínguez se adentra en un relato cargado de anécdotas y personajes reales, de historias que ha querido desvelar, después de ocho meses de un trabajo de documentación de laboratorio, que ha sido revisado por historiadores gaditanos. “Quiero que el lector se impregne de la esencia de aquella época”, sostiene.

Reales de a ocho era la moneda más habitual con la que se comercializaba entonces y en cada ciudad importante había una casa de la moneda que acuñaba la moneda con el escudo de España por un lado, igual en todos los sitios, y la otra con el rostro impreso del personaje más importante de la zona. De ahí el título.

El novelista sabe bien lo que es ganar un premio literario. Ganó el I Concurso de Relatos de Ciencia Ficción de Arcos de la Frontera, el primer premio de Relatos Cortos de la ONCE en Andalucía en los años 2002, 2004, 2006 y 2008. Ha sido finalista en la XXIII Premio de Poesía Luz de Tarifa, segundo premio Ateneo de San Juan de Aznalfarache; primer premio de relatos Isabel Ovin de Carmona y; finalista en el I Concurso de relatos organizado por la Editorial Luna Literaria y del concurso Sueños organizado por la Editorial Letras con arte. En 2017 obtuvo el primer premio de relatos Asociación Cultural Salinas de Chiclana de la Frontera y el Premio Tiflos de Cuento por su obra Se buscan lectores en buen estado.

"Me ha enriquecido como persona"

Pero este premio le alegra especialmente. “Para mí es importantísimo porque esta novela me ha enriquecido como persona y como escritor -afirma orgulloso-. Tener el premio de un jurado crítico imparcial, que no es de Cádiz, que diga que este trabajo merece la pena es un espaldarazo al trabajo de mucho tiempo”.

Manuel Domínguez es vendedor de la ONCE desde 1997, y salvo dos años que vendió en Los Barrios, siempre ha vendido a las puertas del Mercado de Abastos, junto al Museo del Vino, en pleno centro de Chiclana de la Frontera.

El premio está dotado con 5.000 euros. La gala de entrega de los premios tendrá lugar el próximo 30 de mayo en Madrid.

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