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Lo que queda del día

El virus del desahorro

Si Jerez no cumple esta vez, no hay quien nos libre de la multa. Al parecer, hay quien sigue empeñado en que podamos llegar a ese día

El año pasado hacía cola en la caja de una sucursal bancaria de la Avenida Voltaire cuando alguien entró dando la voz de alarma: la policía está multando los coches aparcados en doble fila. Un chico pidió que le guardaran el sitio y salió corriendo. Evitó que avisaran a la grúa, pero de los más de 100 euros de multa no se libró. Cualquiera que circule a diario por esa calle habrá comprobado que es habitual encontrar coches estacionados en segunda fila, y hasta habrá coincidido en alguna ocasión con el vehículo con cámara de tráfico que saca instantáneas de cada matrícula infractora.

La imagen -la de los coches mal aparcados- se repite a diario, y sin embargo Jerez está próxima a que le entreguen un premio o la distingan por la excelencia de sus conductores. No sé si existe el galardón, pero el número de multas que ha puesto la Policía Local en lo que va de año es la mitad que en 2015.

Cualquiera que conozca la realidad sabrá que ésa es la explicación más ingenua y rocambolesca que se le puede dar al dato objetivo. Para estos casos, nada como recurrir al filósofo británico William Ockham, quien ya en el siglo XIV sostenía que “en igualdad de condiciones, la explicación más sencilla suele ser la más probable”. Y lo más probable es que si hay menos multas no es porque a los conductores les haya dado un ataque repentino y colectivo de remordimiento y hayan empezado a cumplir escrupulosamente el código de circulación, sino porque alguien ha dejado de multarles. Para entender la motivación que lleva a semejante conclusión pueden aplicar de nuevo el mismo principio expresado por Ockham y hallarán pronta respuesta.

Habrá quien se alegre del dato, sobre todo si se ha librado de alguna multa o de ponerla, aunque viene a ser lo mismo que el que se ha alegrado porque Obama no visitará Sevilla. En este caso, Sevilla y Andalucía se han quedado sin un escaparate promocional internacional de primer nivel; en el de Jerez, la ciudad va a dejar de ingresar un dinero que terminará repercutiendo en la prestación de servicios al ciudadano y en el músculo de las arcas municipales, que es como si quitaras a un enfermo la dosis diaria de paracetamol. Los dolores de cabeza no tardarán en llegar y, en modo contagio, causados por el virus del desahorro.

Acostúmbrense a la palabra, que parece más bien un trabalenguas, pero también un contrasentido, porque se va a hacer presente en el lenguaje coloquial a partir de ahora, en especial para explicar las consecuencias del plan de ajuste. De hecho, ingresar la mitad de lo previsto por multas de tráfico va a suponer de por sí un desahorro, puesto que no había estimaciones que contemplaran el agujero por el que se han marchado los miles de euros que deben ayudar a sostener el equilibrio presupuestario. O lo que es lo mismo, ese dinero habrá que buscarlo en otro sitio. De todas formas, no se preocupen. El plan de ajuste es un documento “vivo”, aunque se descarta que tenga emociones, y podrá ser modificado y alterado ante posibles “desvíos o incumplimientos de los objetivos”: cualquiera diría que le están escribiendo el discurso al PP para dentro de dos años, de la misma manera que el PP se lo escribió al PSOE cuando se comprometió a cumplir con su propio plan de ajuste.

Lo de las multas, en cualquier caso, podrá servir de experimento, además de como arma arrojadiza en mitad de la negociación sindical, ya que ocurrirá lo mismo en el momento en el que el Ayuntamiento pueda admitir a los afectados por el ERE que soliciten el regreso a su puesto de trabajo con el sello del TSJA. Cuando llegue ese día “habrá que absorber los desahorros que se puedan producir a través de la ejecución presupuestaria de ejercicios posteriores”. Lo ha dicho esta semana el delegado de Economía, Santiago Galván, para asegurar que está todo controlado. Es decir, habrá que buscar el dinero que hace falta para incrementar el capítulo de personal que ahora mismo no está previsto. Una indulgencia que el Ministerio de Hacienda, conocido por su falta de emociones y afectos, parece haber tenido en cuenta. Será que da por hecho que si Jerez no cumple esta vez, no hay quien nos libre de la multa, y mucho menos la Policía local. Al parecer, hay quien, con sus medidas de presión, sigue empeñado en que podamos llegar a ese día.

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