Así lo dictaminó el jurado popular de la Audiencia Provincial de Sankt Polten, al oeste de Viena, al considerarlo responsable de la muerte, en 1996, de uno de los siete niños que procreó con su hija.
El jurado, formado por tres hombres y cinco mujeres, consideró probados también los cargos de esclavitud, violación, coacción grave, privación de libertad e incesto que igualmente se le imputaban.
Ese veredicto fue acompañado de una pena de cadena perpetua, que el acusado cumplirá inicialmente en una institución para criminales con desarreglos mentales.
Fritzl será sometido a terapia y evaluado periódicamente. En el caso de que se considere que ha superado su patología, el condenado sería enviado a una prisión para seguir cumpliendo su condena.
Durante el juicio, una psiquiatra estableció que, pese a su desajuste de personalidad, fue completamente consciente de sus actos y podía ser juzgado por ellos.
El sistema judicial austríaco contempla la teórica posibilidad de que fuera liberado, pero sólo tras un mínimo de 15 años en prisión y si así lo determina un tribunal de tres jueces.
La decisión del tribunal es firme, después de que Fritzl asegurara comprender la condena, aceptarla y renunciar a recurrirla.
"La acepto", respondió Fritzl a la jueza cuando le recordó su derecho a apelar la sentencia en un plazo de tres días.
La Audiencia de Sankt Pölten confirmó que una vez que tanto Fiscalía como el acusado han renunciado al recurso, no hay posibilidad de apelación.
Fritzl, que pasará el resto de su vida internado, escuchó en calma y sin manifestar ninguna emoción perceptible.
El ya condenado apenas hizo movimiento alguno de cabeza mientras la portavoz del jurado iba contestando afirmativamente una a una las ocho preguntas sobre el pliego de cargos basado esencialmente en el testimonio acusatorio de su hija Elisabeth.