La Final tomó todo el sentido del Concurso, brillando como nunca. La expectación y el nivel de las agrupaciones colmaron las perspectivas y rallaron a la altura en un ambiente memorable, en un Muñoz Seca abarrotado. De principio a fin, el buen sabor de boca se mantuvo hasta el final.
En comparsas, el primer premio ha sido para Al mal tiempo buena cara; segundo para El Rey Burlón y tercer premio para Los Gitanos, con Juanito el papelera.
En chirigotas, el primer premio lo ha conseguido la chirigota del Lupo con Los de gris; segundo Los Messenger Z y tercero para Los especialistas.
En coro, volvió a ganar Luis Rivero con Khumbayá; segundo para Cai milenaria y tercer premio para El coro de Julio.
El Coro de Julio
El coro de La Viña dio la vuelta al mundo, eligiendo Cádiz para repasar uno a uno todos los libros de Julio Verne. Repaso de las innumerables aventuras y a golpe de tanguillo, dan rienda suelta a todos los personajes. 35 años de historia en la que repasan todos los autores que han escrito a es estos coristas. Una novela por febrero con aires de nostalgia.
Los de Gris
Al grito de campeones, campeones se meten al público desde el principio. Qué dulzura y qué forma tan sencilla para cantar y hacerlo precioso. Clasicismo del 3x4 más viñero, que va colocando cada palabra con una música magistral, añeja y de carnavales antiguos. Éste musical más tonalidades no puede tener, apunta alto. Toda una clase de cómo se hace carnaval sin perder esa pureza.. El hilo musical más magistral.
Juanito el papelera
Fuerza y garra en Los Gitanos. Nadie como ellos para saber moverse sobre las tablas. Barrenderos con toques carnavaleros. Primer pasodoble a los juguetes encontrado en la basura y que hacen de algún modo de Reyes Magos, encontrando la ilusión de los más pequeños. Las penurias, en el segundo, ante las dificultades en el día a día. cuplés acomparsados, excusa perfecta para llegar hasta el estribillo.
Cai Milenaria
Oda gaditana a estos gaditanos que callejean calle a calle. Buena representación a base de tanguillos, cantándole a los políticos corruptos y asesinos de animales, en alusión del rey, y pena de los que lucharon por una Democracia embargada. Estilo y calidad, ofreciendo buena muestra de los tres mil años
Los Especialistas
Médicos que pasan consulta y que curan cantando. Maldiciendo al asesino de los niños de Córdoba. Letra sensiblera. buenas voces, gran conjunto, quizá por encima del repertorio.
El Rey Burlón
Juan Fernández muestra su reinado y con aires principescos, le canta al amor. Las lágrimas derramadas con el mal de amores, busca la luz del día, para hallar una nueva ilusión en el olvido. Continúa enamorando con sus letras, ésta ocasión su destinatario a las amistades que defraudan. Sus hermanos son los que parió su madre. Levantan a un patio butacas ensimismado. Pase completo. Una delicia para los oídos.
Khumbayá
Sigue siendo un referente en los nuevos aires que llegan, rompiendo con ese clasicismo tradicional. Estos coristas toman el protagonismo en su repertorio y puesta en escena, con un colorido y con una musicalidad alegre y animosa, que saca la mejor versión de Luis Rivero. En un tipo llevado al máximo y por buscar un pero, se echa en falta letras con temática gaditana. El grupo se ajusta como un guante a la corografía y van más allá en una interpretación que roza el musical. Nuevos tiempos y gritos de campeones despiden al coro.
Los Messenger Z
Clasicismo y veteranía a raudales se dan la mano con unos frikis de las nuevas tecnologías. Excelentes pasodobles a cual mas críticos. El primero, directo a la mandíbula a Canal Sur en su opinión de favorecer a las agrupaciones amigas. El segundo, a Pedro Romero para que la ayuda llegue en vida y no haya que esperar hacerle un monumento en el Falla. Una delicia oír y disfrutar del compás más viñero en estado puro. Larga vida a la sencilla pureza.
Al mal tiempo buena cara
Para acabar, el postivismo cierra la Final con las voces de Los Majaras. Teatro expectante y repleto absorbido en cada copla. La huelga de hambre de Bolinaga refuerza la pasión. El sentimiento y la impotencia del abuelo ante la sentencia en la separación de un matrimonio roto.