Han pasado ya muchos años desde que la principal atracción para ir a un mitin del PP no eran los intervinientes, sino la actuación final de Ecos del Rocío. Ahora, cuando vas a un acto de campaña del PP, suena Coldplay de fondo y entre discurso y discurso se aprecia un estribillo de Carly Rae Jepsen, excepto cuando aparece Rajoy, que va con sintonía incorporada para que el público sepa que tiene que ponerse en pie. Si, como dicen las últimas encuestas, los populares solo logran mayoría en pequeñas poblaciones rurales y entre los mayores de 65 años, la música de sus actos parece ser una primera señal de rejuvenecimiento.
El PP, en todo caso, necesita mucho más que un nuevo DJ. Para empezar, debe convencer a sus militantes de que las elecciones ya no se ganan como antes: pegando carteles, de mitin en mitin, de barriada en barriada, de puerta en puerta, saludando a los vecinos y entregando las papeletas de voto. Quedó patente en el acto de presentación de los candidatos de la provincia a las municipales de 2019 celebrado este sábado en Jerez: ya no vale solo con el mensaje, sino que el medio es tan importante como el mensaje, algo que los denominados “emergentes” entendieron mucho mejor y mucho antes que PP y PSOE juntos. Lo pedía Auxiliadora Izquierdo, la candidata por Rota: “Hay que retuitear, hay que darle al me gusta, hay que hacer viral las cosas que hacemos bien, hay que contarlo”. Las redes sociales como obligación y como necesidad.
Hay que “contarlo” y hay que “explicarse bien”, que dijo Mariano Rajoy, y “en positivo”, recalcó Antonio Sanz, que suena un poco incómodo porque recuerda al lema que puso en práctica Zapatero antes del desastre, pero que se aferra a la exigencia de vender los éxitos de la gestión del PP. Es, de hecho, el leit motiv con el que el partido parece afrontar la carrera hacia las citas electorales del próximo año. Juanjo Ortiz apuntó que hay que “machacar que el PP gestiona eficazmente”, a medio camino entre la consigna y la bronca, como si hubiera recelos a la hora de presumir de los logros del gobierno o parte de la militancia viviera cohibida por alguna especie de complejo, mientras que el propio Sanz hizo una invitación a sacar pecho porque “somos el partido de las buenas noticias”.
El presidente optó por el sentido del humor: “No somos perfectos. En España solo son perfectos los partidos de la oposición”, pero, indefectiblemente, todo el discurso remitía una y otra vez a la base para mantener la mimetización con el español medio a partir de la responsabilidad y la implicación en lo que el partido precisa ahora de ellos, que pasa por defender “la eficacia de la gestión” con todos los medios a su alcance.
Al PP ya no le renta ni el enfrentamiento con Podemos -adversario sin músculo-, ni las cifras de la recuperación -el pueblo está ya a otra cosa-, ni las banderas en los balcones, que han dejado de tener vinculación exclusiva con los populares, y va camino de reducirlo todo a una cuestión de identidad a la que puede haber llegado tarde, pero que sigue sin descartarle para cualquier reto electoral, que es a lo que redujo Antonio Saldaña su atractiva exposición en nombre de los candidatos de la provincia bajo inspiración renacentista, la de Galileo Galilei: “...eppur si muove... y sin embargo se mueve”.
Saldaña venía, por cierto, de atravesar una semana tortuosa, fustigado por la oposición y en fuera de juego frente a otras agrupaciones locales del partido, a causa de la controvertida campaña “Jerez CaPPital”, con la que parecía ir por libre y que, a la postre, puede que le haya dado una inesperada notoriedad, aunque a costa de comprobar que no existe una buena campaña si tienes que salir a explicarla. Y sin embargo, con muchas miradas y oídos atentos a su intervención por si incurría en algún desliz, fue el que mejor supo interpretar el acto, el que encontró el tono adecuado, el relato oportuno, la respuesta a lo que el partido pide a su militancia: hacer saber a los demás - y en especial a los adversarios- que el PP, y sin embargo, se mueve.