El regreso de Pedro Pacheco con su familia y al día a día de su ciudad, aún en régimen de semilibertad, ha devuelto la tranquilidad a todos los que seguíamos sin entender la obstrucción, primero, a disfrutar de permisos de salida, y, después, a la obtención del tercer grado, acelerada a raíz de la intervención de Francisco González Cabaña el pasado mes de febrero en la comisión de Interior, cuando apeló al secretario de Estado de Seguridad, José Antonio Nieto, sobre el “extremismo en la aplicación del reglamento” al exalcalde de Jerez. Nieto acabó su comparecencia comprometiéndose a que se le diera un “trato justo” después de que el propio Cabaña le recordara aquello de “¿qué pensará Pacheco al ver que Miñanco sí tenía el tercer grado?”.
La expectación generada a su regreso definitivo fue acorde a la relevancia del momento y a la del propio exlíder andalucista, dispuesto a dar titulares, tras un periodo de reflexión, y a compartir unas primeras impresiones nada más pisar su calle, como si fuera consciente de la carencia de alicientes. “Del tema político lo sé todo”, anticipó casi dispuesto a analizar las opciones de los distintos partidos de cara a las municipales del año próximo; de la Feria dijo que se había convertido en “una discoteca”; del Circuito, que no pensaba ir tras su última mala experiencia; y de la situación de la ciudad, que “terminó su apogeo en 2003, y desde entonces está dando tumbos. La convertimos en una auténtica ciudad y ahora es un villorrio”.
Esta última aportación es, sin duda, la que más comentarios ha generado durante la última semana; en especial, su alusión a Jerez como “villorrio”. El Diccionario de la RAE define el sustantivo, de uso despectivo, como “población pequeña y poco urbanizada”. Hay quien ha aplaudido la elección del término; incluso quien sostiene que la definición se ajusta a la realidad. Y se puede estar o no de acuerdo en lo primero, por la propia pretensión despectiva del término -afán de principio a fin-, pero parece insostenible hacerlo con respecto a su significado literal; entre otras cosas porque ni Jerez es “una población pequeña”, ni está “poco urbanizada”.
Precisamente, poco antes de que Pacheco realizara esas declaraciones, alguien que compartió numerosas horas de despacho a su lado, y junto al que diseñó buena parte del planeamiento urbanístico de la ciudad que conocemos hoy día, Manuel Ángel González Fustegueras, declaraba esto sobre la situación de Jerez en Ondaluz TV: “Cuando a uno le toca hablar de su barrio, todo está fatal, pero si hablamos de la ciudad en su conjunto es maravillosa, porque en líneas generales está bien”. Y no le falta razón. Incluyanse en la ecuación para comprobarlo. ¿O acaso no recomendarían a alguien que viniese a disfrutar de unas vacaciones a Jerez?
Otra cuestión es la perspectiva que podamos tener de la ciudad a través de la propia gestión que se realiza desde el Gobierno local. En octubre de 2012, Ana Huguet definió a Jerez en un artículo, con gran acierto, como “ciudad fallida”, y desde entonces hemos asistido al empeño de PP y PSOE -los que han ostentado el poder desde aquella fecha- por intentar rescatarla del atasco monumental en el que está inmersa a causa, principalmente, de la insalvable situación financiera del Consistorio, que no data de 2012, sino de mucho más atrás. Tanto unos como otros terminaron por repetir como un mantra que “el Ayuntamiento ha dejado de ser un problema para la ciudad”; en realidad, lo sigue siendo, y su deuda milmillonaria hará que siga siendo así durante muchos años, incluso décadas, aunque al menos han logrado invisibilizarlo o apartarlo en un rincón del salón, a la espera de que alguien solvente la otra gran aspiración pendiente: definir el modelo de ciudad, eso que sí tenía tan claro Pacheco, aunque no previera el coste.
Si de lo que estamos hablando en el fondo es de condicionar las aspiraciones políticas de unas siglas y otras, en un año le tocará a la ciudadanía evaluar el cumplimiento o no de sus expectativas, así como tener en cuenta las propuestas que tengan que realizar unos y otros. Si de lo que se trata es de hablar de la trascendencia de Jerez, tal vez baste con ver estos días un poco la televisión... desde cualquier lugar del mundo.