El tiempo en: San Fernando

Arcos

La nieve

"Los poetas andábamos ya afinando endecasílabos para cantar su metáfora más luminosamente blanca. Pero nos hemos quedado a dos velas"

Publicidad AiPublicidad Ai
Publicidad AiPublicidad AiPublicidad Ai
Publicidad Ai
Publicidad Ai Publicidad Ai
  • La nevada. -

Los  arcenses sabemos que nevó una vez porque lo dicen unas fotografías donde Víctor Marín capturó para siempre aquella nieve huidiza de un febrero de otro siglo. La Corredera, El Paseo, el Barrio Bajo, se cubrieron de blanco en un milagro del invierno que no hemos vuelto a presenciar. Bueno, estos días atrás hemos estado a punto, pero los dioses y la nieve son muy caprichosos y el milagro blanco ha rozado Las Abiertas, camino de Prado del Rey, y se ha posado en Bornos, además de otros pueblos de por ahí arriba.

Armados de Facebook y escudriñando los partes meteorológicos, fotógrafos, pintores, escritores, y personas normales, nos hemos pasado horas y horas esperando datos que nos confirmaran que la nieve, como unos Reyes Magos tardíos e inmaculados, venía camino de las dos espigas de nuestras torres, o de las estrechas callejuelas de San Pedro. Al final, como todos sabemos, su ala blanca ha pasado de largo camino de otros pueblos, de otras ilusiones.

No digo que no me haya dolido el desdén de la nieve, su preferencia por otros tejados, pero mirándolo bien no está tan mal: así podemos seguir soñando con ella, esperando otros febreros donde, tal vez, arroje sobre nosotros su poético maná, su lluvia blanca y quieta. Como todo en la vida, casi siempre lo soñado supera a lo vivido, así que dejemos a la nieve volar alto. Ya volverá febrero para soñar con su caricia fría e inocente.

Los poLos fotógrafos andaban ya con sus máquinas de atrapar el tiempo, preparados para disparar sobre los lentos copos. Los poetas andábamos ya afinando endecasílabos para cantar su metáfora más luminosamente blanca. Pero nos hemos quedado a dos velas.

Qué le vamos a hacer. Así es la vida. Igual en San Petersburgo, por ejemplo, hay ahora un pintor, o un músico, soñando con el milagro de un día de sol. Soñar lo que no se tiene, desear lo extraño, parece ser nuestro sino más distintivo.

Sabemos que en el cincuenta y cuatro nevó. Entonces no había Facebook ni nada parecido. Pero un farmacéutico tomó su cámara y nos dejó una ristra de fotografías que hoy demuestran que los milagros existen, que la nieve vino a nuestras casas y los niños jugaron con ella. Como juegan el seis de enero con las barbas blancas de los Reyes Magos.

TE RECOMENDAMOS

ÚNETE A NUESTRO BOLETÍN