Por delante hay doce meses y demasiadas razones que debieran hacer confiar en el despegue definitivo de un proyecto (legislatura) que languidece y que busca una calma y una tranquilidad que no termina de llegar.
Las esperanzas, al igual que las excusas, se difuminan. La falta de ideas motivadoras en revertir la cruda realidad, no hace sino contrastar las escasas vías resolutivas que encuentran o se debieran encontrar en resolver las mil y unas dificultades con las que el Ayuntamiento portuense se va a hallar por el camino del presente año que se acaba de iniciar.
Dificultades que van a poner a prueba la fortaleza de aguantar el tercer año de una legislatura con fisuras y apuntalada a las circunstancias que la hacen débil, decrépita y con muchas dudas de que acabe de manera positiva y satisfactoria.
El sobreesfuerzo de un equipo de Gobierno que debe hacer real lo imposible, hacer que los números -las matemáticas- se posicionen de su parte. El bipartito (PSOE-IU) ya sabe que hasta que al menos venza el mandato cual va a ser su posición.
Una postura pasiva, un actor secundario y un papel sumiso. No le queda otra viendo el proceder de un Consistorio fraccionado y sin un consenso que aventure un cambio radical al que en la actualidad se está ofreciendo. No hay visos de giros, ni de mociones de censura, de confianza o cualquier otra que haga intuir una variación posible.
La política del desgaste y de ir ganando tiempo al tiempo parece ser la táctica utilizada en unas formaciones que entendieron que dejar madurar pudiera ser la más inteligente y la forma menos erosionada para los que no están en el foco mediático del Gobierno.
El Ayuntamiento portuense es preso de la aritmética, el que le encorseta pulular entre la minoría incómoda que le marca una oposición cómoda y complaciente ante la ineptitud generalizada. Previsibilidad política. Por primera vez en años, el escaso poder frente a las instituciones le hace ser débil y lacayo de todo y todos.
La moral anímica con la que se afronta este 2017 no es la mejor con la que se debiera hacer frente a un año más importante del que pareciera en un primer momento. Un año decisivo ante determinaciones que pudieran ser cruciales en el devenir de la ciudad y de la propia estabilidad institucional.
Si bien ésta está desde hace tiempo entre alfileres, lo cierto es que el desgaste no invita a que el presente curso transcurra por unos derroteros más plácidos. En las primeras semanas se debiera presentar el Presupuesto anual y con él encontrar el beneplácito para salir del encorsetamiento, ya no solo municipal, sino ministerial.
El Gobierno local, el que se ha vanagloriado con la participación ciudadana y casi con la reinvención de la intervención directa de la población, ve ahora cómo el que debe ofrecer los números y cifras de la economía local, aguarda a mejores momentos el poder ofrecerlos y discutir.
Huida hacia adelante
El empeño mal entendido en querer estar al frente de todas y cada una de las Áreas ha servido para debilitar y para saturar al primer edil, que a la espera de la oficialización de su nueva asignación, Turismo ya aguarda a un nuevo inquilino.
Otro de los temas que debiera empezar a tener una solución es el asunto de las empresas municipales, las que se convirtieron en objetivo primordial tiempo atrás y que ha visto como éste y la capacidad de remunicipalizarlas se han quedado en papel mojado. Ni recuperación ni auditorías.
Ni una cosa ni otra. Cuestión que se ha evaporado ante unas promesas y propuestas que no han visto todavía ningún cambio que marque un camino diferente al que se anunciaba pudiera tener.
2017 debe ser un año en el que se recogerá y se presentarán proyectos que se van a concretar y cerrar y que deben dar a luz y que palíe de alguna manera el hastío.
El propio Foro Social, otrora puntal del extinto tripartito, reconocía que “nuestra ilusión inicial está desapareciendo” en unas desigualdades que se acrecientan y que por más medidas sociales que se aireen, no terminan de ser visualizadas ni constatadas por los que en su día creyeron y confiaron en una nueva manera y un modelo diferente de gestionar la ciudad.
2017 empieza y ya obliga a dar resultados y mejores atenciones que no pueden esperar.