Arjonilla, Arjona y Porcuna han sido los destinos del último viaje cultural llevado a cabo desde Alcalá la Real. Como de costumbre, contamos con un cronista excepcional, como es Paco Martín Rosales, que daba detallada cuenta de la visita a estas tres localidades jiennenses, trazando un verdadero diario de viaje, lleno de acierto y erudición.
“Con la sombra prolongada de Alhamar, nos dirigimos a tierras de la campiña jiennense. Me recordaba tiempos de nuestros antepasados, recogidos desde la investigación de los documentos históricos en los que este territorio surtía de aceite a la ciudad de Alcalá la Real. Fuimos descubriendo el encanto de esta ruta nazarí y de los almohades, su doble recorrido y su encuentro en Jaén, las ciudades futuras a visitar, las relaciones con tierras del Sur y de vez en cuando, concretando algunos aspectos de la cita dominical con los guías de los diversos lugares. Al fin llegamos a Arjonilla, la tierra de Macías el Enamorado. Contamos una de las versiones de este mártir de Cupido, sus relaciones con Elvira y don Enrique de Alarcón, su transmisión a través de la literatura hasta llegar a la interpretación de Lope de Vega, cuando llegamos al encuentro con nuestro guía Juan, amabilísimo y generoso, que nos recibió cerca de la Casa de la Cultura. Nos hizo una breve introducción de Arjonilla, demográfica, económica y social de su municipio y, a través de varias calles topamos con la puerta del castillo, hoy un edificio oficial, antigua residencia de un noble. Nos ofreció una interesante intervención de la producción ladrillera y su impacto en las fachadas de esta villa. Inmediatamente, topamos con la torre de Macías. Nos encontramos con Abdón y Juani, y nos congratulamos de volverlo a ver con un jersey rojo. Rondando la muralla de aquel pequeño castillo, entramos por una estrecha puerta en recodo y con elementos defensivos, la mal mencionada torre del Homenaje. Entramos, a un amplio espacio recuperado para eventos culturales- hoy se celebraba una boda medieval- desde espacio público abierto hasta campo de fútbol pasando por tiempos anteriores de coso taurino y escuela. Allí Juan nos ilustró con la versión del poeta gallego, los amores con la dama del señor Enrique, su encierro en la torre, los cantos que lanzaba a su amada en plan de poesía cortesana, también presa, la muerte trágica por la lanzada del maestre, el espíritu que vaga en el castillo, la ermita de santa Catalina y el sepulcro del poeta, donde frecuentaba su amada convertida en vieja mendiga....Y el misterio, captado magistralmente por Bècquer... que casi esculcábamos en estas primeras horas de la mañana acompañado del tañer de la las campanas de la Encarnación... Desde allí, nos dirigimos a la Casa de la Cultura entre casas modernistas, unas calles muy limpias y una ciudad señorial por su orgullo de ciudad, de vez en cuando el rótulo de García Morente, me hizo recordar el tiempo pasado de mis estudios filosóficos en los que se me comentaba la vida y obra de este filósofo arjonillero. En la hermosa Casa de la Cultura, se nos dio un carnet y un sello de la Ruta de las Batallas, y dese allí nos dirigimos hasta la iglesia de la Encarnación: se nos comentó el estilo y la festividad de San Cristóbal y san Roque, las aportaciones de Gaspar Becerra y del pueblo con motivo de la peste y el incendio de la ciudad.
A Arjona por una rotonda con un grupo escultórico de tema íbero, ilustrado con un pasaje del bajorrelieve de la última urna incineraría descubierta. Allí nos esperaba Antonio Sala, un técnico de Cultura y licenciado en Historia del Arte, que nos hizo pasar una mañana inolvidable. Desde allí, por motivos moteros- una concentración de motos- nos dirigimos a través de una prolongada calle al Ayuntamiento, una casa hospital de San Miguel convertida en edificio público. Primer impacto y sorpresa: no sólo disfrutamos del bello monumentos, sino que fuimos recibidos en el despacho del alcalde, un antiguo capricho de decoración regionalista al modo nazarí recuperado de la mansión del barón de Velasco, en una sala de los personajes ilustres se nos amplió el estudio de la villa y de su personajes hasta el general Serrano. Pronto, a través de una empinada cuesta nos adentramos en el conjunto histórico a los pies del recinto amurallado, donde se nos ilustró de los diversos recintos desde el Algar hasta tiempos modernos pasando por los íberos, romanos y calatravos. A partir de aquí Urgavo, y Aryuna serán términos que nos ilustrarán su pasado romano con la persecución de los santos mártires, entre ellos Bonoso y Maximiano; sus restos de la ciudad romana, la huella de Alhamar y el barrio judío. Visitamos el templo santuario de los Santos Mártires, muy bien explicado y comentado mediante las ilustraciones de Martín de Ximena y presenciando los restos en su camarín y el retablo antiguo barroco. La huella de nuestro paisano Juan de Aranda Salazar y su entorno de cruces; el recuerdo de antiguas cofradías romeras nos entusiasmó en gran manera. Recordamos la historia de las lucecitas del relato Santos de Arjona en nuestro “Cancionero , relatos y Leyendas”. El mirador nos llevó a tierras lejanas que nos conducían a Sierra Morena, y otras ciudades de sus alrededores... Luego, a la piedra de los Deseos... donde colocamos las manos e imprecamos un deseo... De allí, a los pies de Santa María, foto oficial de rigor junto a la estatua de Alhamar, que nos motivó a visitar esta ciudad, su biografía, su sultanato engrandecido por tierras de Granada y Jaén, su fundación de la dinastía nazarí en la Alhambra y en Sabika, finalmente los pactos y pérdidas de ciudades importantes como Jaén....Otro mirador único y visita al museo, donde contemplamos elementos arqueológicos y de costumbrismo etnográfico.
Al bajar del museo, visita al aljibe de agua, maravilloso rincón almohade para prepararnos al bello rincón del barrio judío, entre casas blancas y motivos judíos hasta llegar a la cripta del barón de Velasco. Magistral exposición de los elementos masones, de este miembro de la Logia de los Doce Apóstoles, bella muestra neo-bizantina. De allí al Carmen, pasando por la iglesia clásica de san Juan y su plaza, sitio ligado con la orden religiosa de Hermanas de la Cruz, bello neo-mudéjar y torre imitando a la de Santa Ana, financiación del conde de Antillón. Comida excelente, en un original restaurante, donde elegimos plato y degustamos de una buena cocina. Luego en confitería Campos, compramos dulce para la familia. Y de allí a la rotonda.
Parada final en Porcuna. Ana cerro el tercio de espadas-guías con una visita magistral a la ciudad de Obulco. Nos presentó a los pies de la torre de Bobadil en una sombra que nos salvó del tabardillo campiñero el paso desde el mundo argárico, al de la Guerra Civil insistiendo en el íbero, romano y musulmán sin olvidar el calatravo de los Téllez Girón. Subimos a ver la sombra del Boabdil encerrado en la torre que le dio nombre contemplando su muestra museística y en su terraza al fondo la Sierra Sur con tormentas, encapotada Martos y los vigías de aquel territorio que protegió al santuario de la Cabeza en la Guerra Civil. De allí ala Archivo Histórico, las Carnicerías, el Ayuntamiento, plaza de Andalucía e iglesia principal, que visitamos contemplando los frescos de los Romeros de Torres. Bajamos a la iglesia de San Benito, donde se respiraba espíritu cisterciense y calatravo, con reminiscencias clásicas de columnas reutilizadas. Por Santa Ana, volvimos a la Casa de la Piedra, donde un grupo se hizo eco del esfuerzo y constancia de un cantero ejemplar”.