Irán y las grandes potencias comienzan en Viena su cuarta ronda de contactos de este año con el objetivo de bajar a los detalles y comenzar a concretar el borrador de un acuerdo que despeje las dudas sobre si el programa atómico iraní oculta o no intenciones militares.
El nuevo encuentro, que se espera se prolongue al menos hasta el viernes, estará dirigido por el ministro de Asuntos Exteriores de Irán, Mohamad Yavad Zarif, y por la jefa de la diplomacia europea, Catherine Ashton, que representa a China, Estados Unidos, Francia, Reino Unido, Rusia y Alemania, el conocido como Grupo 5+1.
Según fuentes diplomáticas consultadas hoy en Viena, se espera que las diferentes delegaciones mantengan mañana contactos bilaterales para preparar el terreno de las sesiones plenarias que comenzarán el miércoles.
En la última cumbre, hace un mes en Viena, tanto Ashton como Estados Unidos dejaron claro que el cierre de un acuerdo no sería fácil ni inminente, pero también que las negociaciones estaban marcadas por la buena fe.
En el encuentro de esta semana, la idea es intentar poner ya negro sobre blanco el contenido de un acuerdo que tiene un doble objetivo: acabar con una década larga de dudas sobre si Irán busca tener armas atómicas y garantizar al país su derecho a usar la energía nuclear con fines pacíficos.
"(Las delegaciones) se están jugando todo. Ha llegado el momento de negociar realmente un acuerdo", explica Michael Adler, un analista del Wilson Woodrow Center de Washington.
Si se cumplen los plazos, el documento debería firmarse en julio, aunque el propio Zarif ha asegurado que no sería una catástrofe si la negociación se prolonga más allá de esa fecha.
"Todavía es posible (cumplir el plazo). Ambas partes dicen que quieren concluir el acuerdo hasta entonces", asegura Adler en declaraciones a Efe.
Lo cierto es que, hasta ahora, las negociaciones han ido muy bien, mejor de lo que muchos podían esperar antes.
"Las dos partes han hablado con el otro de forma profesional, sin la retórica política que en el pasado hacía imposible un debate fructífero", señala el analista, que trabaja en un libro sobre la negociación del programa nuclear iraní.
El acuerdo debe establecer el alcance y la capacidad que se permite al programa atómico iraní.
Desde cuánto combustible nuclear, y de qué tipo, puede producir, hasta el régimen de control por parte de los inspectores internacionales, qué instalaciones construye y qué información ha de facilitar para acabar con las sospechas de una finalidad militar.
Los puntos más controvertidos son cuántas centrifugadoras de enriquecimiento de uranio Irán puede mantener y qué hacer con las reservas iraníes de ese material, utilizable para fabricar bombas.
Además, sigue la incógnita sobre el futuro del reactor de agua pesada de Arak, en construcción y con eventual capacidad de producir plutonio, otro material que tiene posible uso militar.
Aparte de por las discrepancias entre Irán y la comunidad internacional, el acuerdo también puede verse entorpecido por la actitud de los sectores más conservadores en EEUU e Irán.
Líderes políticos y parlamentarios conservadores iraníes celebraron a principios de mes un encuentro en el que se criticó abiertamente la marcha de las negociaciones al considerar que puede desembocar en que Irán renuncie a sus derechos nucleares.
El propio Parlamento iraní pidió hoy a los negociadores que protejan los derechos del país y los logros alcanzados en esta tecnología.