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Palestina, aguanta

Revolución en las letras, esa es la esencia del RAP. El género es un megáfono para protestar contra las injusticias sociales

  • Palestina, aguanta. -

Revolución en las letras, esa es la esencia del RAP. El género es un megáfono para protestar contra las injusticias sociales.

Los himnos que surgen se convierten en tales por las emociones que despiertan, la reflexión que proponen y por querer mejorar lo presente. En España, hay textos muy potentes; sin embargo, hoy la escuela americana es la protagonista.

Concretamente, en Hind´s Hall, Macklemore golpea con fuerza la instrumental en cada verso, continuando las protestas que iniciaron los estudiantes estadounidenses reclamando la libertad de Palestina. Fin al genocidio, ese es el mensaje. No hay excusa posible para el Gobierno israelí. Menos si  juega a la demagogia con el triste pasado del pueblo judío, definiendo como antisemita a quien denuncie la injusta barbarie que están cometiendo. La guerra es con Hamás, no con los palestinos.

El fin no justifica los medios. ¿Cómo pudo aquel miembro del ejército español, en una tertulia de televisión, mostrar como motivo admisible al bombardeo de un hospital, repleto de civiles, creer que allí estaba Hamás?

Muchos que presencian el conflicto externamente, aunque no lleguen a justificar los ataques, miran hacia otro lado ante las muertes. Deberían plantearse supuestos, como qué culpan tendrían los españoles si ETA hubiera atentado en Francia y el país vecino hubiera emprendido ofensivas contra España. Acorralando a toda la población española en la provincia de Córdoba, por ejemplo, para dar rienda suelta a bombardeos, justificándose en que buscan al grupo terrorista.

¿Y por qué no alzan el grito al cielo al igual que hicieron con Ucrania? Por una sencilla razón, son numerosos aquellos, defensores de determinadas perspectivas, que no miran bien a africanos o musulmanes.

¿No lo creen? Vivimos en la sociedad de la hipérbole y la generalización, en la que, entre otras cosas, se considera como criminales a estos dos colectivos. En las pateras no llegan niños, mujeres y hombres desesperados lanzados a la aventura del mar, con escasas probabilidades de sobrevivir. No, para ellos, sus gritos de socorro camuflan conflictivos asesinos, violadores y delincuentes.

Injustamente, los ven como demonios destructores de nuestra sociedad. Lo curioso es que todos conocen a alguien de estos colectivos convertido en la excepción. No salen las cuentas, si todos saben de uno, el número de personas no peligrosas crece considerablemente. Curioso es, también, que según últimos datos publicados por el INE (2022), en España se cometieron más de 400.000 delitos. En ese momento, África y Asia sumaban algo más de un millón y medio de residentes en España, para, en torno, a 40.000 infracciones realizadas por personas de estas regiones. Siempre habrá ovejas negras, como en todo, pero no son el rebaño completo.

El barrio del Raval en Barcelona habrá podido volverse complicado, pero habrá de todo. Zona conflictiva también eran los alrededores del Santiago Bernabéu muchos fines de semana, no precisamente por africanos o musulmanes. No ataquen generalizando, delincuente puede ser, también, el hijo de un empresario llegado a España y que propina palizas a un chico de clase; o el fichaje de una empresa que acosa o extorsiona a una compañera.

Aguanta, Palestina. Solo un poco más.

 

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