El pan, un producto de primera necesidad, dispensado en despachos, hornos y pequeñas tiendas de alimentación, se ha convertido hoy en día en un producto gourmet, servido en tiendas de diseño que se reparten aquí y allá en cada esquina de la ciudad.
Lo que antes era un bar de barrio ahora es una panadería cafetería con estilo. Atrás quedaron los ultramarinos o las pastelerías a las que se entraba simplemente para comprar un par de barras o algunas magdalenas. Hoy, los domingos por la tarde, estas panaderías-pastelerías se encuentran asestadas de todo tipo de grupos sociales, ya sean de jóvenes, de parejas de señores mayores, de familias o de parejitas adolescentes que toman un café mientras lo acompañan de un muffin, un brownie o una rosquilla glaseada con virutas de chocolate y frutas del bosque.
Y lo mismo ocurre durante las horas del almuerzo los días entre semana. Uno entra a una de estas boutiques del pan y se pierde entre panes de centeno, mil cereales, semillas de calabaza o panes de nueces. Además, ahora no sólo hay panes de trigo, también de espelta, sin levadura, sin gluten y otras muchas variantes para alegría de personas alérgicas, las amantes de lo natural o simplemente los que quieren probar nuevos sabores en este alimento básico por excelencia.
Pero, ¿cómo ha cambiado el sector de los panaderos? Los hornos artesanales como tal, esos en los que los trabajadores pasaban la noche en vela para poder tener al día siguiente pan para todos sus clientes, de esos, ya quedan pocos. Ahora los procesos de innovación en la industria, permiten disponer de productos de panadería de calidad, como recién hechos, sin necesidad de embadurnarse de harina ni pasar largas horas nocturnas amasando. Ahora, las panaderías gourmet sólo tienen que
comprar al mayorista bollería congelada para hornear y, cuando tengan que servir el pan, simplemente con calentarlo durante unos minutos tendrán una deliciosa pieza humeante, sabrosa y lista para ser consumida como recién hecha.
Esta nueva y suculenta moda parece que ha venido para quedarse y, mientras se sigan estos estándares de calidad y nos permitan cuidar de nuestra salud al mismo tiempo que saboreamos
deliciosos aperitivos y pasamos un buen rato en buena compañía, por nosotros, que sigan abriendo este tipo de establecimientos. Una buena oportunidad de negocio, una vía para generar empleo y un nuevo plan para cualquier sábado por la tarde entre amigos.