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Sindéresis

A cualquier hora

Las desbandadas se producirían en cualquier momento, a la carta, y por cualquier desavenencia o incentivo.

Publicado: 16/11/2020 ·
00:54
· Actualizado: 16/11/2020 · 00:54
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Autor

Juan González Mesa

Juan González Mesa se define como escritor profesional, columnista aficionado, guionista mercenario

Sindéresis

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PP y Cs se juegan no solo su propia credibilidad, sino la capacidad que tengan de mantener un cuerpo estable que pueda sustentar un proyecto político, en confianza de que sus parlamentarios y diputados no lo dinamiten por decisiones o intereses personales a las primeras de cambio. Si permiten el transfuguismo individual o grupal en aquellos lugares donde controlan la mesa del parlamento, no creo que a nadie le quepa duda de que se exponen a padecer lo mismo en lugares donde no controlen dicha mesa. Y, para el que no se haya dado cuenta, no, la izquierda no es más cainita ni problemática a nivel interno que la derecha.

La derecha está en constante transmutación, sostenida solo por la fidelidad a las políticas económicas neoliberales, pero moviéndose entre la más rancia reacción y un progresismo más o menos civilizado en cuestiones sociales como pueden ser el trato a los inmigrantes, el derecho al aborto, la orientación e identidad sexual, la violencia machista, el uso de las lenguas cooficiales, etcétera. Además de esto, tanto el FMI como los partidos de derechas europeos les han movido el suelo dialéctico respecto a la elección entre presupuestos austericidas o presupuestos sociales y expansivos, de modo que tanto PP como Cs, la versión española de la derecha que no puede llamarse abiertamente fascista, se han quedado en tierra de nadie, navegando en contradicciones tan brutales como que su lucha para impedir que el gobierno pueda combatir la especulación inmobiliaria implosiona cuando en Berlín se aplican medidas que van en ese sentido.

Por otra parte sus políticos, sus representantes electos, por lo que sabemos de ellos y de ellas, suelen tener un apego al dinero que va algo más allá del disfrute saludable de lo que uno se ha trabajado con su esfuerzo; es decir, que son fácilmente corruptibles. Mala combinación.

La laxitud en el trato a los tránsfugas que corresponda a intereses inmediatos, por ejemplo, ver sudar a la izquierda andaluza, se da de bruces con el pacto antitransfuguismo al que ya se han suscrito sus respectivos partidos en el ámbito estatal, y el hecho de que se adhieran a este pacto tiene toda la lógica, habida cuenta de los enormes viajes partidistas que han dado algunas de sus figuras más mediáticas; gente que es capaz de rebelarse contra su dirección política o abandonarla porque le están haciendo parecer demasiado de izquierdas o demasiado progresistas ante los suyos, que váyase usted a saber quiénes son. Gente capaz de cualquier cosa por firmar un compromiso privado que acabe en una puerta giratoria millonaria.

De hecho, si algo ha alejado a la derecha de constantes casos de transfuguismo en su contra han sido las puertas giratorias, la capacidad de contentar a la disidencia con mamoneos y despistes en el ámbito de los Recursos Humanos. Pero ¿conservarán esa capacidad con la incertidumbre que provoca la extinción del bipartidismo, con un PSOE cada vez más presionado por sus bases, gracias a la influencia de Unidas Podemos, para convertirse en un partido limpio y realmente progresista, con una propia militancia que ante un nuevo caso de corrupción se vería un poco más cerca de VOX? PP y Cs tienen siempre la disidencia a las puertas, gente que flirtea y presiona con la idea de pasarse a otro partido de derechas, Cayetana Álvarez de Toledo, Toni Cantó y su historial, Juan Carlos Girauta, Juan Marín y su historial, Jose María Aznar y aquellos en los que puede influir, Albert Rivera saliendo del campo para entrar en el equipo contrario por el vestuario… y deudas, enormes deudas con lobbys de poder para que esto no suceda.

No se engañen; el pacto antitransfuguismo es vital para las derechas y un alivio para las izquierdas, pero al final se ejecutará por igual en todos los territorios, porque si no fuese así, comenzaríamos a asistir a desbandadas nunca antes vistas en nuestros parlamentos; ya no sería necesario esperar un cauce normal para escisiones como la de Cascos con Foro o la del propio PP con VOX, por no hablar del cisma en Convergència i Unió. Las desbandadas se producirían en cualquier momento, a la carta, y por cualquier desavenencia o incentivo. Por cualquier sillón. Y a cualquier hora.

           

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