El tiempo en: San Fernando
Viernes 26/04/2024  

Sindéresis

No ha dicho que no

Este es el modo razonable que estoy encontrando de explicar a la manada de gilipollas que dice no sé qué de un contrato para follar

Publicado: 28/08/2022 ·
14:36
· Actualizado: 28/08/2022 · 14:38
Publicidad Ai Publicidad AiPublicidad Ai
Autor

Juan González Mesa

Juan González Mesa se define como escritor profesional, columnista aficionado, guionista mercenario

Sindéresis

Del propio autor:

VISITAR BLOG

Dos tipos van en el asiento de atrás con una chica inconsciente. Un tercer tipo conduce. Van por un camino pedáneo, que luego gira a un descampado. Uno de los tipos coge la mandíbula de la chica inconsciente y le dice: «¿Qué te parece si te la meto en la boca?» El otro responde: «No ha dicho que no». Los tres se ríen. Lo que va a pasar a continuación es considerado un tipo penal mucho más leve que si hubiese estado despierta y hubiese dicho que no. O, al menos, lo era hasta que hemos cambiado eso con la Ley de Garantías Integral de Libertad Sexual, conocida como de Solo sí es sí.

Este es el modo razonable que estoy encontrando de explicar a la manada de gilipollas que dice no sé qué de un contrato para follar. No os preocupéis, que si no necesitabais un contrato para que un colega os dejara la moto y luego no pudiera acusaros de haberla robado, no lo vais a necesitar ahora. No os preocupéis tanto por ese mitológico ejército de mujeres que no tienen otro afán en la vida que joderos la vuestra: la palabra de la víctima tiene el mismo valor que tuvo siempre, tanto cuando una mujer señala a su supuesto violador, como cuando cualquiera señala a su supuesto atracador. ¿O qué pensabais que sucedía antes, cuando eras víctima y a la vez único testigo de un crimen? Me estoy imaginando a los maquinavajas esquineros protestando porque «ahora va a hacer falta un contrato para pedirle dinero prestado a un desconocido en un callejón».

Antes de la ley de Solo Sí es Sí sucedían aberraciones penales como que cuanto más desprotegida estuviese la víctima, menos pena le caía al violador. No solo si se trata de una mujer inconsciente (no ha tenido que ser forzada o intimidada, y por tanto era considerado abuso en vez de agresión). Hablamos de gente que ha violado a una criatura de tres años y que se han ido prácticamente de rositas porque la criatura no necesitó ser maniatada, golpeada o intimidada para «tener acceso carnal a ella».

Si queréis, podemos entrar en el campo de las personas con discapacidad, con casos en los que podríamos encontrarnos a la figura del abogado defensor alegando, con la ley antigua en la mano que «en honor a la verdad, la supuesto víctima no dijo que no».

Es bastante preciso que el nombre de esta ley use las palabras «garantías» y «libertad», en base al viejo ponderado filosófico de que no existe libertad sin seguridad. Ahora que los parásitos de la extrema derecha, encabezados por el PP más inútil de cuantos podían darse, intentan que la palabra libertad sea su bandera, vamos a tener que recordarles que las mujeres nunca serán libres mientras las leyes penales estén tan plagadas de vacíos y zonas grises que les sea imposible salir a la calle sin miedo. Cuando se ha dicho que es deseo de las mujeres llegar a casa solas y borrachas, por si los catetos del final de la clase no se han enterado, se estaba haciendo referencia a que quieren gozar de la misma libertad de disfrutar de la ciudad que los hombres; sin miedo. Y para entenderlo quiero pensar que no hace falta una oleada de agresiones sexuales a hombres borrachos que les hagan abrir los ojos, que, después de amanecer varias veces con resaca, los pantalones en los tobillos y semen de otro por el cuerpo, acaben diciendo «no vuelvo a beber en mi vida, no puedo volver solo a casa, ni pillando un taxi, no sé si ha sido el taxista, no sé qué me han echado en la copa, no sé qué me han hecho. Solo sé que no he podido ni siquiera defenderme, que no he podido ni siquiera decir que no».

Y ahora, la próxima vez que arrincones a una chica, que la quieras magrear y besar, que la veas tan rígida que ni habla, que ni te mira a los ojos, ten por seguro que la estás violando. Y si no te gusta necesitar un sí dado con plena libertad, eres un violador.  

TE RECOMENDAMOS

ÚNETE A NUESTRO BOLETÍN