Igual que en América te puedes hacer rico fingiendo que peleas contra otros enmascarados, en España te puedes hacer rico amagando concursar contra otros 500 escritores en el premio Planeta, con la diferencia de que los yanquis no tienen rey que avale la charada, como sucede aquí. Los golpes de efecto son igual de chabacanos.
Como todo concurso literario, se rige por unas bases, igual que el pressing catch, y, del mismo modo, que alguien se las salte forma parte del espectáculo. El público se enfada con el rudo que ataca a un técnico con una silla, y yo, que no dejo de formar parte necesaria del espectáculo, me descojono ante la evidencia de que el día antes de dar el premio hubiesen aumentado su cuantía desde los 600 mil de las bases hasta el millón de napos. Quizá, no sé, los autores no querían pasar por aquel aro por menos; al fin y al cabo, les iba bastante bien económicamente con Alfaguara llamándose Carmen Mola, concediendo entrevistas falsas e, incluso, en alguna de esas entrevistas falsas a Carmen Mola, recomendando algún libro de uno de los tres autores reales.
Volvamos al nombre y a las bases. En estas se especifica que se puede participar bajo pseudónimo, pero que, si lo haces, tienes que añadir una plica cerrada en la que venga el verdadero nombre del autor. Si esto es así, si se ha elegido de modo legítimo a un ganador, en este caso tres, y han puesto su nombre real en la plica, ¿por qué sabemos que, además, esos tres son los mismos que escriben otros libros bajo el pseudónimo de Carmen Mola? Lo ponen en la plica para… ¿exactamente para qué? O, a lo mejor, ni siquiera han sido tan tontos de incumplir las bases poniendo otro pseudónimo en la plica. A lo mejor esto es algo que ya sabía el jurado. Y la editorial, claro.
Carmen Posadas, portavoz del jurado, se hace la sorprendida mientras lee que el premio lo había ganado Carmen Mola, y dice que no se han acabado las sorpresas, que en verdad Carmen Mola son tres tíos.Es un momento aberrante. No sé a vosotros, pero a mí me suena a un médico interrumpiendo un combate de pressing catch para exponer ante el público que los dos que van a enfrentarse a vida o muerte (jajaja), son realmente hermanos. Y el rey Felipe enarcando las cejas. Como diciendo. Mira. Ahí va una comisión de esas.Tampoco veo nada de malo en ello.
Pasa un helicóptero de la vuelta ciclista a España, le parece recoger unas cuantas plantas de marihuana en una azotea, así como de pasada, así que tampoco se veían muy bien, y el dueño de la casa tiene a la policía en su casa al día siguiente. El premio Planeta da muestras de, como mínimo, publicidad engañosa año tras año y aquí, en vez de investigar, aplaudimos. Aplauden el rey, aplauden los empresarios, pero, lo que es más sangrante, aplaude un ejército de escritores. No vaya a ser que les cojan manía. No vaya a ser que lo de la plica no sea verdad y el jurado no solo sepa, sino que busque, o incluso conozca de antemano, el nombre del autor predestinado a ganar el premio Planeta, y uno haya acabado en una lista negra por hablar del tema. Coreografía de la desvergüenza en un negocio en que las distribuidoras esconden libros de editoriales pequeñas, y las grandes editoriales comparten accionistas con los mismos medios de prensa que controlan lo que opinas sobre el premio.Y aquí estoy yo, que no soy periodista, intentando retransmitir con honestidad la pelea.
