El presidente de la Confederación de Empresarios de Sevilla (CES), Miguel Rus, ha impulsado un lobby o grupo de presión denominado ‘Por una Sevilla con futuro’, a la que hasta ahora se han adherido medio centenar de entidades y que, con el lema Sevilla ya, tiene por objetivo declarado la exigencia a las Administraciones Públicas de que inviertan en las infraestructuras pendientes tanto en la capital como en la provincia, empezando por la ronda SE-40, las tres líneas de Metro, la conexión ferroviaria con el aeropuerto y el AVE a Málaga.
Aunque la plataforma se presenta, o la presentan, como la expresión de los anhelos de la sociedad civil sevillana, no es tal, ya que Rus se cuidó muy mucho de, por ejemplo, invitar al acto de constitución a Ecologistas en Acción, que podría haber puesto el contrapunto a su visión meramente desarrollista; y la Asociación de Jóvenes Agricultores (ASAJA) la declinó tras ver cómo el presidente de la patronal sigue apostando por el dragado del Guadalquivir, ahora rebautizado de forma eufemística como “mejora de la navegabilidad del río y del puerto”, pese a la oposición de agricultores y pescadores, científicos, Consejo de Participación de Doñana y la Unesco.
La segunda gran omisión de Rus ha sido la social, pese a que tiempo ha demostró su sensibilidad en un discurso ante la asamblea de la CES en el que se refirió expresamente a los barrios más pobres de España, que por desgracia están en Sevilla. La plataforma por él impulsada es como una moneda de una sola cara con la inscripción ‘infraestructuras’.
Carece de reverso social, ya que no reivindica ninguna medida para paliar la situación de esa media docena de barrios entre los de menos renta del país, como sería una mayor dotación y más celeridad en la ejecución de los planes de intervención en las zonas desfavorecidas o nuevos Edusi aparte del de la zona Norte.
Rus todavía está a tiempo de evitar que su plataforma se vea única y exclusivamente como el lobby del ladrillo, el de los constructores e ingenieros, que por deformación o interés sólo tienen ojos para carreteras, puentes, ferrocarriles y dragados en medio de un panorama de emergencia social (casi 67.000 parados aparte de miles de familias pobres).
El desarrollo
Esa visión reduccionista la trata de justificar el presidente de la CES con el argumento de que las infraestructuras traen el desarrollo, una tesis compartida por el secretario provincial de CCOO, Alfonso Vidán, que traduce desarrollo por empleo. El debate sobre las causas del desarrollo/subdesarrollo viene al menos desde los tiempos de Harry Richardson. ¿Son las infraestructuras las que generan el desarrollo o es el desarrollo el que demanda las infraestructuras?
Algunos datos para reflexionar al respecto. Se ha estimado que entre 1986 y 2012 Andalucía recibió en ayudas de todo tipo -especialmente para infraestructuras- de la Unión Europea unos 72.500 millones de euros, equivalentes a 12 billones de las antiguas pesetas, pese a lo cual seguimos en el furgón de cola continental. La lectura también podría ser la contraria: preguntarnos cómo estaríamos si no hubiéramos recibido tal ingente cantidad de dinero.
Item más, un reciente informe del Instituto de Estudios Económicos revela que Andalucía es la región que más inversiones estatales en infraestructuras del transporte ha recibido en el último decenio, con el 15,3% del total, seguida de Cataluña (14,7%) y de Madrid (13,1%). Por su parte, la Cámara de Comercio de Barcelona, tras analizar la ejecución de las inversiones del Ministerio de Fomento, llega a la conclusión de que Andalucía ha sido la más beneficiada también entre 2010 y 2016, sin que ello haya supuesto el despegue regional.
Castigo
Pero una cosa es el conjunto de Andalucía y otra, Sevilla y su provincia. En tal sentido, Rus denuncia que Sevilla ha sido la gran olvidada en la política de inversiones de las Administraciones Públicas en los últimos 25 años, “lo que no sólo ha repercutido, muy negativamente, en nuestro desarrollo -ha afirmado-, sino también en haber podido aprovechar la recuperación económica, que nos hubiera permitido consolidarnos como provincia de referencia a todos los niveles. Sevilla -ha añadido- ha estado castigada en los Presupuestos de manera reiterativa y es el momento de poner fin a este desprecio histórico”.
Ese “castigo” del que habla Rus en el último cuarto de siglo nos lleva al mito de que Sevilla ya tuvo una sobredosis de inversión con motivo de la Expo’92. Se trata de un mito infundado. En primer lugar porque las inversiones sirvieron en todo caso para compensar el déficit histórico acumulado. Y en segundo lugar, porque la gran beneficiaria fue en realidad Andalucía.
Tal como en su día reflejé en el informe ‘Los números que hicieron de Sevilla la mayor Exposición de la historia’, la inversión total en la región con motivo de la Muestra, y excluyendo Sevilla y su área metropolitana, ascendió a 847.200 millones de pesetas. En Sevilla y su alfoz las Administraciones invirtieron 275.800 millones. A ello hay que añadir los 130.009 millones que empleó la Sociedad Estatal en la isla de la Cartuja.
En cuanto a la inversión de los países (100.000 millones) y de las empresas participantes (50.000 millones), fue ajena a la de las Administraciones españolas y conforme al Reglamento del BIE en principio eran de carácter efímero, ya que estaban obligados a demoler sus pabellones (que luego se los indultaran o que los cedieran por un precio simbólico fue otra historia). Así pues, Andalucía recibió 847.200 millones y Sevilla, 405.809 millones, menos de la mitad (el 47,9% de aquella cifra), pese a lo cual ésta ha colgado con el sambenito de privilegiada frente al resto de provincias andaluzas.
Comparación
Rus ha puesto como prueba del “castigo” a Sevilla los datos de inversión en los Presupuestos Generales del Estado desde 2008 (848,15 millones de euros) a 2018 (239,08 millones). He tratado de poner estos datos aislados en el contexto regional comparándolos con las inversiones simultáneas en la provincia de Málaga, donde más se usa el agravio comparativo con Sevilla, a partir de las informaciones de los medios malagueños, declaraciones de sus políticos, informes de su patronal y otros. Aun admitiendo un margen de error, “grosso modo” en los últimos once años Málaga habría recibido mil millones de euros más en números redondos (5.606,3) que Sevilla (4.603,8), aun teniendo Sevilla más población (1.939.887 habitantes frente a 1.641.121) y el doble de territorio que atender (14.036 Km2 frente a 7.308).
La comparación podría ser todavía más desfavorable para Sevilla, ya que en abril del año pasado la vicesecretaria general del PSOE malagueño, Fuensanta Lima, declaró que la inversión del Gobierno socialista de Zapatero en Málaga desde 2005 a 2011 fue de 6.615 millones de euros.
La conclusión es que en un periodo largo de once años, coincidente además con la crisis económica y en el que ha habido recortes generales en la inversión para reducir el déficit público, los aplicados a Sevilla han sido superiores y que el déficit acumulado en la ciudad y su provincia o ha impedido iniciar proyectos necesarios y pendientes desde hace años (las líneas de Metro, la conexión ferroviaria del aeropuerto) o eternizado obras en curso (la SE-40, con menos de la mitad en servicio).