Carbón mineral, cisco de picón, cisco de carbón, carbón de barbacoa y leña de encina se siguen despachando a granel en "La Carbonería" de la calle Parras de Sevilla, en el céntrico barrio de San Luis, en un local que, último de su estirpe, se conserva como cuando abrió hace setenta años.
Luis Aguilar Astola, de 56 años, lleva cuarenta trabajando en esta carbonería que fundó su bisabuelo y que posteriormente gestionaron su abuelo y su padre, en los bajos de un hermoso inmueble de aire regionalista diseñado por un discípulo de Aníbal González, en un negocio que siempre fue familiar, como da fe la presencia de Carmen Astola, de 81 años y madre de Luis, orgullosa de echar una mano todavía.
En los últimos cuatro o cinco años, Luis Aguilar ha notado un repunte en la demanda de este negocio que languidecía en el siglo XXI y que ya era una curiosidad a finales del siglo pasado: ha explicado a Efe que ha tenido que contratar una agencia de transportes para atender las solicitudes que le hacen de cisco de picón de zonas tan alejadas como Tarragona y Murcia.
Hace poco también le han pedido un brasero y una alambrera (protector para evitar quemaduras) desde La Línea (Cádiz) y, según Aguilar, es la gente joven la que está recurriendo al brasero de cisco y lo hace por dos motivos, por el gusto por lo tradicional y porque sigue siendo significativamente más barato que la energía eléctrica.
"Un día vinieron unos jóvenes y compraron un brasero para decoración, y unos días después volvieron a por cisco porque lo habían probado y les había gustado; el calor que da una candela o unas brasas no lo da la electricidad ni el butano", ha señalado Aguilar, quien además de conservar activa la carbonería familiar ha sabido convertirla en un centro cultural en el que se presentan libros, se celebran conciertos, se representa guiñol y se proyecta cine clásico.
Curiosamente quienes acuden por leña de encina son vecinos de la zona, que hasta los años noventa fue una de las más degradadas del centro de Sevilla y que en aquellos años fue objeto de varios planes de rehabilitación, con lo que algunos inmuebles se arreglaron como viviendas de lujo que incluían chimeneas en sus salones.
"Naturalmente son chimeneas que no se encienden todos los días, sino para las ocasiones, como la Nochebuena, la Nochevieja o cuando se tienen invitados en casa", ha explicado Aguilar, conocedor de -podemos llamarlo así- esos picos de demanda de la preciada leña de encina, procedente de las dehesas extremeñas.
La Carbonería despacha igualmente bombonas de camping, ya que el butano desplazó hace décadas al petróleo que también se empleaba en las cocinas familiares y se vendía en las antiguas carbonerías.
En La Carbonería se conservan como decoración los antiguos capachos que transportaban el cisco cuando el reparto se hacía en mulas y en burros, apropiados para las estrechas calles del barrio de San Luis, que aún conserva ese cierto casticismo de los barrios antiguos.
El local de La Carbonería, inaugurado por el abuelo de Aguilar -de las cuatro generaciones son las tres últimas las que han estado en el local de la calle Parras-, el mismo que ofrecía cisco hace setenta años en una de las esquinas de la Calle Sierpes, conserva todo su tipismo, lo que hace que los turistas gusten de retratarse en el lugar.
La Carbonería, donde hasta las telarañas de las ventanas están tiznadas, desde hace cuatro años es sede de la "Asociación Científico Cultural Cisco de Picón", que todos los domingos a la una de la tarde acoge una presentación de un libro, una conferencia o algún otro acto cultural con la consiguiente tertulia.
Estas convocatorias culturales han tenido una respuesta que ha obligado a la asociación a abandonar las redes sociales para no desbordar el aforo del local, o tal vez siguiendo la idea de Luis Aguilar: "Las cosas valiosas perduran por las minorías; la masa las estropea".