El tiempo en: San Fernando

San Fernando

Por San Fernando ha pasado todo tipo de fantasmas con proyectos de papel y paja

La mitad de las salinas están en desuso y en franca decadencia. Sólo falta tiempo para que la otra mitad esté igual por muchas velas que enciendan en rogativa.

Publicidad Ai Publicidad Ai
Publicidad AiPublicidad Ai
Publicidad AiPublicidad Ai Publicidad Ai
Publicidad AiPublicidad Ai
Publicidad Ai
  • A merced de los elementos.

En la Bahía de Cádiz hay 10.000 hectareas de salinas de las que 5.000 están en desuso, colmatadas e irrecuperables. En San Fernando, en su exiguo término municipal con el 70 por ciento del suelo afectado por el Parque Natural de la Bahía de Cádiz, hay aproximadamente 2.000 hectáreas de salinas y sólo están aprovechadas unas 900 hectáreas. O sea, un poco menos que el porcentaje para la Bahía al completo. Y eso son hechos.

Por San Fernando han pasado todo tipo de iniciativas anunciadas como el principio del fin del abandono de una zona que podría suponer un valor añadido para la ciudad de San Fernando y para las demás de la comarca y algunas han funcionado. Pero pocas.

Han llegado fantasmas anunciando inversiones junto a Río Arillo para abastecer al mercado chino; llegaron los rusos con la empresa Cultivos Marinos Integrales SA en la Leocadia que fue vendida como una salida a una zona abandonadas poniendo en producción hasta 250.000 metros cuadrados con la ampliación posterior.

Las previsiones eran alcanzar la cifra de entre 700 y 800 toneladas de doradas al año y en 2017 explotó el milagro ruso con la muerte de 40.000 doradas por falta de pienso y una empresa quebrada, amén de trabajadores en el paro.

Han llegado los clúster, que ha sido anglicismo con que se ha dado en llamar -el inglés parece que vende más- a toda una serie de proyectos de recuperación de la actividad salinera y acuícula.

La salina del Estanquillo es la última que ha dado el paso a algo más que un anuncio y está en producción -y esperando mejor fin que el resto de proyectos- y ahora se anuncia otra iniciativa para poner en marcha una especie de denominación de origen del pescado de estero tradicional. O sea, el de los esteros que se crían libres.

Sería casi imposible reseñar todos los proyectos anunciados a bombo y platillo y de toda índole para sacar rendimiento a lo que está perdiendo a pasos agigantados.

Comenzando por aquel camping de la Leocadia que fue hasta a Fitur con maqueta incluida y que nunca se hizo; los inversores que tantas veces han venido -y parece que andan por aquí- a la Leocadia...

Y terminando por la cantidad de empresas que realizan estudios sobre el terreno y proponen soluciones, que reciben subvenciones para realizar esos estudios y las Administraciones guardan en sus cajones después de venderlos a la prensa.

¿Cuántas hectáreas de salinas se han recuperado en San Fernando desde hace veinte años y han dejado de ser terreno candidato a la colmatación más compacta?

El problema es el Estado

Y es que el problema de la Bahía de Cádiz no está en la falta de buenas intenciones, que las hay y de las que no se duda; ni en las cortapisas al desarrollo que pueda poner el Plan de Ordenación de los Recursos Naturales (PORN) y el Plan Rector de Uso y Gestión del Parque Natural (PRUG).

El problema de la Bahía de Cádiz ha estado durante más de tres decenios en la propia Ley de Costas que cambió las reglas del juego y en el propio Estado español que no ha cumplido con sus obligaciones como le correspondía.

La retirada de la propiedad de las salinas por concesiones temporales ha dejado sin garantías a los concesionarios para acometer proyectos pequeños o grandes porque los bancos no dan créditos con la garantía de una concesión a treinta años. Y ese es un problema bien sabido y sufrido.

El resultado de ese cambio administrativo ha sido precisamente el abandono de cualquier actividad por falta de inversiones y la desecación de la mitad de las salinas de la Bahía de Cádiz.

La segunda parte del problema también llega de la mano del Estado español que tiene la obligación de obligar a los concesionarios de las salinas a cultivarlas o en su caso, desposeerlos de la concesión asumiendo a la vez la conservación de lo que es un Dominio Público Marítimo-Terrestre.

Entre lo primero y lo segundo, una Ley que entre sus muchas bondades ha mostrado su parte mala y la dejación de funciones por parte del Estado se han llegado a una situación que costará mucho enderezar, por no poner la pica en el morrillo a tornillo.

Si a lo que ya se ha perdido se le une que cambiar leyes y reglamentos no es cuestión de meses sino de años y que además no se ve la voluntad de cambiarlos, lo único que se puede esperar por ahora es que siga aumentando el número de hectáreas desecadas.

 O inundadas, porque en muchas zonas de San Fernando el abandono de las vueltas de fuera están poniendo peligro de inundación a barriadas enteras. ¿30 centímetros más en 2030?

 

Datos de estudios especializados

No se trata de una opinión sin más, sino que todo lo dicho se saca de las hemerotecas y de los estudios realizados por especialistas y publicados, algunos de ellos en este mismo periódico.

Son estudios que incluso se muestran más duros al analizar la situación actual, toda vez que recogen las consecuencias de esa dejación de funciones por parte del Estado.

Los concesionarios que no cultivan sus concesiones intentan alquilarlas a precios desorbitados -y algunos lo consiguen- y la renovación prácticamente automática de la concesión impide que puedan entrar en el sistema otros empresarios con ideas innovadoras y con dinero que los respalde, porque de los bancos ya se ha hablado.

De todas formas bueno es (para la moral) leer de vez en cuando que tal o cual asociación y ayuntamientos están por la labor de hacer algo.

TE RECOMENDAMOS

ÚNETE A NUESTRO BOLETÍN