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UN 24 DE SEPTIEMBRE DIFERENTE

Merece la pena sin duda hacer una reflexión para recordar que todo lo que sucedió en nuestra querida Isla de León en los azarosos días del comienzo de 1810.

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  • Juramento en la Iglesia Mayor de San Pedro y San Pablo.

A punto de cumplirse el día 24 de septiembre, memorable y muy querida fiesta local que conmemora el comienzo de la reunión en Cortes, en la Iglesia Mayor de San Pedro y San Pablo (del actual San Fernando) inicialmente y posteriormente en el Teatro Cómico (o Real Teatro de las Cortes, como se le conoce actualmente), merece la pena sin duda hacer una reflexión para recordar que todo lo que sucedió en nuestra querida Isla de León en los azarosos días del comienzo de 1810, de manera que estos importantes sucesos de la historia de Europa y América permanezcan siempre en la memoria de España y de todas sus gentes.

Ese recuerdo lo puede hacer cualquier ciudadano recorriendo los lugares que son testigos mudos de esta increíble, y en cierto modo desconocida, historia de valor y abnegación, paseando por las bellas calles del actual San Fernando, comenzando primero junto al caño de Sancti Petri, en el Puente Suazo, sin duda el símbolo de la resistencia del pueblo español frente a las fuerzas francesas, siguiendo hasta la Iglesia de San Pedro y San Pablo, continuando hasta el Real Teatro de las Cortes, y para finalizar, siguiendo por toda la calle Real hasta llegar hasta la Iglesia del Carmen. Sin duda, realizar este paseo y recordar todo ello también requiere remontarse a las iniciales victorias militares de la batalla de las Pozas de Santa Isabel (verdaderamente la primera gran derrota naval napoleónica en toda Europa), que sucedió en la Bahía de Cádiz y en las inmediaciones del Arsenal de la Carraca; y también sin duda de la batalla Bailén, victoria militar sin parangón, donde el material requisado previamente en Cádiz a los franceses (artillería y armamento), jugó, junto a otras circunstancias, un papel fundamental en la victoria española.

 “Camino a la Real Isla de León” (Editorial Sílex, 2020) es un ensayo histórico que de manera amena y detallada, cuenta los sucesos acaecidos desde la derrota de Ocaña (1809), cuando el vencido y así llamado Ejército (español) del Centro salió en desbandada hacia el Sur de España, circunstancia seguida sucesivamente por la así llamada “traslación” del Gobierno español desde Sevilla, donde se ubicaba la Junta Central, hasta la Isla de León, y donde se instauró un gobierno provisional, una Regencia (sic), a comienzos de febrero de 1810.

Pocos meses antes, mediante decreto del 22 de mayo de 1809, la Junta Central Suprema había previsto la celebración de Cortes, rompiendo con la tradición ya que el único que podía convocarlas era el Rey. En aquellos azarosos días, dentro de la Junta Central se formaron tres posturas básicamente: la absolutista (representada por validos como Palafox, Caro y Riquelme), la liberal (Martin de Garay, Calvo de Rozas, y otros), y la reformista representada por avales como los de Gaspar de Jovellanos y Agustín de Arguelles “el divino”. Posteriormente, en el año 1810, tercero de la lucha contra el invasor napoleónico, José Bonaparte lanzo una importante ofensiva para conquistar el territorio de España más extenso que hasta entonces se había opuesto a la ocupación: Andalucía y Extremadura. Por ello, y tras forzar el paso de Sierra Morena, débilmente defendido por las tropas españolas desplegadas en un frente excesivamente amplio, el Ejército imperial avanzó buscando el objetivo político de ocupar Sevilla, donde residía y estaba establecida la Junta Central, y que sucesivamente se trasladaría a la Isla, que terminaría delegando sus poderes en una Regencia.

Mientras la Isla de León era asediada por las invencibles tropas de Napoleón Bonaparte, al mando de sus generales más temidos: los mariscales Soult y Víctor, la Regencia no lo tuvo fácil tampoco debido a las disensiones internas (por las diferentes opciones e ideas existentes en ella) y externas (de nuestros aliados y de la Junta de Cádiz fundamentalmente). Una administración y gobierno temporal, la Regencia, que finalmente facilitó la celebración de Cortes, y en cuyas sesiones plenarias se aprobaron sucesivamente preceptos legales tan importantes para la sociedad española de hoy en día como la separación de poderes, la inviolabilidad de los parlamentarios y el principio de soberanía nacional…

En aquellas fechas, antes de la constitución de la Regencia, en el plano militar, la parte del Ejército (superviviente) que por entonces actuaba en la zona de Extremadura, emprendió una retirada realmente épica el día 15 de enero desde Don Benito, en Badajoz hasta la Bahía de Cádiz, llegando a la Isla de León los hombres “exhaustos”, perseguidos por distintas unidades galas, pero en definitiva pudiendo salvaguardar la fuerza finalmente, para permitir la defensa de Cádiz y la Isla.  Al mismo tiempo, desde Sierra Morena, la así llamada División del Centro, del General Copons y Navia, en cuyas filas se integraba el valeroso y conocido Segundo Regimiento de Marina, cuyo sucesor es el actual Tercio de Armada (basado actualmente en San Fernando), “[…] caminando sus hombres con los pies descalzos” y bajo la “[…] nieve y la lluvia”, evitando bajar al valle del Guadalquivir, se dirigió en retirada a Huelva y sucesivamente por mar hasta la Isla, para participar en su defensa inicial.

Recreación de la entrada en Real Isla de León del Ejército de Extremadura al mando del XIV Duque del Alburquerque.

Por otro lado, la retirada del XIV Duque de Alburquerque, José María de la Cueva y de la Cerdá, y su fuerte personalidad produjeron más impresión incluso fuera de España que dentro de nuestro país... Como decía el mismísimo Marx, éste era, el Duque, un hombre capaz de dirigir una “Gran Guerra”, apreciado hasta el extremo por sus hombres y vilipendiado por el poder político, murió este prematuramente apartado en nuestra legación diplomática en Londres, sin el reconocimiento que sin duda hubiera merecido.

Fue en el Teatro de las Cortes, por aquel entonces llamado Teatro Cómico, donde se dio lugar al acontecimiento más importante de la historia de San Fernando hasta la fecha, la celebración de Cortes, y el comienzo de la preparación y redacción de la primera constitución liberal española (y la tercera del mundo).  El día 24 de septiembre de 1810, a las nueve y media de la mañana, los Diputados formados con el Consejo de Regencia se trasladaron a la Iglesia Mayor de San Pedro y San Pablo y celebraron la Santa Misa. Tras el Evangelio, Don Nicolás María de Sierra, Notario Mayor del Reino, pronunció por dos veces la fórmula del juramento: Y habiendo respondido todos los señores diputados (102 según el Diario de Sesiones de las Cortes): "Sí, juramos", pasaron de dos en dos a tocar el Libro de los Santos Evangelios. Fue precisamente esa generación, aprovechando una aguda y secreta estrategia, fructificó el empuje inicial de Jovellanos para dar un paso más, alejarse del mantenimiento de ciertos privilegios que propugnaban los reformistas de más edad, para lograr reunir de una vez, y aunque en una sola Cámara, a los entonces “representantes legítimos” del pueblo. Como es sabido, finalmente, la obra legislativa de las Cortes de Cádiz supuso un cambio radical en toda España y el triunfo (temporal) de las ideas liberales.

Recreación del Juramento en la Iglesia Mayor por la Asociación 24 de Septiembre.

“Camino a la Real…”, finalmente, pretende apoyar humildemente el reconocimiento de la historia de la Isla y de sus gentes, de nuestra Armada y Ejército, de los próceres hispanos, y de su indudable, ejemplar e importante contribución a la historia de Andalucía, la España de los “dos hemisferios” y también Europa, en relación con los sucesos acaecidos a principios del año 1810, cuando toda la soberanía nacional estuvo en la Isla, y donde el pueblo español, representado finalmente por la Junta de Cádiz y la Regencia, pero sobre todo por los ciudadanos de Cádiz y la Isla, que hicieron valer sus convicciones ante muchísimas dificultades, siendo realmente un ejemplo para el futuro.

La Isla de León, fue verdaderamente el último reducto; en aquel momento permaneció defendida por unidades de caballería, infantería y también de la Armada: fuerzas sutiles, infantería de marina y buques, una serie de voluntarios (y unidades británicas y portuguesas), siendo todos ellos acreedores, finalmente, tal y como se estudia y documenta en la obra, del reconocimiento más alto de la nación; siendo este finalmente materializado en la Cruz de Distinción que recibieron de manos del Rey aquellos soldados, se trataba esta de una pieza bellamente esmaltada en colores azul y blanco, en cuyo anverso se podía leer la leyenda: “Se salvo la nave que zozobraba” rodeada por las imágenes de las columnas de Hércules, mientras al fondo un navío se hunde enarbolando la enseña nacional. El mensaje de la condecoración era claro, el reconocimiento a unos valientes ciudadanos, soldados, infantes de marina y marinos, que salvaron a la nación de perecer, en uno de los momentos más peligrosos de su historia.

Recreación del Combate del Portazgo en los Sitios Históricos del Puente Zuazo en el Bicentenario de las Cortes de la Real Isla de León.

Posteriormente, tras el reconocimiento de Las Cortes, el Cabildo municipal de la Isla había resuelto, en la reunión del 16 octubre de 1811, solicitar diversas gracias, entre ellas que la villa fuese declarada “Muy Noble, Leal y Real Ciudad de la Isla de León”. Sólo unos días después, los mismos capitulares instaron para que, en lugar del nombre propuesto, se le otorgase el de “Muy Noble, Leal y Real Ciudad de San Fernando”, en señal de homenaje al ausente Fernando VII. Sucesivamente, la concesión a la villa de la Real Isla de León del título de Ciudad de San Fernando, tuvo lugar por Decreto de las Cortes de 27 de noviembre de 1813, "[…] en ausencia y cautividad" del rey Fernando VII. En ese sentido es preciso recordar que la ciudad de San Fernando no se llama así por concesión graciosa de este rey, sino en realidad en honor de este (y por qué no también en honor a Fernando III el Santo…, que fue verdaderamente un Rey muy ligado a Andalucía). La concesión fue efectuada en realidad por un acuerdo parlamentario legítimo que se plasmó en un decreto de la Regencia del Reino. Cuando el Ayuntamiento de la Isla tuvo noticia de la declaración de ciudad, quiso dar las gracias a las Cortes, solicitando el permiso para manifestar su reconocimiento; para lo que fue designada una sesión, en este caso en el Salón de la Iglesia del Carmen (situada al final de la Calle Real).

A modo de conclusión, como es sabido, la victoria de España fue quizás el primer exponente del tránsito a la modernidad sin el cual resulta realmente difícil explicar nuestra historia reciente. Aunque en el caso español realmente no hay un verdadero consenso entre los historiadores donde comienza a la actual época moderna (existen algunas referencias sobre la Restauración, la Segunda República o sobre incluso el periodo de transición a la actual democracia…), y otras más lejanas, siendo una opinión más que para este autor, el periodo moderno de la historia española comienza realmente el 22 de enero de 1810, cuando el gobierno nacional comienza su traslado a la Isla de León, después que todas las instituciones del Estado prácticamente se hubieran desmoronado y el Ejército español hubiera sido casi totalmente derrotado…, siendo capaz, sin embargo de recomponerse el día 31 del mismo mes en la forma de una Regencia, y posteriormente, por la acción popular, rindiendo a las temibles, e invencibles hasta entonces, fuerzas terrestres francesas.

Finalmente, a pesar de todo ello: el esfuerzo defensivo inicial, asedio y la celebración de Cortes, de San Fernando y de Cádiz, no se produjo, a diferencia por ejemplo del de Zaragoza y Gerona (e incluso Badajoz), como en el de unas “ciudades mártires y a la vez victoriosas” …; en ese sentido “la Isla”, y Cádiz, no han recibido, al menos todavía, los más que merecidos “laureles de la gloria” y el reconocimiento del que sus ciudadanos, creo, se hicieron realmente estimables.

Por ello, finalmente, animo, al lector de este artículo emprender el recorrido del que antes hablé, y también interesarse por todos estos asuntos, para que así cada uno rindamos nuestro pequeño homenaje a todos los ciudadanos de la Isla y Cádiz, a nuestros soldados, marinos y voluntarios, y en definitiva a las gentes de bien (debiendo igualmente incluir a las personas: historiadores, militares, juristas y asociaciones que hoy en día se ocupan de estudiar y rememorar todos estos sucesos…), que defendieron, con las armas y las ideas, la libertad y derechos que ahora disfrutamos.

Feliz 24 de Septiembre

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