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Sin trampa ni cartón, como debe ser

Jesús Castilla presentó su disco acompañado de sus hijas y sus amigos y dando en el escenario lo que se le pedía en una noche especial para él.

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Jesús Castilla comenzó a presentar su disco de la forma más flamenca que se puede hacer, sin trampa ni cartón, cantando por toná. Y sobre el escenario, los dos juntos, Raúl el Bule bailando. Tarjeta de visita de lujo en el patio de la Escuela San José, ese rincón de que dentro o fuera se ha convertido en escenario de mucha parte de la cultura de La Isla. O en el ejemplo de la falta de escenarios que existe en La Isla.

Era su día, su gran día, con su recién estrenado disco que comienza la larga etapa de la promoción, dura como todas, para darlo a conocer. Porque un disco no es sólo una tarjeta de visita de un cantaor, de un cantante. Es un producto musical que hay que vender, aunque parezca una perogrullada. Pero no se imaginan mucho el trabajo que hay detrás de esa verdad de Perogrullo.

Era su día y el de su familia. No en vano, tras su primera entrada en el escenario su su hija menor, Coral Castilla, la que bailó por soleá acompañada a la guitarra por David Cuevas, el cante de Marisa Sainz y las palmas del propio El Bule. Un lujo.

Y un lujo, sobre todo, tener tantos amigos, amén de la familia que bendita la rama que al tronco sale. Porque además de Coral Castilla bailó Miguel Ángel Heredia, con la guitarra de su hermano Ismael y el cante de Enrique Remache antes de que Jesús tomara el escenario junto con Víctor Rosa para cantar las soleá de Cádiz que lleva en su disco, los aires por alegrías, “no alegrías propiamente dichas”, que avisó y la malagueña del Mellizo, ya con la guitarra de Adriano Lozano.

Hubo tiempo –más de dos horas de espectáculo a patio lleno- para que actuaran Jesús Castilla, pero también Estrella Monje y Samara Castilla, la hija mayor del cantaor. Y para que una buena noche, con buen ambiente, terminara con un fin de fiesta de esos que no deben faltar nunca. Y no faltó.

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