Espectáculo? ¿Energía? ¿Fuerza? ¿Voz? ¿Ritmo? ¿Intensidad? La respuesta a todo es SÍ, y en mayúsculas. Ni un solo ‘pero’ se le puede poner al concierto que Malú ofreció el pasado viernes en el Estadio de Deportes de Bahía Sur. La cantante madrileña no defraudó y su directo fue de un SÍ rotundo, monosílabo que merecidamente da nombre a su último disco y a su gira.
A la hora prevista, las 22.30, y ni un minuto más, la artista hacía su aparición en el escenario. Más de 6.000 fans la esperaban. El público venía con ganas, y ella también. Con ganas, y muy, muy guerrera, desde el vestuario hasta la actitud. Malú arrancó con fuerza y descargó toda su munición desde el primer momento: voz, personalidad y cercanía. Siete músicos, un potente juego de luces, ventiladores y tres pantallas gigantes la acompañaban sobre el escenario, aunque su energía y su potente voz ya lo llenaban por sí solos.
Durante casi dos horas y media, la cantante interpretó más de una veintena de temas, sin perder en un solo momento la intensidad. El principal protagonismo lo tuvieron las canciones de su último disco, así sonaron temas como Deshazte de mí, Te conozco desde siempre, Te voy a olvidar o Ángel caído, entre otros.
No podían faltar tampoco esas canciones que durante su carrera ha compartido con otros artistas, como Que nadie calle su verdad o Devuélveme la vida, y que en esta ocasión interpretaba apoyada en la voz de sus coristas y, por supuesto, en la de sus fans. Así fue intercalando temas recientes con los grandes clásicos, baladas con temas cañeros.
Tras una hora y media de recital se despedía. Pero no fue un adiós, sino simplemente un hasta luego, lo mejor aún estaba por llegar. Quedaba mucho concierto por delante. Malú no podía dejar fuera la canción que la catapultó al éxito hace 16 años: Aprendiz. La cantante ofreció una versión íntima de este tema, que hasta esta gira, solo tenía reservada para lugares pequeños y público reducido.
Ni media nota
“Cada año intentábamos sacar una versión más marchosa de este tema, pero en esta gira he querido dar libertad a esta otra más íntima, que hasta ahora solo había cantado ante grupos reducidos. Para esta gira pensé que por qué no compartirla con todos”, comentaba.
No falló ni en media nota, ni en los altos, ni en los bajos, y la nueva versión de Aprendiz, en la que estuvo acompañada únicamente por el piano, dejaba al descubierto todo su potencial.
Con este regalo seguido de la canción Toda parecía que, esta vez sí, el concierto había llegado a su fin. Muchos incluso empezaron a abandonar el recinto. Pero sus admiradores más acérrimos sabían que no, que aún faltaba la guinda final. San Fernando no se podía quedar sin su éxito Blanco y Negro. Y ahí estaba de nuevo. Malú volvía al escenario y dejaba el micrófono al público, que interpretó casi por completo el que se puede considerar el himno de esta artista.
La madrileña se sentía como en casa. Y no es para menos. “En esta tierra me bauticé y muy cerquita de aquí pasé casi todos mis veranos. Venir aquí me impone mucho”, confesaba algo emocionada. Y en ese ambiente emotivo y de total cercanía con el público ponía, ahora sí, el punto final al concierto. Y lo hacía con una de sus canciones más dulces, la que dedica al colectivo homosexual, Como una flor, con la que consiguió poner al público a bailar una vez más.
Malú demostró que es la reina de los directos y que tiene una voz y una fuerza en escena como pocas. No solo hace disfrutar a su público sino que también ella disfruta a rabiar con cada actuación. No cabe duda de que aquel calificativo de aprendiz se ha quedado obsoleto. Hoy por hoy es toda una maestra de los escenarios.