Adviento en el Tívoli

Publicado: 21/01/2013
Vivir la magia navideña de un lugar como el Tívoli, el famoso parque de atracciones que se inauguró en 1843
No todos los meses de diciembre la nieve llega a Copenhague. Este año, sí lo ha hecho, y aunque las calles estaban heladas, los coches con neumáticos de verano patinaban y hacía un frío gélido por debajo de cero: la Navidad no es Navidad si no está todo de color blanco. ¿No le parece?

En lugares como Canarias puede ser un poco complicado vivir una Navidad blanca, pero en Copenhague, la capital de Dinamarca, es una probabilidad con un alto porcentaje de éxito. Así que dicho y hecho, este año Ana y yo nos hemos escapado unos días a Dinamarca en plena ola de frío a vivir la magia navideña de un lugar como el Tívoli, el famoso parque de atracciones que se inauguró en 1843.

Situado en el centro de la capital, a unos pocos metros del ayuntamiento y de la estación de tren, el Tívoli, el parque de atracciones por excelencia más antiguo del mundo y que tomó su nombre de la ciudad italiana en la que se inspiraron sus jardines, no es sólo una atracción para turistas: es realmente el lugar de peregrinación de todos los daneses y muchos suecos, que acuden en la época prenavideña del adviento en familia a disfrutar del ambiente de este parque. Es realmente complicado encontrar habitaciones de hotel disponibles en Copenhague en diciembre, especialmente en fin de semana. Esto es así porque familias de todo el reino danés, muchas desde Suecia, y empresas que invitan a sus trabajadores, están en el Tívoli para vivir ese espíritu navideño de toque nórdico.

Las atracciones en el Tívoli no son especialmente excitantes  si se las compara con las de parques temáticos: hay algunas montañas rusas, tiovivos y otras clásicas atracciones. Pero, realmente, eso es lo de menos. El Tívoli es en sí una pequeña ciudad de fantasía en la que hay no menos de 20 restaurantes para todos los gustos y bolsillos, puestos ambulantes en los que comer una pizza o una polser (salchicha) o bien tomarse un café. Aunque le vamos a recomendar, si está en Dinamarca en invierno, que se tome un Glögg, la versión escandinava del “vino caliente” con mucho gusto a canela, pasas, azúcar y clavo. Tómese uno y entrará en calor, ya lo verá.

Con el vaso, por el que habrá pagado un depósito de cinco coronas, podrá comprobar la preocupación de los daneses por su medio ambiente: si quiere recuperar la pequeña fianza, deberá llevar el vaso de plástico a una máquina que le devolverá la moneda; así, los vasos sucios se apilan ordenadamente en contenedores subterráneos sin amontonar estúpidas y enormes bolsas de basura. ¿Eficaz? ¿Verdad? Verá a muchos niños recogiendo vasos del suelo para hacer su pequeño negocio en un simpático gesto.

Hay muchas actitudes en Dinamarca que le sorprenderán por su sano juicio. De hecho, el Tívoli se construyó para la gente y las clases populares durante el reinado del rey Christian VIII porque “cuando el pueblo se divierte, no piensa en política”. Corría el año 1843 y los daneses ya nos llevaban un poco de ventaja en muchos temas sociales.

Vaya al Tívoli sobre la hora de la comida, a mediodía, para poder comer ya en el parque y verlo con luz del día. Podrá tomar fotografías y pasear por el parque sin mucha gente. A medida que caiga la noche, sobre las cuatro de la tarde, el parque se va llenando, el cielo pasa de azul claro a azul oscuro, para acabar sobre las cinco de la tarde en un color negro puro.

Las temperaturas siguen bajando pero el parque alcanza un punto de asistencia y animación muy bueno. Quizás es el mejor momento para pasear por las tiendas del mercado de  Navidad y las pequeñas casas que imitan el pueblo de Papá Noel, donde podrá hacer compras de típicos objetos navideños, platos, vasos, tazas, galletas, velas y otros objetos de cocina típicos. Verá entonces que el Tívoli, que curiosamente ha dado nombre a muchos otros parques de atracciones en todo el mundo desde su creación como la ciudad belga de Spa lo hizo con los balnearios, está repleto de familias danesas y suecas. Y es que el Tívoli en adviento es una tradición danesa.

La entrada al parque le costará 95 coronas y sólo le dará derecho a entrar. Si quiere subir a las atracciones, puede comprar billetes sueltos a 25 coronas el ticket, pero vale la pena comprar el “multi ride ticket” por 205 coronas, con acceso ilimitado. Eso sí, ármese de paciencia, que hará muchas colas. Pero vale la pena. Le encantará el Tívoli en Navidad. Dedico estas líneas a Carmen.

Información práctica:

Dónde dormir: Los hoteles en diciembre están caros, así que recomiendo los Bed & Breakfast. Una buena página:  http://www.net-bb.dk.

Cómo moverse: A pie sin duda alguna. Si el alojamiento no está en el centro, el tren de cercanías “S” siempre es una buena y rápida combinación a la estación central a 1 metro del Tívoli. 

Cómo llegar: Hay vuelos directos desde Gran Canaria a Copenhague. Las combinaciones vía Madrid o Barcelona son un buen complemento si no hay billete.

Oficina de Turismo: http://www.tivoli.dk/ Información sobre el parque. Está también en inglés. Precios, restaurantes, atracciones, programas, todo.

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