Una situación que se ha visto alimentada, además, por la visita esta semana a España del secretario de Estado británico para Europa, David Lidington, quien ha aireado la posición inglesa contraria a negociar la soberanía de Gibraltar sin el consentimiento de los gibraltareños.
Los mensajes mutuos empezaron a tensarse el pasado 24 de enero, cuando el ministro español de Asuntos Exteriores, José Manuel García-Margallo, vinculó la cooperación con Gibraltar a que se produzcan avances con Londres en el “tema fundamental de la soberanía”, un asunto del que, ha claró, “solo hablarán España y Reino Unido”.
García-Margallo trasladó esta postura a su homólogo británico, William Hague, con el que coincidió en Bruselas en la reunión de ministros de Exteriores de la UE. “Esta broma se ha terminado”, fue el mensaje que el ministro de Exteriores trasladó a Hague en sus propias palabras.
Según el ministro, los gibraltareños se empeñan en “hablar de soberanía, de jurisdicción, de las cosas que corresponde hablar a los mayores” pero “de jurisdicción y soberanía hablan España y Reino Unido”.
Estas declaraciones encendieron una llama que obtuvo una rápida respuesta del Gobierno británico, que, a través de un portavoz del Foreing Office, señaló que no iniciará conversaciones con España sobre la soberanía de Gibraltar con las que los gibraltareños no estén “contentos” ni “contra su voluntad”.
El debate se calentó el 25 de enero, cuando el propio primer ministro británico, David Cameron, intervino ante la Asamblea Parlamentaria del Consejo de Europa de la Unión Europea, afirmando estar “a favor” del derecho a la autodeterminación del pueblo de Gibraltar.
“Este pueblo, que forma parte del Reino Unido, quiere mantener su estatuto. Yo no hablaría de descolonización, sino de una recolonización, si actuamos en contra de sus deseos”, manifestó.
Sólo un día después, el propio ministro principal de Gibraltar, Fabian Picardo, viajó a Londres, donde mantuvo un encuentro con el secretario de Estado inglés para Europa, David Lidington, el cual le reiteró esta posición de Reino Unido.
Por su parte, ese mismo 26 de enero, García-Margallo envió una carta de queja a William Hague por las declaraciones de David Cameron a favor de la autodeterminación. Por su parte, el titular de Exteriores, que había dado ya por zanjado el Foro Tripartito de Diálogo, se mostró a favor de continuar las negociaciones de cooperación territorial, pero siempre que estas incluyeran a representantes de la Junta de Andalucía y el Campo de Gibraltar.
El martes 31 de enero, Fabian Picardo entró en juego, calentando aún más el debate con unas declaraciones en las que instaba a España a preocuparse más de su elevada tasa de paro que de la cuestión de la soberanía.
Un día después, en medio de este fuego cruzado, David Lidington visitaba España en un viaje oficial en el que volvió a reiterar la posición de Reino Unido, en contra de negociar la soberanía sin “el deseo expresado libremente por el pueblo gibraltareño”, algo que indignó a García-Margallo, que entiende que “contraviene absolutamente la Declaración de Bruselas y el Tratado de Utrecht”.