Aunque hace un año que la Venta de Vargas colgó el cartel de ‘Se vende’, hasta el momento ningún empresario interesado en la compra del emblemático local centenario había visitado físicamente el establecimiento después de pasar los primeros filtros por parte de ORL Inmobiliaria, la agencia contratada por la familia para gestionar su venta.
Una realidad que ha cambiado en cuestión de días, desde que trascendió públicamente la intención de la familia de desprenderse del negocio familiar por la falta de relevo generacional. Desde entonces, el teléfono de la agencia inmobiliaria echa humo. “Tiene más llamadas que el despacho de Trump”, bromea el portavoz de la familia, Lolo Picardo, quien asegura que la agencia está “desbordada”. “Teníamos expectativas, pero decidimos dar un paso más para llegar a más gente y también de otros sitios. La repercusión está siendo buenísima”, reconoce a San Fernando Información.
Prueba de ello es que ya tienen concertadas las dos primeras visitas de dos empresarios de Madrid y Barcelona para esta misma semana, en concreto para este miércoles y el próximo viernes. Dos empresas más que solventes teniendo en cuenta que la Venta de Vargas se vende por cuatro millones de euros. Prudente a la hora de hablar de la identidad de estos primeros empresarios que conocerán este mítico espacio in situ, Picardo sí ha desvelado que los dos candidatos están al frente de empresas de hostelería importantes y conocidas, con una docena de ellas en el caso del inversor catalán.
“Saben a lo que vienen, ya tienen toda la información de la venta, vienen con la foto hecha”, añade el portavoz de la familia, que insiste en que las prisas nunca van a condicionar esta operación. Esta premisa también descarta plazo alguno para recurrir al Ayuntamiento en caso de que el proceso no prosperase. “Nosotros tardamos en vender seis años otro restaurante que teníamos en Tres Caminos. Bulla no hay ninguna y tenemos solvencia. El negocio funciona. El Ayuntamiento es nuestra última opción”, indica.
De la misma forma que tiene claro que la Venta de Vargas, el templo del flamenco y de la gastronomía isleña después de cien años tiene su propia seña de identidad, la familia también es consciente de que no puede obligar a los futuros propietarios a que mantengan la idiosincrasia y la esencia del local, como es su deseo. “Si pone el dinero y quieren comprarlo para hacer un restaurante castellano-leonés, eso no lo puedo evitar; aunque nos gustaría que siguiera la misma línea, así es seguro que no van a perder clientela”, concluye.
