La comunidad educativa del colegio público San Ignacio de San Fernando ha comenzado el nuevo curso en vilo y sin saber a qué atenerse cuando está a punto de cumplirse un año de la declaración en ruina de su edificio de Primaria por parte del Ayuntamiento. A estas alturas, aseguran desde el centro, siguen sin tener noticias del proyecto de ampliación para el que la Junta de Andalucía comprometió dos millones de euros tras su inclusión en el plan de inversiones de la APAE (Agencia Pública Andaluza de Educación).

Desde entonces, el inmueble de titularidad municipal, en el que aparecieron las primeras grietas en 2017, se mantiene sin uso y los alumnos de Primaria afrontan ya otro curso más, y con el actual van tres, en otro edificio de Infantil de este centro. Si se cumplen los plazos previstos, en octubre volverán a ser reubicados, pero ahora en los módulos prefabricados (con una capacidad para cuatro aulas), que se van a instalar en el patio del colegio.

Este mismo martes, coincidiendo con el inicio de las clases, ha empezado a verse movimiento en este emplazamiento, donde ya se apila el material de trabajo para comenzar con las labores de cimentación y anclaje de los módulos y así comenzar a instalar las prefabricadas. Los operarios también tendrán que retirar material (canastas y porterías) de las pistas deportivas, el espacio que albergará las caracolas, como se le conoce popularmente a estas infraestructuras. La previsión es que este mismo mes queden instalados los dos módulos prefabricados para que puedan ser equipados cuanto antes.

El pasado mes de julio la Consejería de Desarrollo Educativo y Formación Profesional, a través de la APAE en Cádiz solicitaba licencia para estas obras complementarias de instalación. De todo el proceso de contratación y adjudicación se informó a la comunidad educativa el 31 de julio en una reunión con representantes de la Delegación municipal de Educación y de la Delegación provincial,  arquitectos e Inspección Educativa.



Ahora solo queda cumplir los plazos y culminar un frente de los muchos que se le acumulan a este colegio, cuyos alumnos inscritos en el servicio de comedor –por ahora 55, pero la cifra es susceptible de ampliarse- se ven obligados cada día a acudir al comedor del CEIP Quintanilla, a unos 400 metros de distancia. Este servicio, junto a la sala de profesores y otras estancias del colegio del edificio de Primaria, también tuvieron que ser sacrificados por el centro tras la clausura del edificio. Pese a lo que tienen encima, el equipo docente no pierde las ganas ni el sentido del humor y este martes los maestros han recibido al alumnado disfrazados de los personajes de Astérix. 

La alcaldesa, Patricia Cavada, no pasaba por alto este martes la compleja situación de este colegio y echaba en cara a la Junta de Andalucía su “falta de agilidad” para solventar la grave problemática que arrastra. “El Ayuntamiento ha invertido y ha finiquitado los trabajos que tenía que realizar”, advierte.