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Los isleños desafiaron al calor para acompañar a la Copatrona

En varios momentos de la noche, la hermandad distribuyó botellas de agua entre los asistentes

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Virgen de la Pastora.

Una gran multitud estuvo en la salida.

La Pastora por Capitanía.

El cuerpo de acólitos.

El cuerpo de acólitos.

La Pastora en la calle Alfonso Berraquero.

La Pastora por la calle Ancha.

La Pastora.

Representación de otras hermandades.

De recogida al templo.

De recogida al templo.

Petalá.

De recogida al templo.

De recogida al templo.

A las 19.30 horas se abrieron las puertas de la parroquia de la Divina Pastora, marcando el inicio del cortejo de la procesión de alabanzas en honor a la Divina Pastora de las Almas. En una tarde marcada por un calor sofocante, la plaza estaba repleta de público ansioso por ver a la Virgen pastoreña. El acompañamiento musical corrió a cargo de la Banda de Música Municipal ‘Enrique Montero’ de Chiclana de la Frontera, mientras que el paso fue llevado, como cada año, por la cuadrilla de hermanos costaleros.

El cortejo estuvo compuesto por hermanos portando cirios, y en él participaron las hermandades de la parroquia, así como las salineras y representantes municipales. Desde su salida, la procesión estuvo arropada en todo momento por una multitud de fieles, que en ocasiones dificultaba el avance del cortejo por las estrechas calles del recorrido. La noche estuvo llena de momentos muy emotivos, como su paso por la calle del escultor Alfonso Berraquero, donde la Virgen hizo una pausa en su andar procesional, o su entrada en la calle Colón, donde un grupo de mayores la esperaban, recibiendo de la hermandad un gesto de cariño al volver el paso hacia ellos.

Uno de los momentos más bonitos se vivió en la calle Ancha, donde una multitud esperaba para acompañar a la Virgen en su bajada por esta emblemática calle cofrade. Otro punto de gran expectación fue su llegada a la calle San Miguel, donde Antonio Alias le dedicó unos bellos versos desde un balcón.

A pesar de que la noche avanzaba, el calor seguía siendo sofocante, pero esto no impidió que una gran multitud permaneciera al lado de la Copatrona isleña. En varios momentos de la noche, la hermandad distribuyó botellas de agua entre los asistentes, aliviando un poco el calor. La llegada de la Virgen a las calles cercanas a su parroquia fue un estallido de fervor y devoción, manifestado en forma de cantos y grandes petaladas, como la de la calle Santo Domingo, donde una multitud se congregó para no abandonarla hasta su recogida final. La procesión concluyó en torno a la 1 de la madrugada, en una plaza abarrotada de fieles que, con emoción, despidieron a la Virgen hasta el próximo año.

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