"Parece ser que había una gran masa social que quería mi vuelta y eso me hace muy feliz"

Publicado: 02/07/2024
Antonio Iriondo se muestra muy ilusionado con su regreso al banquillo del San Fernando doce temporadas después y espera corresponder en el campo
Antonio Iriondo se ha mostrado este martes en su presentación como entrenador del San Fernando como un niño con zapatos nuevos, regresa a su casa doce años más tarde y lo hace dejando una ristra de titulares y mensajes sobre lo que espera que se cimente esta temporada con él como inquilino del banquillo azulino. Con Iriondo se gana en tranquilidad tras unas temporadas convulsas, esa misma tranquilidad y sosiego que trasmite cada vez que abre la boca.

El primero en tomar la palabra fue el presidente, Louis Kinziger, para darle la bienvenida e indicar que “era el día más importante de la temporada”, dejando claro que “me bastaron cinco minutos con Iriondo para saber que apostar por él era la decisión correcta".

Para el máximo mandatario azulino, en entrenador vasco -aunque ruso de nacimiento- cumple con los tres requisitos esenciales para ocupar el cargo y que son “tiene los conceptos claros; unas ideas buenas sobre la manera de gestionar el vestuario; y experiencia y éxitos en Segunda RFEF”.

El protagonista

Las primeras palabras del míster fueron para hablar de su regreso a casa doce temporadas después. “He tardado en volver eh -en tono jocoso-. Tengo que estar agradecido en todo momento de que por fin puedo volver a mi casa después de tantos años. Siempre desde que salí de aquí, por cuestiones que ahora mismo creo que no es el momento de explicar, siempre quise volver. Es por ello que es el momento de darle las gracias al presidente, la comisión deportiva y la afición, que aunque no tenga redes sociales pero todo lo que dicen me llega. Parece ser que hay una gran masa social que quería mi vuelta. Entonces me hace inmensamente feliz volver”.



Iriondo llega avalado por un palmarés plagado de éxitos en forma de ascensos deportivos y, en este sentido, afirma que “la verdad es que me gustaría seguir con la costumbre de seguir subiendo a los equipos a los que entrenó (risas). La  clave ha sido que siempre he tenido la suerte de tener buenos jugadores, un entrenador sin buenos jugadores es muy difícil que logre el éxito. El propósito del ascenso, a mi modo de entender, es una consecuencia. Nosotros tenemos que centrarnos en el día a día, en el presente, ya que el futuro es la consecuencia de que nuestro presente se viva con la pasión y la intención con la que hay que vivirla. Nosotros nos centramos en que el jugador mejore, que despierte la conciencia de la mejora y, si somos capaces de lograr eso, en dos meses seremos los mejores. La consecuencia será hasta donde el fútbol nos lleve. Nosotros vamos a intentarlo por todos los medios porque este es mi equipo”.   

¿Cuánto ha cambiado Antonio Iriondo en estos doce años? Su respuesta es “que tiene doce años más, se le ha caído el pelo y le ha salido un poco de barriga. Lo que sí es verdad es que vuelvo porque me gusta, es el San Fernando y porque tengo la ilusión intacta de seguir mejorando como persona y como entrenador. Y, bueno, voy a ponerle un punto de vanidad; creo que puedo ayudar al club, a los jugadores y a la afición en estos momentos”.

El entrenador azulino se deshace en elogios hacia la figura del nuevo director técnico, David Rodríguez, al que califica como “un grandísimo profesional. Son las sensaciones que te da cuando conoces a una persona estupenda. Está llevando su trabajo como creo que debe de llevarlo un director deportivo, es decir, con mucho sigilo…, hasta conmigo. Me parece muy bien porque es que además piensa en todo y no quiere quemarme si me salgo de mi trabajo, que es el de entrenar. Yo le hice un campograma de cómo quería que fueron los jugadores de cada zona y le dije que él le pusiera los nombres, puesto que es el experto y el profesional que conoce a la gente de todo el país a la que el club pueda tener acceso. Está muy bien delimitado el trabajo de uno y el del otro, lo que hace que no estemos complementando muy bien”.

 Tampoco escatimó en ensalzar a los integrantes de su cuerpo técnico. “Iván no está para jugar, pero si le veis en los entrenamientos…, yo antes era más jugador que entrenador, pero según han ido pasando los años ya no le pego como le pegaba, pero le tengo a él que la pega que supera a todos. Ha sido jugador conmigo en el San Fernando, quiere a este equipo y nos identificamos en la forma de entender el juego, con lo cual no puede haber órdenes contradictorias, que eso sí que puede ser grave para los jugadores. Estamos muy contentos de tener un equipo de trabajo que intuyo que es buenísimo, hemos recuperado a gente de La Isla para el primer equipo. Vicente Navarro es una máquina, lleva una semana trabajando y es tremendo lo que ya ha hecho. En el caso de Isma Falcón yo creo que no sólo hay que buscar a profesionales con experiencia sobrada como jugador profesional. Yo lo he tenido y es una gran persona. Tenemos un grupo humano maravilloso”.

En cuanto al club que se ha encontrado más de una década después, lo tiene muy claro. “En cuestión de infraestructuras parece que he venido a otro sitio, esto no tiene nada que ver con lo que yo viví. En aquella época el equipo creció, pero el club no y ahora ha pasado lo contrario, el club ha crecido una barbaridad y, lamentablemente por las razones que sean, el equipo no lo ha hecho a la misma velocidad. Creo que es para nosotros muy importante buscar el equilibrio entre esas dos cosas”.



Antonio Iriondo habla sobre la posibilidad de que ese isleñismo que se respira en el cuerpo técnico tenga su repercusión en forma de efecto llamada sobre la afición, tras el descenso de categoría. “Yo cuando empecé a entrenar en Segunda Regional no iba nadie al fútbol, sólo las novias de los jugadores. Teníamos una pequeña grada y yo decía que si queríamos que no se viese el cemento y que la gente se divirtiese, los primeros en divertirnos teníamos que ser nosotros porque esto es un juego. Ese efecto llamada estará seguramente secundado por ese juego que nosotros hagamos. Somos los protagonistas y esos jugadores que van a saltar al césped son los que tienen que convencer al público para que venga a vernos porque van a disfrutar. Luego creo que es una cuestión de fe, que crean en nosotros y que empiecen a venir”.

No esconde que espera responder a todo el cariño que le ha mostrado a la afición sobre el verde. “He recibido ese cariño y es recíproco, yo los quiero aunque ellos no lo sepan y no lo ponga en las redes porque es que no tengo. Eso existe y lo veo todos los días cuando voy al supermercado o por la calle, y durante doce años son muchas las veces que me han pedido que vuelva. Me he sentido querido siempre. Pero, por otro parte, he decir que esa responsabilidad de devolvérselo no me hace sentir peso en ningún momento por una razón: nunca en todos los años que llevo entrenando he sentido esa presión porque nadie me ha exigido más de lo que yo me exijo. Cuando me dicen que hay que ascender, tengo claro que eso es una intención y, por eso, hay que vivir con mucha atención a lo que haces en cada momento, y mi objetivo siempre es exigirnos al máximo a la hora de entender este juego. Si somos capaces de hacerlo, pues entonces conseguiremos nuestro objetivo. Yo lo tengo todo enfocado al juego y a los jugadores”.

 

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