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"Empecé en un cuarto de 12 metros cuadrados por el que pagaba 60 euros al mes"

El isleño Antonio Jiménez Aparicio, de 28 años, se lanzó hace ocho a una aventura empresarial con Destino Agencia Creativa. AJE ha premiado su trayectoria.

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  • Antonio Jiménez Aparicio. -

A Antonio Jiménez Aparicio, empresario y emprendedor isleño de 28 años, actualmente le sonríe la vida después de que hace ocho años decidiese poner en marcha su proyecto empresarial: Destino Agencia Creativa. En 2020 con la reactivación económica del país, tras haber ejecutado proyectos económicos de mayor envergadura, se vio en la necesidad de expandir su equipo y establecer una estructura específica para proyectos de Branding, su especialidad en el mercado. Un camino labrado a base de mucho esfuerzo que recientemente ha sido reconocido por la Asociación de Jóvenes Empresarios de Cádiz con el Premio a la Mejor Trayectoria en este año 2024. Da trabajo a cuatro personas, su proyección ya es internacional, pero no todo ha sido un camino de rosas. Esta es su historia...

¿Qué es Destino Agencia Creativa?
—Es algo que empezó como un estudio de diseño gráfico y al final se ha convertido en una agencia, ya que tenemos amigos y proveedores en todo el planeta para que todo el proyecto que se nos encarga a nosotros, salga de la mejor manera posible. Empezamos en un habitáculo de 12 metros cuadrados en la calle Real frente a Capitanía, luego lo cambiamos por necesidades de trayectoria para que tuviera una sala de reuniones y que el cliente, cuando viniera a visitarnos, viera una empresa seria, no ese habitáculo en el que nos chocábamos con las sillas mi compañero y yo. Y al final, con el crecimiento orgánico de la empresa, porque yo siempre he pensado que las cosas se tienen que hacer paso a paso, hemos ido avanzando. Cuando empezamos hacíamos carteles de Carnaval, para Feria, cartas de restaurantes, carteles de discoteca, jejeje. En fin, muchas horas de trabajo y de salir muchas veces a las dos de la mañana de ese habitáculo, pero que al fin del al cabo nos ha llevado a que ahora tengamos unas oficinas en pleno centro de San Fernando mucho más amplias, con cuatro empleados y a que estemos trabajando tanto a nivel nacional como internacional.      

Cuando se habla de proyectos Branding, ¿a qué se hace referencia exactamente?  
—Depende de donde te vayas dentro de la geografía española, pero sí que es verdad que en Andalucía está entrando fuerte esta cultura del diseño, de cuidar la imagen, de generar confianza en el público objetivo, etc. El término de Branding lo que hace realmente es englobar todas las piezas gráficas que van desde el logotipo, darle unos valores a un proyecto, una misión y un objetivo. Todo ello conlleva una primera fase  por parte nuestra de investigación y análisis, en la que hacemos cinco entrevistas a los clientes para que nos hablen de su proyecto y cómo ha ido evolucionando. Luego toda esa información se plasma en un aspecto gráfico con el objetivo de conectar con ese público al que va dirigido, o para que un consumidor compre ese producto. Eso conlleva que tengas que estudiar gamas cromáticas, formas de tipografía, como se comporta el comercial que va a vender ese producto, como debe de ir uniformado..., todo eso y un sinfín de piezas es Branding. Depende también de la envergadura del proyecto, hay clientes que necesitan una base de un 40 ó 50 por ciento, mientras que hay otros a los que les tiene que decir como tiene que ir el dossier, como tiene que entregar la tarjeta de visita, es decir, todo eso hay que conectarlos para que la marca funcione.         

¿Cuánto ha evolucionado el Antonio Jiménez Aparicio que venía hace más de diez años por la sede de este medio para dar a conocer que había ganado el premio de un cartel de feria al actual?
—Yo empecé a trabajar llamando a las puertas de los bares y de discotecas, además de algunos artistas locales. Lo hablaba con mis padres el otro día, yo estudie en la Compañía de María hasta la ESO, porque el Bachillerato Artístico allí no lo tenían. Ellos en aquel momento querían lo típico de los padres, es decir, que fuera abogado o ingeniero, pero yo decidí salir por ese camino. Sí que es verdad que mi padre vio algo en mí desde muy pequeño y no me puso trabas, ya que siempre estaba trasteando con los ordenadores y me gustaba el mundo de la tecnología. Luego, cuando ya hice el Bachillerato Artístico en la Escuela de Arte en Cádiz, pase con Matrícula de Honor a la reserva de dos plazas que dan para estudiar Diseño Gráfico. Lo hice y, como ya he comentado en alguna ocasión, hemos comido muchísima mierda, con perdón de la palabra. Llegar a tener un porfolio o que la gente valore tu trabajo es bastante complicado, sobre todo porque emprender desde esta zona en la que estamos es muy difícil. Entonces sabíamos que teníamos que llegar a un sector donde había y hay gigantes, pero nos hemos labrado un hueco granito a granito. Hemos pasado de los carteles de discotecas que he comentado antes a que le gente se diese cuenta de que era importante apostar por esa cultura del diseño y de la imagen, y en ese momento nosotros éramos aquí la agencia de referencia. Del nivel local pasamos al nivel provincial, luego empezamos a tocar bastante clientes a nivel de Andalucía, pero llegó la pandemia...          

 

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Un momento delicado, ¿no?
—Todo eso cae y yo me quedo en mi casa con la bata y todos mis trabajadores conectados por videollamada. Fue entonces cuando les presenté un proyecto al que tenía ganas de concurrir y era hacer una marca de ciudad desde el punto de vista turístico, como la que ganamos que fue la marca Ciudad de Murcia. Fue todo un reto, puesto que en aquel momento se nos cayeron muchos clientes, nos pusimos manos a la obra e hicimos una propuesta técnica. Todo este proceso va por la Plataforma de Contrataciones del Estado y empezamos a licitar. Pasados los meses del confinamiento que se empezó a reactivar todo, nos llegó el resultado de la licitación, a la que se habían presentado 19 agencias a nivel nacional, y los ganadores fuimos nosotros. Es en ese momento cuando tú dices que técnicamente somos buenos. A partir de ahí se empieza a cosechar un buen porfolio para que podamos llegar a más clientes y, sobre todo, de ese nivel. Tras lo de Murcia nos presentamos a la marca de ciudad de Alcobendas y también nos lo llevamos. Poco a poco se ha ido labrando un futuro, pero pasará lo que el destino quiera, por ahí van también los tiros de nuestro nombre. Lo que sí es verdad es que con esfuerzo, constancia y con la gente que tengo trabajando conmigo no me va a quedar duda que, aunque sea, lo vamos a intentar.             

Es de suponer que, tras ganar ese proyecto, se la abrieron muchas puertas.
—Claro, nos ha llevado a trabajar con clientes como Celopman, con el que le llevamos todo y que cuenta con 57 tiendas a nivel nacional, tenemos a Audi y hemos tenido el Betis.

¿Cómo fue lo del Betis para un bético como usted?
—Pues fue una llamada a la puerta a través de Linkedln a una directora de marketing que tenían allí y le enseñamos nuestro trabajo. Al día siguiente me respondió para concertar una reunión con el club. Y dije, pues mira vamos a cumplir un sueño. La verdad es que fue una etapa muy bonita, pero también me cogió en el momento más alto de la empresa y en el momento más bajo mío. Al menos ganamos la Copa del Rey.    

Deja entrever que no todo ha sido un camino de rosas...
—En mi trayectoria he pasado por momentos muy buenos y por momentos muy malos. Por desgaste, por presión, por estrés tuve hace dos años una temporada bastante fastidiada en la que tuve incluso que pedir ayuda a un psicólogo para que me empezará a gestionar ese estrés, ligado con una ansiedad crónica por las noches de darle vueltas al coco cuando me acostaba y a esa presión. Fui a un médico de Sevilla que me hizo ver que la salud mental para un creativo es muy importante, pero yo creo que es importante para todo. Yo ahora mi horario laboral a las seis de la tarde se corta, el mundo no se va. Incluso se lo digo a mis empleados que a las seis de la tarde apaguen el ordenador.  

Pero todo ese esfuerzo de estos años al final empieza a tener su recompensa, e incluso a lo mejor firmas que antes llamaban a su puerta y no entraban, ahora han vuelto a llamar para quedarse y trabajar con vosotros.  
—Yo siempre pensaba que si poníamos toda la carne en el asador por nuestra parte, algo bueno tenía que llegar. Y, sobre todo, haciendo buenas propuestas técnicas y valorando nuestro trabajo para que el de fuera te vea de otra manera. Esto lleva miles y miles de hora, no de una persona, sino de un equipo. Mucha gente se cree que el diseño es darle un botón y eso no es así. Retomando un poco la pregunta, ahora es verdad que cuando te llaman a la puerta y viene un cliente nacional, internacional o llegas a una licitación y te valoran la propuesta técnica..., me ha llevado a llegar a la conclusión de que lo que se está haciendo, va bien encaminado. No sé que traerá, pero por ahora algunos frutos está dando. Está este premio que nos ha dado AJE Cádiz, va a salir un proyecto de un cliente que espero que ya no salga nunca del estudio y, todo esto, al fin de al cabo te motiva y enchufa a todo el equipo. El buque va en buena dirección.     

Hablando un poco del premio de AJE Cádiz a la Mejor Trayectoria, ¿era esperado?
—La verdad es que no. Es cierto que llevaba ya varios años intentando presentarme a esta candidatura, pero por motivos laborales nunca pude hacerlo, y este año que lo he hecho ha caído. Agradecerle a la Asociación de Jóvenes Empresarios de Cádiz, a la Junta de Andalucía, a la Universidad de Cádiz y a la Confederación de Empresarios de la provincia el hecho de que hayan valorado el proyecto y mi trayectoria.  

¿Cómo se presenta uno a un premio de estas características?
—Lo que te piden, al fin al cabo, es que hagas una memoria de toda tu trayectoria, distintos documentos económicos, tu vida laboral y tu DNI. La verdad es que cuando me entregaron el premio me emocioné. Que te den un reconocimiento te toca un poco la patata, porque es entonces cuando echas la vista atrás y te das cuenta la de vueltas que te has pegado para que llegue un momento así.   

Rebobinando un poco en la entrevista, ¿y con el paso del tiempo qué le dicen ahora sus padres de esa decisión que tomó de hacer ese Bachillerato artístico?
—Mi padre es una persona seria y muestra poco sus sentimientos, aunque por dentro esté orgulloso de lo que me está pasando. Por ejemplo cuando firme el contrato con el Betis se lo pasó a todas sus redes de contacto y lo mismo con este premio. Pero luego es verdad que es una persona que hace que estas cosas no se te suban a la cabeza aunque estés trabajando con el mejor cliente posible. Yo llego a casa y me dice que tal Nonín, cómo estás y a renglón seguido qué, mucho trabajo, pero ya está, ahí se termina. El otro día cuando me dieron el premio me abrace con él y con mi madre.  Ella estaba muy emocionada llorando y él me dio el abrazo y lo que me dijo fue: enhorabuena máquina, eres el mejor. Sabe cuando te tiene que decir las cosas. Yo siempre les tendré que agradecer a mis padres que me enseñaran que para conseguir las cosas sólo hay dos formas; trabajo y lucha. Mis padres a mi, por ejemplo, no me han podido pagar un autobús para ir a estudiar el Bachillerato de Bellas Artes, pero mi madre se levantaba a las cuatro de la mañana para llevarme a la parada del autobús y montarme en el primero que salía para ir a Cádiz a estudiar. No todo al final es el aspecto económico y darte la palmadita en la espalda, sino que al fin al cabo todo ese esfuerzo se ve de otra manera.     

¿Cómo de difícil es ser emprendedor y serlo en la provincia de Cádiz?, ¿qué consejo le daría a alguien joven que, a lo mejor, ve en usted un espejo en el que mirarse?
—Emprender es de valientes y empezar a labrarte tu futuro con un proyecto empresarial... Yo lo que siempre aconsejo es que desde un primer momento tengamos los pies en el suelo, ya que tal y como sales de una escuela tú no tienes experiencia. Yo me iba con mi carpeta de dibujo todos los días a enseñar mis dibujitos y, por suerte, Difusión Gráfica fue la primera agencia que me fichó cuando salí de la escuela. Javi, que en aquel momento se convirtió en mi jefe, fue el que un poco me marcó el camino de por dónde tenía que tirar. Al año de estar en dicha agencia me tuve que salir porque ellos decidieron cerrar la difusión gráfica, pero todos los clientes con los que yo trabaje durante ese periodo me arroparon y se vinieron conmigo. Es verdad que en ese momento tuve un poco de suerte, por eso la empresa se llama también en parte Destino, porque creo que me ha puesto en los momentos claves en los sitios indicados. A eso hay que sumarle el esfuerzo y la constancia, porque ya le digo que si no es así, nunca le va a llegar. Insisto en que yo siempre he pensado que mi proyecto tenía que labrarse muy poco a poco. Con decirle que empecé con un alquiler de 60 euros y una cuota de autónomo de 60 euros de esas que te dan seis meses. Yo decía, 120 euros, con que yo haga cinco o seis carteles para la calle me sale a cuenta. Mi pareja, con la que llevo doce años y me aguanta muchísimo, recuerdo que llegaba y le decía hoy he ganado 50 euros, dónde vamos. Esas son las cosas que yo recuerdo cuando te dan un premio de estos, porque me parece muy bonito. En definitiva, pienso que todo emprendedor tiene que hablar con su proyecto, preguntarse si es viable o no lo es y si tiene nicho de mercado. Yo conozco a agencias de mi sector que han nacido con diez empleados y que, muchas de ellas, puede ser que lleguen, pero el fracaso también puede ser más rápido. La claves es el granito a granito. Y también tienen que tener en cuenta que cuando salen de la escuela, tienen que aprender y se tienen que llevar muchos palos en la calle como los que yo me he llevado con miles de clientes.                        

¿Sigue teniendo clientes de esos antiguos que le siguen pidiendo cartas para bares o carteles para discotecas?
—Sí claro. Hay clientes a los que les tengo mucho aprecio y que no los quiero perder. Por ejemplo, trabajo con una productora de eventos y con esa productora yo en mi vida la voy a soltar. Y ellos lo saben, me da igual la carga de trabajo.   

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