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Escrito en el metro

La globalización del aula

Concluyo cuantas formas diferentes tenemos de entender el mundo más inmediato, nuestros territorios,  y también que es posible hacerlo desde lenguas distintas

Publicado: 11/10/2023 ·
13:27
· Actualizado: 11/10/2023 · 13:27
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  • Aula universitaria. -
Autor

Salvo Tierra

Salvo Tierra es profesor de la UMA donde imparte materias referidas al Medio Ambiente y la Ordenación Territorial

Escrito en el metro

Observaciones de la vida cotidiana en el metro, con la Naturaleza como referencia y su traslación a política, sociedad y economía

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Aun estoy asombrado con la composición del alumnado de este curso. La mayoría no son malagueños, casi la cuarta parte son extranjeros. Franceses, italianos, mexicanos, portugueses, árabes, nórdicos y argentinos que se entremezclan con españoles procedentes de distintas comunidades autónomas, valencianos, asturianos, canarios y con andaluces de pueblos y capitales. Ello me ha llevado sobre la marcha a reconcebir la asignatura, dedicada a la planificación territorial. He tenido que reconsiderar los conceptos y definiciones del programa, ya que las referencias se centraban en nuestro entorno próximo, Málaga, la Costa del Sol o Andalucía. El esfuerzo es grande porque además mi andaluz, a veces cerrado, les hace más difícil comprender las ideas que intento introducirles. Con paciencia repetitiva finalmente estamos logrando un marco comunicativo y de entendimiento. Después de una semana de clase observo que su nivel de atención es gratificante.

Explicar que nuestra costa es un dominio público inalienable e imprescriptible le resulta sorprendente a Lucca, porque en Italia las playas son privadas y hay que pagar por acceder a ellas. Hacer comprender a los escandinavos la trashumancia y que ello supone que tengamos más de cien mil kilómetros de vías pecuarias respetables por encima todo al ser un bien estratégico común, les resulta sorprendente. El que en España el suelo sobre el que construir tenga carácter privado y pueda ser objeto de especulación, transgrede sus coordenadas de un recurso que de por sí es limitado. Pero sus caras alcanzan el grado de atónitas cuando, por esa razón, conocen el embrolloso mecanismo por el que se debe garantizar que el interés general debe prevalecer sobre el particular, a veces sin éxito, como les explico.

De todo ello concluyo cuantas formas diferentes tenemos de entender el mundo más inmediato, nuestros territorios,  y también que es posible hacerlo desde lenguas distintas. Lo que tengo ante mí no es una torre de Babel que acabará con la construcción de la humanidad, sino más bien al contrario una torre sólida en la que irán engranándose lo mejor de cada experiencia. A estas alturas me produce una gran satisfacción ver que el aula es un crisol de culturas para los que tienen que forjar el futuro. Es extraordinario verlos trabajar en grupos, interrelacionarse desde la alegre juventud y oponer sin supremacías sus puntos de vista.

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