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La reina Isabel II, su visita a La Isla en 1862 y el 'bautismo' del bienmesabe

Se dice que en un viaje que realizó le dieron de merendar cazón en adobo y dijo su ya famosa frase “que bien me sabe”.

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Reivindicar el bienmesabe y su origen en San Fernando allá por mediados del siglo XIX es la intención que año tras año, y ya van cuatro, se marca la Cofradía Gastronómica Isleña Los Esteros para conmemorar la celebración del Día Mundial de Bienmesabe. Y en este 2023 de nuevo las conferencias y la degustación gratuita de este rico manjar han marcado la jornada diseñada por dicha entidad de San Fernando con motivo de tan curiosa efemérides.

Y, como curiosidad, una de las conferencias organizadas llevaba por título La visita de Isabel II a la Bahía de Cádiz, que tuvo lugar el 2 de octubre de 1862 y que, mitad leyenda mitad realidad, se cuenta que fue gracias a dicha reina y su estancia en San Fernando que el cazón en adobo pasó a denominarse bienmesabe como se le conoce hoy día por estos lares.

En poco más de media hora el Doctor en Historia y tarifeño José María García León relató los hechos acontecidos y, de camino, abrió un hilo conductor que le valió para desmenuzar qué comían los isleños de aquella época, con qué se divertían, cómo de desplazaban o la aparición  de las primeras cuñas de publicidad sobre negocios en distintos medios de comunicación de aquella época.

En efecto, el 2 de octubre de 1862 la Reina Isabel II, “buena borbona en el sentido amplio de la palabra y querida por el pueblo”, apunta el historiador, visitó Cádiz y aledaños para tratar de congraciarse con esta zona del sur debido a numerosos conflictos relacionados con el mundo del campo.

Aquella visita tuvo unos costes desorbitados por los festejos organizados tanto en Cádiz como en San Fernando, dejando una deuda a las arcas de la vecina localidad de 375.000 pesetas de aquellos años.

Isabel II llegó a la localidad isleña en un remolcador a La Carraca y visitó varias dependencias militares, como el Panteón de Marinos Ilustres, antes llegar al balcón del Ayuntamiento y saludar al pueblo -se estima que en aquella época San Fernando estaba rondando los 26.000 habitantes-.

La visita se prolongó por espacio de unas cinco horas desde las tres de la tarde hasta las ocho de la noche, antes de que la reina partiese en ferrocarril hacia Cádiz. Pues bien, en plena merienda en el Ayuntamiento le dieron a probar lo que por aquel entonces se conocía como cazón en adobo y ella pronunció su ya famoso “que bien me sabe”, quedando bautizado como bienmesabe.

Leyenda o historia real. Sobre este particular, García León señala que “es cierto que no hay documento oficial que lo certifique, como tampoco lo hay con el grito de ¡Viva la Pepa!, por eso yo siempre digo que si no es verdad, es verosímil y ahí quedó para siempre ese nombre del bienmesabe”.
Un hecho que llevó al doctor en Historia en indagar sobre, además del bienmesabe, qué alimentos eran los que se consumían en esa segunda mitad del siglo XVIII en San Fernando.

Se lo llevaban a Sevilla

Para ello, e investigando, ha hallado y encontrado documentos significativos de la época como el firmado entre los años 1870-1880 por el intendente de La Carraca, José María Carpio, quien en un escrito reflejaba la presencia de pescados como borriquetes, pargos, brecas, besugos, gallinetas o salmonetes. Sin embargo llamaba la atención sobre el hecho de que “no se cuenta con los cazones, que se los llevaban por ferrocarril hasta Sevilla”.

“Eso da buena cuenta de que ya por aquella época ese producto era tratado como una exquisitez, al ser trasladado a más de cien kilómetros y con los costes que suponía en transporte para esa etapa histórica”, indica José María García León, quien además cuenta, a modo de anécdota, que por aquel entonces la caballa no tenía demasiada valía desde el punto de vista gastronómico, hasta el punto de que el intendente de La Carraca lo calificaba como “alimento de los pobres de verano”.

Café soluble, babas de caracol para la piel, tintes para el pelo y toda las clases de vinos ya se consumían en San Fernando hace 180 años, apuntó durante la conferencia García León.

El doctor en Historia llamó también la atención sobre la aparición de las primeras publicidades de la época, como una del año 1830 en la que rezaba lo siguiente: “Dueño de la Fonda del Turco de San Fernando ha abierto una nueva pastelería en la calle Real atendida por un pastelero italiano y cuenta con el reparto de pastelitos de carne, empanadas, queso de cerdo..., y las personas que gusten podrán disponer de toda clases de pescado...”, y al final del mismo incluso se recogía que el negocio tenía sitio para estacionamiento.

García León también se detuvo en otra cuestión que le llamó la curiosidad durante el estudio y es que el consumo de leche no era el mismo en Cádiz que en San Fernando, puesto que en la capital la que se tomaba era de cabra, debido a la ausencia de zonas de huerta y vaquerizas, mientras que en el caso de la localidad isleña la que se consumía era de vaca. Y es que cabe recordar que San Fernando sí que tenía bastante espacios de cultivo y de crianza de animales en aquellos años.

Las distracciones

Otro de los apartados que abordó el doctor en Historia durante su conferencia fue la manera en la que disfrutaba de su tiempo de ocio la gente que habitaba San Fernando en la segunda mitad del pasado siglo XIX. Se sostenía fundamentalmente en tres pilares que, prácticamente, se mantienen a día de hoy como son los toros, el teatro o el Carnaval.

Sin embargo, también se destilaban espectáculos a pie de calle de hombres y mujeres forzudos, o del hombre innifugo, según aparecía reflejado en algunos de los rotativos que se repartían en la calle en aquellos tiempos.

El fin del análisis desarrollado por José María García León se detiene en los medios de transportes que existían por aquel entonces. Por un lado, la localidad isleña contaba con una parada del ferrocarril desde el año 1861.

Y llama la atención que también había otra opción de hacer el trayecto entre San Fernando y Cádiz de ida y vuelta. Era en diligencias, que realizaban tres viajes al día y cuyo punto de partido se localizaba justo delante de la actual oficina de Correos de la calle Real. El trayecto se cubría en una hora y media y, en función del sitio que se adquiría, los precios del peaje oscilaban entre los tres y los ocho reales.

En definitiva, una radiografía del San Fernando de la época gracias al bienmesabe.

El desarrollo de la IV Jornada Gastronómica del Día Mundial del Bienmesabe contó también con otra disertación a cargo de la doctora en Biología Remedios Cabrera Castro, cuya conferencia llevó por título Entre redes y frituras, descubriendo el cazón andaluz.
Posteriormente se desarrolló una mesa redonda que contó con  la participación de representantes de varios sectores como los hosteleros Antonio García Ruiz o Alfonso García Mayor de Londoño, el sumiller Bulpe Rodríguez, Antonio María de Horeca, Juan Manuel García de Lomas de Ctqua y José María García León, doctor en Historia.

Bienmesabe de oro

La jornada se cerró con una degustación gratuita de bienmesabe en Yeyo Celebraciones y la entrega del I Bienmesabe de Oro, que en esta primera edición ha sido para la alcaldesa Patricia Cavada.

 

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