Javier de la Cruz nació en 1900 en Villanueva de la Serena (Badajoz) y estudió medicina en Cádiz. Al terminar la carrera se trasladó a Chiclana, donde se instaló en la calle Corredera, primero y, luego, en Segismundo Moret.
Desde su llegada, en 1927, destacó por su enorme profesionalidad y por la atención a los más necesitados, a los que no sólo no cobraba, sino que incluso ayudaba económicamente. Tal comportamiento hizo que muy pronto fuera reconocido como el médico de los pobres. En Chiclana crió a sus tres hijos, uno de los cuales, el mayor, Juan, siguió los pasos de su padre y ejerció la medicina.
Su prestigio fue ascendiendo y en abril de 1931 fue designado alcalde de Chiclana, cargo que ejerció hasta julio de 1932. Volvió a desempeñar esta función en febrero de 1936, hasta el 19 de julio del mismo año, cuando fue destituido por la autoridad militar.
Al estallar la Guerra Civil debió huir, escondiéndose en Conil, desde donde seguía realizando atenciones médicas a los más necesitados. Todo el mundo sabía dónde estaba, pero nadie le denunció. En este tiempo, su esposa y sus tres hijos se trasladaron a Cádiz, donde recibieron el apoyo familiar, puesto que fueron desposeídos de todos sus bienes.
Finalizada la Guerra Civil, el nuevo régimen le condenó a una multa de 5.000 pesetas y al destierro: debería permanecer a una distancia de al menos 150 kilómetros de Chiclana. Cumpliendo la pena, le sobrevino una enfermedad que avanzó muy rápidamente y que el 27 de septiembre de 1944 acabó con su vida.
El instructor del expediente ha sido el antropólogo y concejal del Ayuntamiento de Chiclana José Luis Aragón Panés, que durante siete meses ha recabado numerosa información sobre Javier de la Cruz, en la que destaca la personalidad íntegra, la magnanimidad y la honestidad del médico. “Representa a la perfección el espíritu de la Segunda República”, según se ha podido manifestar desde el Ayuntamiento chiclanero.
Javier de la Cruz tuvo un final trágico. Permaneció oculto durante ocho años viviendo en unas pésimas condiciones y ya a punto de morir sus compañeros y amigos lo llevaron junto a sus familiares. Como apunta la Asociación por la Recuperación de la Memoria Histórica Política y Social de Chiclana “murió victima de la represión y desterrado del pueblo por el que luchó”.