La tempranera lluvia del Domingo de Ramos atemorizó a los cofrades, pero la tarde mejoró y permitió la salida de las tres cofradías. Sabían que había riesgo conforme se acercara la madrugada y con ello salieron a la calle. A las 20,30 horas la lluvia apareció y cogió a las tres en la calle.
La hermandad de Cristo Rey salía puntualmente a su cita, tras la apertura de puertas del pregonero de la Semana Santa, Eduardo Albarrán, con una calle Real llena de público. La alcaldesa, Patricia Cavada, dio el primer toque de llamador del misterio de La Borriquita, mientras el futbolista David Barral hizo el de la Virgen de la Estrella. El misterio salió con los compases de la nueva agrupación Esencia Tres Caídas, que se estrenaba en la Semana Santa, con la marcha Cristo Rey de Miguel Ángel Román. Como novedad, hubo que destacar la talla del canasto trasero, el manto de la Virgen y la nueva distribución de la candelería del palio. Antes de que la banda del Nazareno, que acompañó a la Virgen de la Estrella. interpretara la marcha Y en Triana, la O, de Jesús Joaquín Espinosa, allí estaba el saetero Manuel Lucas, Rosco de Oro 2016, cantándole a la Virgen de la Estrella y ofreciendo la primera saeta de la Semana Santa.
La Humildad y Paciencia salió a la calle tras los toques de hermanos y ya en la calle, del cargador distinguido de 2016, Pedro Plácido. Los pasos se giraron hacia la sede de UPACE, ubicada junto a su parroquia y la cofradía avanzó después con ritmo, al compás de la agrupación Ecce-Mater, tras el Cristo; y de la banda Maestro Agripino Lozano, tras la Virgen. El paso del Señor de la Humildad mostró las nuevas cartelas en sus respiraderos, entre otras novedades. Todo parecía ir de dulce, hasta que la lluvia apareció.
Por su parte Columna, brilló en la tarde, a pesar del chubasco. Fue la primera en pasar por Cayetano del Toro para dejar a un lado Las Cortes y resaltó el nuevo Simpecado de la hermandad, obra del taller Virgen del Carmen. También la Virgen de las Lágrimas lució una nueva saya bordada, por Dolores González. La agrupación Virgen de las Lágrimas acompañó el paso de misterio y la banda de la Sociedad Filarmónica de San Fernando, el palio de Lágrimas. Al final, el paso de misterio se recogió con los sones de La Esencia de un Barrio, de Sergio Larrinaga. La misma esencia que dejó de vivir el barrio de la iglesia Mayor, que se quedó sin cofradía el Domingo de Ramos. Era una ocasión especial, pues la cuadrilla de hermanos cargadores tenía ganas de celebrar en la calle su XXV aniversario.
La hermandad de la Borriquita hizo su itinerario al completo y aceleró el ritmo en el último tramo, sobre todo el paso de palio de la Virgen de la Estrella, para recogerse a las 21,00 horas. No le quedaba otra opción, pues la lluvia apareció y había temor a que continuara. Por su parte, Columna acortó su itinerario por La Herrán y Real, dejando al barrio esperando para otro año. Era una decisión lógica. En el caso de la hermandad de Humildad y Paciencia se encaminaba directa a su iglesia de la forma más rápida, aunque con esperanza de poder hacer con más tranquilidad su itinerario. Pese a ello, la cofradía optó por lo que tenía previsto desde el mismo sábado, que no era otra cosa que el camino más recto camino al templo, siempre y cuando la cofradía de Cristo Rey dejara la calle Real libre para seguir. De esta forma, la hermandad del barrio de la Ardila siguió por Real y se perdió el callejón de la Compañía de María. Hubo lamento en la hostelería de la zona por esta medida, aunque comprendida. Los cargadores de la JCC hicieron un gran esfuerzo y eso lo reconoció el público con aplausos cada vez que tocaban fondo.
Fue un chubasco, pero lo suficiente para temer lo peor ante la inestabilidad, que obligó a tapar al Cristo de Humildad con un plástico cuando pasaba por la Plaza de la Iglesia. Borriquita con su recogida a las 21,00 horas y en el caso de Columna con la Cruz de guía a un paso de la puerta, a la misma hora. Pronto se acabó el primer día de la Semana Santa. La inestabilidad del tiempo acortó en demasía el primer día de la Semana Santa, en el que estaban depositadas muchas ilusiones.