El Valle del Genal vive en estas fechas su particular primavera de cobre, y es que su entorno medioambiental privilegiado regala en estos días estampas de ensueño ya que, con el paso de las jornadas otoñales, el paisaje va cambiando progresivamente cubriéndose de tonalidades marrones, amarillas, doradas y ocres, un fenómeno natural que se produce durante la caída de las hojas de los castaños.
El ‘Bosque de Cobre’ tiene una extensión de unas 4.000 hectáreas que se ubican en los términos municipales de los 15 pueblos que componen el Valle del Genal: Algatocín, Alpandeire, Atajate, Benadalid, Benalauría, Benarrabá, Cartajima, Faraján, Gaucín, Genalguacil, Igualeja, Jubrique, Júzcar, Parauta y Pujerra, localidades que tienen una larga tradición en torno a la castaña. Los vecinos de estos pueblos se muestran orgullosos de su entorno natural, que es visitado durante todo el año por una gran cantidad de turistas que buscan el contacto con la naturaleza y una oportunidad de descubrir hermosos paisajes.
Las actuales restricciones impiden la movilidad entre municipios como mecanismo para intentar frenar la pandemia de Covid-19, por lo que en estos días sólo los habitantes del Valle del Genal están teniendo la oportunidad de disfrutar de su entorno. Pese a ello, durante las jornadas previas a la implantación de las nuevas medidas para frenar la ola de contagios de coronavirus, y en la misma tónica que en los últimos años, fueron muy numerosos los visitantes que recibió la comarca. En este sentido, Francisco Macías, alcalde de Pujerra, uno de los municipios con mayor extensión de castañar, ha reclamado a la Diputación Provincial de Málaga ayudas específicas para las localidades de la zona, ya que "se ha puesto en marcha y se promociona continuamente el ‘Bosque de Cobre’, pero no se presta apoyo ni se destinan recursos económicos a los municipios que formamos parte del mismo para el mantenimiento de esta iniciativa”, subrayó Macías.
El castañar es una formación forestal de considerable importancia ecológica, cultural y económica para la Serranía de Ronda en general y el Valle del Genal en particular. Sus valores son indiscutibles desde el punto de vista paisajístico, como soporte de numerosos oficios y tradiciones, como generador de productos agroalimentarios y, cuando los castañares pintan de amarillos y ocres el paisaje, como atracción para un turismo que desea disfrutar de un entorno mágico que aporta un verdadero placer para los sentidos.