En una entrevista con la agencia Efe, Viñas confiesa que nunca ha ocultado sus simpatías hacia Juan Negrín, que siempre le pareció, “con diferencia, el mejor durante la Guerra Civil, pues Azaña fue bastante ineficaz durante la contienda y además como presidente de la República no tenía capacidad ejecutiva”.
Según asegura Ángel Viñas, “Azaña fue un buen analista, intelectual y escritor, pero no era un hombre de acción y durante la guerra se hundió como otros, como Prieto, pues la guerra es un matahombres, tanto física como psíquicamente, y Negrín aguantó bastante bien la guerra”.
Como ya hiciera en los dos volúmenes anteriores, Viñas desmonta algunas “mentiras”: “Es falso que la República fuera a evolucionar hacia una dictadura comunista, pues estuvo orientada exclusivamente hacia las democracias occidentales y además Stalin no tenía interés en montar una república parasoviética por no tener el apoyo popular ni del Partido Comunista”.
Viñas justifica el apoyo que Stalin proporcionó a los republicanos porque “quería demostrar a las potencias fascistas del Eje que la agresión a la URSS sería resistida por las armas, y a los franceses que los soviéticos estaban a favor de una política de seguridad colectiva”.
En El honor de la República, el historiador argumenta que “Franco quería deliberadamente una guerra larga”, algo que, en su opinión, queda demostrado en abril de 1938 cuando las tropas sublevadas toman Lleida y “en vez de atacar Barcelona, que estaba casi sin defensa, se lanzaron sobre Valencia, por tanto, fue Franco y no Stalin quien salvó a la República durante un año más”.
Igualmente, la derrota de los soldados italianos en Guadalajara, “victoria pírrica para los republicanos”, fue fruto de “la astucia de Franco”, quien, de este modo, “fue un acicate para Mussolini, quien no quiso perder ninguna batalla más y para ello entregó a Franco todas las armas y aviación que pidió”.
El mito del “Negrín marioneta de los comunistas” fue, según Viñas, una construcción de Indalecio Prieto, “un personaje muy inteligente, que como ministro de Defensa había pedido armas a la URSS”.
Tras acabar la trilogía, Ángel Viñas prepara junto con Fernando Hernández Sánchez un nuevo libro, que podría ser considerado la apostilla de los tres anteriores, centrado en el final de la Guerra Civil y el papel de los comunistas.