Con 75 años recién cumplidos, la escritora estadounidense Jean Auel encontró "inspiración" en la cueva prehistórica de Altamira (Cantabria) para enmarcar la última aventura de la joven cromañón Ayla, protagonista de la popular saga "Los hijos de la Tierra".
"La conozco mejor que a muchos de mis amigos", explicó la autora en una entrevista concedida a EFE en Londres con motivo de la promoción del sexto y último libro de la saga: "La tierra de las cuevas pintadas", cuyo lanzamiento mundial está previsto para el 29 de marzo.
Las aventuras de Ayla, que cuentan su vida desde que tiene tan sólo cinco años de edad hasta su madurez, comenzaron en 1980 con la publicación de "El clan del oso cavernario" y culminan con esta última obra.
Con la publicación de la novela a finales de marzo, la escritora, que lleva más de 30 años relatando las peripecias de su protagonista, cierra una etapa que ha durado casi la mitad de toda su vida y durante la que ha vendido más de 3 millones de copias en España y 35 millones alrededor del mundo.
"Aún no la he dejado marchar del todo", declaró Auel sobre su personaje protagonista, figura que, ante sus ojos, ha "cobrado vida propia".
La última entrega de la saga explora la vida de una Ayla madura, casada y madre de una hija, durante su entrenamiento para convertirse en jefa espiritual y curandera o "zelandoni" de su tribu.
Para ello ha de realizar un largo viaje junto con la actual "zelandoni" para visitar los sitios sagrados para su clan, que son también la puerta a una conexión profunda con la Madre, creadora de la tierra y los hombres en esta cultura.
Para escribir el libro, Auel buscó inspiración en cuevas españolas como las de Altamira, a las que considera "increíbles" por la forma en la que los hombres prehistóricos utilizaban los pliegues naturales de la caverna para dar relieve y mayor realidad a los animales.
"Si observas las imágenes a la luz de una antorcha y te mueves, da la sensación de que ellas lo hacen contigo. Ellos sabían lo que estaban haciendo, sabían que creaban cierta magia", declaró Auel, al tiempo que consideró que las cuevas de Santillana del Mar "deben ser protegidas".
Más allá de su investigación, la escritora reconoce haberse tomado licencias literarias con relación a aspectos de la época que nos son desconocidos, como las ceremonias matrimoniales o el uso del lenguaje, que muchas veces basa en culturas contemporáneas.
"Lo que quiero es reflejar una sociedad cazadora y recolectora y para ello leí muchísimo sobre sociedades de ese tipo", comentó.
Más que ser fiel al cien por cien a la prehistoria, Auel pretende destacar la importancia de los sentimientos en sus libros y reflejar una imagen contraria a la que normalmente tenemos de los hombres de las cavernas, influenciada fundamentalmente por el cine y la televisión.
"Podemos identificarnos con emociones como la de perder un hijo o cuidar de alguien que está enfermo", explicó, para alegar a continuación que las personas que vivían hace 30.000 años, "aunque no se parecían a nosotros en muchos sentidos", sí tenían sentimientos "que todos podemos entender".
La parafernalia comercial formada alrededor de "Los hijos de la tierra" dura ya treinta años y cuenta con un sinnúmero de admiradores, pero al contrario de lo que ha sucedido con otras sagas como la del mago juvenil "Harry Potter" o "El señor de los anillos", no existe más que una película rodada sobre ella, del año 1986, que pasó por taquilla sin hacer demasiado ruido y no fue del agrado de la autora.
"Me han vuelto a proponer muchas veces hacer películas, pero quiero aprobar el guión y eso a ellos no les interesa", comentó Auel, que dijo sentirse muy "descontenta" con cómo se gestionó el traslado de su obra a la gran pantalla.
Tras denunciar a los productores para que le devolvieran los derechos de sus primeros tres libros, Auel no se ha querido arriesgar a convertir su saga en un producto cinematográfico.
"Mis hijos pueden hacer las películas y vender los derechos porque no serán tan sensibles como yo a que todo sea fiel a la historia", observó.
Con este último libro, las aventuras de Ayla parecen haber llegado a su fin, ya que Auel niega la posibilidad de escribir una séptima parte y, además, desea tomarse un descanso.
"Se estaba alargando demasiado, pero con todo el material que tengo que no quiero desperdiciar, nunca se sabe. Tal vez los hijos de Ayla puedan llegar a España", bromeó, tras señalar que "mientras pueda", seguirá escribiendo.