Villeneuve se niega a aceptar la derrota en el camino hacia la paz en Oriente Medio, pero lo busca desde una peculiar perspectiva: asumiendo que "nuestra identidad se construye sobre rabias y cóleras que nos esclavizan", asegura en una entrevista con Efe.
"Incendies", basada en la obra teatral de Wajdi Mouawad, cuenta la historia de dos gemelos libanocanadienses, Jeanne y Simon Marwan (interpretados por Mélissa Désormeaux-Poulin y Maxim Gaudette) que tienen que lidiar no sólo con la muerte de una madre poco dada al cariño, sino a las sorpresas que les depara el testamento: en él descubren que tienen un padre y un hermano que desconocían.
Así, el filme de Villeneuve comienza sin miramientos a desgranar conflictos de gran complejidad: el de una familia desestructurada que busca la semilla de su divergencia y el enfrentamiento de razas, religiones e ideologías que crea el crisol de Oriente Medio, centrándose en el conflicto libanés de 1982.
"Incendies" habla de la facilidad para errar en alguna de las tantas parcelas de la vida: de una madre que entregó su vida para ser una heroína de su pueblo, pero bloqueó las puertas de la emoción hacia sus hijos. O de un azar que pone en evidencia la caprichosa crueldad de la violencia.
El mensaje de Villeneuve es claramente dialogante: "Para poder llegar a vivir plenamente un amor hay que ser capaz de replantear ciertas partes fundamentales de nuestra identidad heredadas de nuestra infancia. Esas cóleras cíclicas son las que nos impiden amar y no poder amar nos impide llegar a ser adultos".
"Incendies" es el camino de búsqueda de ese trauma que genera el bloqueo emocional a los protagonistas, pero las piruetas del destino les reserva un terrible desenlace que desdobla los sentimientos entre lo familiar y lo político.
La mezcla, que se podría haber derramado hacia el exceso, es moderada por Villeneuve. "Lo que más me gustaba de la obra era que tiene una extraordinaria una capacidad reactualizar la tragedia griega en un contexto moderno. Pero si en la obra de teatro los personajes están siempre al borde de la explosión. pero yo he trabajado la contención, la implosión", resume.
Inspirado por el "mejor retratista del dolor, Ingmar Bergman" y como admirador del "gran maestro de las sagas familiares, Francis Ford Coppola", "Incendies" busca el equilibrio: "Hay una cantidad de acontecimientos dramáticos que pueden rozar lo grotesco. Cada secuencia podría llegar a dar para una película en sí misma", asegura.
Y en ese trabajo de síntesis, que hace que las distintas capas del filme se vayan solapando hasta formar un rompecabezas irrespirable, refleja la impersión que le causa "la violencia de la repetición".
"Me impresionaba de Yasir Arafat con sucesivos presidentes estadounidenses, como una obra de teatro que se repetía hasta el fin. Esta obra, precisamente, tiene la idea de romper y acabar con ese ciclo estéril", comenta.
Y como siempre que se abre el camino la esperanza, ¿hay que plantearse si el optimismo es todavía útil? "Lo que más me gustaba de la obra es que no escondía ningún tipo de cinismo. La esperanza es real y, sin dejar de mostrar la complejidad del conflicto, la pelicula apuesta por romper el ciclo de odio y de rabia tanto en el nivel de la intimidad como de lo social", asegura.
Pero aunque haya visto pasar ante sus ojos la posibilidad del Óscar -que fue finalmente para "En un mundo mejor", de la danesa Susanne Bier- cree que el beneplácito estadounidense es una gran victoria en sí misma.
"Estados Unidos es un país muy interesante en el que enseñar la película y me conmueve que la película les haya gustado. Ahora, como el cine también tiene la función de construir puentes entre cultura,tengo muchas ganas de enseñar la película en Oriente Medio", concluye.