Antonio Domecq lució una buena monta en el manso primero, al que colocó un sólo rejón de castigo, luciéndose en banderillas al atacar de frente y dándole al toro sus ventajas. Un rejoneo clásico y puro, de mucha verdad, pero mal rematado en la suerte suprema, perdiendo ahí la oreja.
El portugués Rui Fernandez se fue a la puerta de chiqueros para recibir a su toro, clavándole un rejón en todo lo alto. La mala condición del astado obligó mucho al jinete, que estuvo seguro. Las palmas finales al jinete y los pitos al arrastre del toro lo dicen todo.
Cartagena atacó dos veces con el rejón de castigo al quedar enhebrado el primero. En el segundo tercio mezcló los dos estilos, entre la espectacularidad de las piruetas y violines, y la ortodoxia de ir de frente y reuniéndose limpiamente al estribo.
Mató de forma fulminante y aunque la plaza estuvo blanca un buen rato en la petición del doble trofeo, el presidente sacó sólo un pañuelo.
Galán tuvo un toro muy agarrado al piso, sin emoción. El toro, paradísimo al final, no le ayudó a la hora de matar.
El portugués Joau Moura, Jr., cuajó una actuación asimismo limpia. El presidente tampoco atendió la petición de oreja.
Y ya Leonardo Hernández, con un astado manso, echó mano de los quiebros para poder clavar banderillas, midiendo mucho tiempos y distancias. Dos orejas. efe