La Sierra de Lújar (Granada), donde un incendio calcinó hace ahora dos años 2.000 hectáreas de gran valor ambiental obligando al desalojo de 600 vecinos, está experimentando una buena restauración espontánea de la vegetación, también del alcornocal, que tiene una gran capacidad de "regeneración" y está rebrotando en algunas zonas.
Las actuaciones que la Junta y el Gobierno emprendieron tras el incendio, declarado el pasado 8 de julio, se centraron en preservar el suelo con la creación de un gran dique y de barreras naturales con piedras y troncos calcinados para contender los sedimentos, con una inversión global de 600.000 euros, según ha precisado a Europa Press el jefe de Servicio de Gestión del Medio Natural de la Delegación provincial de Medio Ambiente, Borja Nevot.
Sin embargo, la actuación de las administraciones se centró en el área de dominio público, que supone aproximadamente el cinco por ciento de todo el monte que se quemó. El resto está en manos de particulares, incluyendo todo el alcornocal, que es el entorno de mayor valor ambiental y forma parte de pequeñas fincas privadas, cuyos propietarios son los competentes en realizar los planes de restauración.
Algunos ya lo han hecho, y de hecho la Consejería de Medio Ambiente ha dado el visto bueno en este tiempo a varias actuaciones en fincas privadas donde el beneficio viene de la explotación turística, el pasto para el ganado, la caza y la extracción de corcho del alcornoque.
Estas intervenciones se están centrando en la retirada de la madera muerta y quemada, que por ley no puede usarse para obtener beneficios económicos al proceder de un incendio; pero la recuperación del alcornocal de la Sierra de Lújar se prevé lento.
La Junta tiene previsto hacer un estudio hidrológico en la cuenca afectada por el incendio que permita definir nuevas actuaciones en el futuro y hacer balance de lo que "vaya bien para reforzarlo", pero cualquier actuación en monte privado tendrían que hacerla los propietarios.
Pese a ello, el jefe del Servicio del Medio Natural explica que la corteza del alcornoque, de donde se extrae el corcho, es un aislante térmico y le defiende contra el fuego, lo que unido a su gran capacidad de regeneración está favoreciendo que algunos estén volviendo a brotar. A ello se suma la presencia de otras especies como el matorral, que se ha recuperado en gran parte; los palmitos y los brezos y que arrojan una "restauración espontánea de la vegetación relativamente buena".