En este vigésimo quinto sábado consecutivo hubo 18.900 manifestantes en todo el país y 1.460 solo en París
Los "chalecos amarillos" volvieron este sábado en Francia a las rotondas, lugar en el que comenzó a crecer el movimiento contestatario a mediados de noviembre pasado, en una protesta con una participación mínima y sin incidentes violentos de importancia.
En este vigésimo quinto sábado consecutivo hubo 18.900 manifestantes en todo el país y 1.460 solo en París, frente a los 23.600 y 2.600, respectivamente, de la semana pasada, según el Ministerio francés del Interior.
A pesar de que los "chalecos" elevaron la cifra global a 40.291, frente a los 60.711 del pasado sábado, esta jornada demostró que, aunque la protesta mantiene el pulso al presidente francés, Emmanuel Macron, la caída de la participación es progresiva y ha alcanzado su mínimo desde su inicio.
Junto a las marchas en las principales ciudades del país, acapararon también el protagonismo las concentraciones en algunas rotondas, en respuesta al llamamiento que proliferó estos días en las redes sociales.
"Lugares de encuentros, de intercambios y de organización de la lucha, su toma parece crucial para la continuación de las hostilidades. En el segundo aniversario del reino de Macron, cumplamos la peor pesadilla del gobierno y juntémonos en las rotondas", clamaba su manifiesto.
Las autoridades mantuvieron un fuerte dispositivo de seguridad para evitar los disturbios que marcaron la manifestación del Primero de Mayo, cuando grupos de encapuchados conocidos como "black blocs" y algunos "chalecos amarillos" se enfrentaron a las fuerzas del orden en la capital.
En París hubo diez detenidos, la mayoría de forma preventiva, precisó a Efe la Prefectura de Policía.
En general, predominó la calma este sábado, en el que para evitar altercados volvieron a estar prohibidas las concentraciones en puntos considerados sensibles de París, como los Campos Elíseos o la plaza de la República.
La movilización coincidió con un manifiesto publicado en el diario "Libération" por más de 1.400 personalidades del mundo de la cultura, como las actrices Juliette Binoche y Emmanuelle Béart, que apoyaron al movimiento y criticaron el uso de la fuerza policial.
"La violencia más amenazante es económica y social. Es la de ese gobierno que defiende los intereses de unos en detrimento de todos", apuntaron los firmantes, que instaron a usar su poder, "el de las palabras, de la música, de la imagen", para apoyar a quienes "luchan en la calle y en las rotondas desde hace meses".