Tras muchos años en los que su nombre siempre quedaba como finalista, el escritor Juan Marsé ganó ayer el Premio Cervantes 2008, el más importante de las letras hispanas, “por su decidida vocación por la escritura y por su capacidad para reflejar la España de la posguerra”.
Ésas son algunas de las razones que manifestó el presidente del jurado, José Manuel Blecua, en la rueda de prensa en la que el ministro de Cultura, César Antonio Molina, hizo público el fallo del premio, que en esta edición está dotado con 125.000 euros, 35.000 más que en años anteriores.
Molina dijo que había intentado ponerse en contacto con el ganador, pero tuvo que darle la noticia a su mujer porque Marsé se había ido al médico.
Como Marsé ha sido candidato tantos años, el ministro dejó claro que el Cervantes no se le ha concedido “para saldar ninguna deuda”. Este premio se le da “para agradecer la labor continuada de años y para reconocer una gran obra literaria, que a los de mi generación nos ha acompañado durante años”, añadió.
Juan Gelman, miembro del jurado, señaló con su habitual ironía que el Cervantes no saldará ninguna deuda, “pero sí le permite saldarlas al escritor que lo gana”. Marsé, prosiguió el poeta argentino, “es un gran escritor que ha marcado a varias generaciones”.
“A mí me resulta muy notable que con una economía de medios y una precisión en los adjetivos que pocas veces se encuentra, la obra de Marsé refleja su preocupación por el tema del otro, vinculado a la lengua”, añadió.
La edición del Cervantes es también la primera que se celebra tras haber cambiado el año pasado el Ministerio los criterios de composición de su jurado, para dar más presencia al mundo de las letras y de la cultura en general y menos a las instituciones dependientes del Gobierno.
La candidatura de Marsé fue propuesta por varias instituciones, entre ellas por la Real Academia Española.
UNO DE LOS AUTORES MÁS JÓVENES DE LA GENERACIÓN DE LOS 50
El nuevo Premio Cervantes, Juan Marsé (Barcelona, 1933), es uno de los miembros más jóvenes de la Generación de los 50, un “estigma” ese de ser escritor del realismo, como él mismo dice, que ha sobrellevado con la exigencia que le dicta un apasionado y visceral sentido de la ética.
Un compañero de generación, José Manuel Caballero Bonald –candidato al Cervantes como Marsé– asegura que nadie como él ha sabido auscultar la Barcelona de posguerra ni reflejar la marginación y pobreza de entonces y que es el que, de entre todos ellos, tiene una más saludable capacidad indagatoria.
A pesar de que quizá sea uno de los escritores españoles de los que más novelas se han llevado al cine –desde ‘El embrujo de Shangai’ a ‘Últimas tardes con Teresa’– y que ha hecho los guiones de varias de ellas, en los últimos tiempos ha renegado tanto del Séptimo Arte que está inmerso en un libro que es un “pequeño ajuste de cuentas” con los guionistas y directores.
El escritor nació el 8 de enero de 1933 en Barcelona como Joan Faneca Roca, cambiado a Marsé Carbo por su familia adoptiva.