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Motor

Toyota Rav4 hybrid Luxury: muy convincente

Toyota ha lanzado una nueva generación (la quinta) del Rav4 que poco -salvo las medidas exteriores- tiene que ver con el que acaba de sustituir

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Decir SUV, gasolina, con caja automática y con un tamaño de más de 4,50 metros de largo era hasta ahora sinónimo de vehículo con un consumo superior a los 8 l/100 km. Pero si a esta lista de deseos se le sumaba además que la potencia superase los 200 CV... lo de los ocho litros podría parecer casi de ciencia ficción.

Con todas estas variables, el consejo más racional de compra sería el de un todocamino de las mismas características, pero con motorización diésel, que es más eficiente y con unas emisiones contaminantes cuanto menos similares a las de un gasolina (en Nox, porque en CO2 -que es uno de los principales causantes del cambio climático- está por debajo).

Sin embargo, los mensajes alarmistas de los políticos sobre el diésel han hecho que muchos conductores ni siquiera se lo planteen como opción viable.

Para éstos, y para el resto de conductores que quieren disfrutar de las últimas tecnologías motrices, decirles que Toyota ha lanzado una nueva generación (la quinta) del Rav4 que poco -salvo las medidas exteriores- tiene que ver con el que acaba de sustituir.

La primera gran diferencia que presenta es que solo puede adquirirse con motorización híbrida. Ésta es de nueva generación y se ofrece con dos potencias: 218 CV y 222 CV.

La de menor fuerza está ligada a las versiones de tracción delantera, mientras que la segunda está reservada a las de transmisión integral.

La incorporación de un segundo motor eléctrico en el eje delantero permite dotar al Rav4 de tracción a las cuatro ruedas y, en paralelo, aumenta la potencia conjunta de los tres motores.

Efe ha probado una unidad 4x2, que se mueve con un motor de gasolina de 2.487 c.c., cuatro cilindros, 177 CV a 6.000 rpm y un par máximo de 221 Nm entre 3.600 y 5.200 rpm.

A éste le asiste otro eléctrico de 120 CV (en el caso de las versiones 4x4 habría un tercer propulsor eléctrico de 54 CV). La potencia conjunta de ambos es la referida de 218 CV.

El motor eléctrico recibe la energía de una batería que está situada entre los asientos traseros y el eje posterior.

La batería (de níquel-hidruro metálico) se recarga bien mediante un generador eléctrico que alimenta el propulsor de gasolina o bien con la energía que se produce al frenar el vehículo y que éste recupera.

Nunca enchufando el coche a un poste eléctrico de recarga, ya que el Rav4 es un híbrido y no un híbrido enchufable (que, dependiendo de las marcas, pueden recorrer hasta 54 kilómetros en modo 100% eléctrico).

Esto no es posible con el Rav4, cuya batería es mucho menor y permite teóricamente recorrer una distancia máxima de dos kilómetros con cero emisiones.

Es teórica, porque dependiendo de la temperatura exterior (si llevamos conectado o no el climatizador) dicha distancia se puede reducir a pocos metros. También puede suceder lo mismo si aceleramos con decisión (a veces se logra llegar a una velocidad próxima a los 50-60 km/h sin que salte el motor de combustión).

Toyota lo que asegura al respecto, y es fácilmente comprobable, es que en ciudad serán muchas las veces que en el cuadro de relojes leamos el acrónimo EV, que significa que el vehículo va a en modo eléctrico.

Incluso en autopista también podremos contemplar esas dos letras mágicas cuando la carretera tenga un descenso pronunciado y dejemos de acelerar para que el coche vaya en modo vela.

La principal ventaja de esta motorización híbrida es que veremos en el ordenador de viaje una cifra de gasto de combustible de 6,3 l/100 km.

Aunque la marca le ha homologado un consumo de 4,2 l/100 km, destacar al respecto que nuestro gasto de 6,3 l/100 km en un vehículo de gasolina de más de una tonelada y media y con carrocería SUV (mucho menos aerodinámico que una berlina) es de quitarse el sombrero.

Otra de las grandes mejoras que se aprecian en el nuevo Rav4 es que aceleraciones y ruido del motor están más acordes que en la generación anterior.

Ahora cuando se acelera el ruido del propulsor llega más tamizado al interior, no como en el modelo al que ha sustituido o como podía suceder en el anterior Auris (al que ha relevado el nuevo Corolla).

Todo va más acompasado, a lo que ha contribuido enormemente el aumento de potencia, así como una mejor gestión del engranaje epicicloidal (que es el responsable de los cambios de marcha).

Exteriormente, el nuevo Rav4 es un centímetro más bajo (ahora mide 1,68 metros de alto), medio centímetro más corto (4,60 metros de largo) y un centímetro más ancho (1,84 metros). El peso también ha disminuido en 35 kilogramos, hasta los 1.665 kg.

Con la opción de elegir el techo en un color diferente a la carrocería el vehículo goza de una imagen más juvenil, más en línea con la tendencia a personalizar los vehículos que se vive últimamente.

Lo mismo sucede con la última moda de los fabricantes de unir los faros traseros visualmente. Toyota ha optado por un embellecedor cromado, mientras que otras marcas han elegido un catadrióptico o bien una barra de led.

En la delantera el cambio más llamativo es la nueva parrilla que adopta el vehículo para refrigerar el motor, cuando en el anterior modelo había más profusión de plástico que de rejilla.

En la vista lateral los cambios son aún menores, por lo que es más difícil distinguir a una unidad de la anterior generación y otra de la nueva.

En el interior los cambios son más vistosos y transmiten una mayor sensación de calidad. El nuevo cuadro de relojes ahora se divide en tres: a la izquierda tenemos una semiesfera que informa de si recargamos o gastando la batería, en el centro una amplia pantalla TFT y a la derecha el testigo del combustible y la temperatura del motor (en la parte baja).

En la pantalla del medio se puede consultar la propulsión del vehículo, la brújula, las indicaciones del navegador o activar los asistentes a la conducción.

Esta pantalla es complementaria de la que está situada en una posición elevada en el centro del salpicadero, y en la que se puede ver, con mayor detalle, el monitor de energía, el gasto de combustible, la emisora seleccionada, el mapa de navegación o la fuente de entretenimiento elegida, entre otras funciones.

También es donde nos proyectará la cámara trasera lo que sucede detrás de nuestro Rav4.

Novedad al respecto es que también podemos consultar en el retrovisor interior lo que tenemos en la zaga.

Los asientos delanteros calefactables y el climatizador bizona, así como los cargadores USB e inalámbrico para el móvil reflejan la calidad y el confort que se ha buscado para este superventas de Toyota, que cuenta con numerosos espacios para dejar las llaves, el móvil o las bebidas, además de diferente documentación.

Atrás los pasajeros dispondrán también de suficiente espacio en altura y en longitud para hacer largos viajes. En el túnel central tienen salida de aire (no es regulable la velocidad, ni la temperatura) y cargadores USB.

Pensando en ellos la amortiguación tiene un tarado algo blando, lo que al conductor le puede transmitir alguna sensación de flotabilidad en curvas cerradas, en las que un cambio de apoyo exigente le recuerda que no se trata de un turismo, sino de un SUV con una carrocería que está a 19 centímetros del suelo y con un centro de gravedad más alto.

El maletero es alto y profundo, gracias a que los pasos de rueda no son muy invasivos. El doble fondo ha hecho que la rueda de emergencia se haya sustituido por un kit reparapinchazos, que no es la mejor solución para adentrarnos por el campo.

La boca de carga está en una posición cómoda, lo que facilita la colocación de bultos, y la apertura del portón es eléctrica.

En conclusión, el Toyota Rav4 puede ser la cuadratura del círculo para muchos conductores que no saben qué comprarse.

Es un coche familiar, con consumo ajustado, con carrocería suv (la más demandada) y con etiqueta ECO.

Los modos de conducción (Eco, Normal y Sport) te ofrecen la posibilidad de elegir entre un vehículo tranquilo u otro con más chispa a la hora de moverse, sin que los 218 CV que tiene le hagan convertirse en un todocamino de reacciones nerviosas.
 

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