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El jardín de Bomarzo

El fuego amigo

Nadie puede culpar al presidente Rajoy de la presunta cleptomanía de Cristina Cifuentes y desde luego por ella no se le puede exigir responsabilidad alguna

Publicado: 27/04/2018 ·
09:34
· Actualizado: 27/04/2018 · 09:34
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Nadie puede culpar al presidente Rajoy de la presunta cleptomanía de Cristina Cifuentes y desde luego por ella no se le puede exigir responsabilidad alguna, pero distinto es la sensación de caída libre en la que ha entrado un PP empeñado en convertirse en ejemplo de la Ley de Murphy y que por mucho que se intente agarrar al salvavidas de su gestión económica para sacar al país de la crisis está haciendo lo único no permitido en política y es el ridículo. Lo demás, más o menos, puede tener un pase, el ridículo jamás. Por esta razón su máximo responsable debería plantearse ya dar un paso al lado porque de lo contrario no hay recuperación posible, el PP necesita urgente un cambio porque ha entrado en una deriva peligrosa que, a buen seguro, aprovechará Ciudadanos, donde cada día ven más factible que el efecto Macron se repita aquí. El asunto Cifuentes tiene otras connotaciones. Pero Cristina, ¿cómo presentas esa denuncia? Van a ir a por ti seguro", advertencia de un compañero de partido ante la denuncia  llevada a cabo por ella sobre las contrataciones de la Ciudad de la Justicia y hechas en el mandato de Aguirre. Cristina, sin inmutarse,  puso en su Twitter: "Tenemos tolerancia cero con la corrupción, venga de donde venga. Hoy, una prueba más...”, lo que al parecer provocó que la advertencia del compañero subiera de nivel: "Cristina, con esto te has ahorcado". Para reflexionar... Y en la reflexión podemos ahondar, entre otras cosas, qué fácil es conseguir que una posible enfermedad y dos tarros de crema cosmética de gama media llegue a todos los españoles  y la denuncia de Cifuentes sobre contrataciones millonarias no haya tenido ni la cuarta parte de repercusión -para pensarlo...-. Lo que nos lleva de un lado a lo bastante asqueroso en que se ha convertido la política y los que propician esta situación no saben, o acaso sí, el daño que al oficio le hace por cuanto lo degenera, lo envilece, lo rebaja a gente bajuna capaz de hundir así a un ser humano y lo desacredita aún más cara al electorado. De otro, cómo medios de comunicación convertidos en sicarios editoriales se prestan a semejante juego sucio, sin pudor, sin ética ni estética, convirtiéndose en hienas de quien les alimenta y, de paso, olvida que la hiena solo es fiel a su hambre y terminará por comerse la mano del amo. Sin contar el verdadero fondo de todo, un sistema presuntamente corrupto en el que estás conmigo o contra mí y en este último caso, lo pagas. 

Esta maniobra interna del partido demuestra, una vez más, que el fuego amigo, aquel que sale de tu propia trinchera, es el peor, el más peligroso porque un adversario te quiere ganar mientras que un enemigo, que fue amigo, te quiere destruir y lo hace sin piedad, porque conoce tus debilidades, como el hecho demuestra. Por no hablar del negro panorama que le quedan a muchos concejales del PP que deben nadar contra corriente, estigmatizados y sin tener culpa alguna. Los tarros de Cifuentes embadurnan la cara de todo el partido, pese a que solo ella sea responsable. Pero también, quizás el PP prefiere embadurnarse con crema anti-edad a 20 euros que no con el cemento de obras millonarias presuntamente contratadas de forma irregular. Regenera y recupera la luminosidad es lo que promete la crema, objetivos que no vienen nada de mal al partido.  

Todo en un PP, además, con peligrosa tendencia a tomarse con mucha calma cualquier decisión de cambio y hay veces que las decisiones de Estado requieren de ese doble temple gallego, pero otras no. Ponerle distancia siempre a todo, a veces mucha distancia, resulta desesperante tanto para un electorado y/o militancia que para según qué cosas necesita de más agilidad como para mucha gente del gaviota team desconcertada y que desde hace bastante deambula cual ejército con su cuadro de mando bloqueado. Y así, bloqueado, es imposible avanzar.

Viendo el panorama político actual, cabría preguntarse el grado de tristeza que sienten históricos ya retirados, observando en qué se está convirtiendo el noble oficio. Uno de ellos obtiene el tercer grado estos días, Pedro Pacheco, ex alcalde de Jerez y que lo logra en este su mayo jerezano que, justo es reconocerlo, tanto le debe por lo que hizo para que la Feria del Caballo luciera como lo hace y obtenga reconocimiento múltiple por ser abierta a todos y ese Gran Premio de España de Motociclismo que cada año coloca a Jerez, Cádiz y Andalucía en el centro del foco del mundo.

Pedro"La justicia es un cachondeo" fue para Pacheco como para Cifuentes su Twetter, pero Pacheco sumó enemigos no sólo dentro del ámbito judicial sino en el mundo político durante 24 años y eso es mucho, demasiado. Pacheco fue durante muchos años el imbatible, el autor indiscutible del gran cambio de Jerez, de la puesta en valor de la clase media jerezana, del aumento de la calidad de vida, levantando una ciudad moderna, en muchos ámbitos referente del resto de municipios y ayudó a mucha gente con cargo a las arcas municipales -mediante procedimientos no del todo legales muchas veces- dándoles trabajo o, en otros casos, subvenciones. Todo ello le llevó a acumular éxitos electorales arrasando en urnas. Y nada de esto se perdona, los enemigos políticos agazapados esperan el momento propicio de declive, que siempre llega, para aplicar el acoso y derribo y para esto valen dos tarros de crema o, en el caso de Pacheco, dos contrataciones a amigos que pronto dejaron de serlo -el fuego amigo quema...-. A partir de ahí, todo vale y lo mucho bueno no cuenta. Es lo que tiene cuando uno entra en caída libre. 

El mantra de que la ruina del Ayuntamiento fue su obra tapó lo demás, el tesón por poner Jerez en lo más alto y su respuesta a todo el que le pedía solucionase, su problema. Los datos señalan que la ruina llegó con los dos gobiernos de pacto, pero un mantra se instala y sólo el transcurso de años permite poner cada cosa en su sitio. El para muchos mejor alcalde de Jerez pasó a convertirse en el repudiado y la inquina contra él desplegó sus efectos y consiguió el resultado. Dos años y ocho meses en prisión sin conseguir un permiso; tres años y cinco meses hasta conseguir el tercer grado y, entre tanto, un castigo por tener en su celda un peligroso crucifijo y unos libros, aunque en realidad fue castigado por ayudar a compañeros de reinserción social a presentar escritos de reclamaciones. Ahora toca la adaptación a esta sociedad que tantas veces habrá analizado desde la soledad de su celda, desde su forzada abstracción. Una sociedad que requiere urgentemente la autentica reinserción social porque la venganza, crueldad y corrupción que siempre existieron deviene en fortalecida con el imperio de la mentira y la manipulación de la opinión popular, propagada y alimentada por algunos medios y sobre todo por un internet incontrolado que consigue destrozar al más pintado y de forma impune en lo que se tarda en escribir un tuit o un comentario en Facebook. Sólo la fortaleza que caracteriza a Pacheco y las manos amigas podrán ayudarle a encontrar las coordenadas correctas para ubicarse con serenidad, paz y comedida alegría ante el nuevo capítulo de su vida en un mundo que ya poco tiene que ver con el que conocía y creyó erróneamente dominar.  

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