De aquí en adelante, el Málaga CF solo jugará finales. Las que se disputan en casa computan el doble. Con esa mentalidad lo afrontan los jugadores de un Pepe Mel que definió este viernes a la perfección lo que su equipo debe interiorizar: "Seríamos inconscientes si pensamos que es un partido más, tenemos que dar un paso hacia adelante". El objetivo no es otro que salir de la zona de emergencia y hacerlo ya: "Pensamos que lo podemos hacer en el mes de enero", espetó Mel.
Enfrente, un Burgos peligroso que llega en mala dinámica (una victoria en los últimos cinco partidos), pero en una situación envidiable. Son cuartos con 38 puntos y están a una victoria de meterse en el podio. Son el equipo menos goleado de la categoría (13 goles) y juegan como grupo compacto. Mel destacó en rueda de prensa el juego de su rival, al que calificó como "un equipo de autor que con su entrenador, Julián Calero, lo está haciendo muy bien con dos años a un gran nivel" y con los futbolistas que "se saben de memoria el libreto: la clasificación habla por sí sola".
Es momento de agitar la coctelera y se avecinan cambios en el once. Lago Junior apunta a titular, al igual que Delmás y una más que posible oportunidad para Arvin Appiah. Escassi, Genaro y Ramón faltarán por lesión, por lo que N'Diaye, Luis Muñoz, Febas o Villalba quedan como centrocampistas con hueco en la alineación.
Es un doble o nada lo de este sábado. Ganar sería un alivio que podría multiplicarse en alegría si Ponferradina pierde contra el Eibar y Racing cae en Alavés. Mucho que ganar, pero también mucho que perder: una derrota ante el Burgos podría suponer quedar a ocho puntos de la salvación si a Racing, Ponfe o ambos les da por ganar, e incluso una hipotética destitución del entrenador, ante lo que Mel dijo que "esto es fútbol y cuando uno se dedica profesionalmente sabe lo que hay".
"Tengo claro por qué lo digo, pero no es porque no sienta apoyo o confianza, nada de eso, todo lo contrario. Sólo es que sé cómo se maneja el fútbol y cuando uno está en descenso y no gana, lo normal es que se abra otra vía", consideró Pepe Mel, quien agregó que "van a hacer cuatro meses y no pensaba que tardaría tanto en salir de esta situación, sinceramente, mentiría si dijera otra cosa".
Mel fue sensato. Sabe que el discurso se le acab y sus jugadores son cada vez más señalados. Él se hizo cargo del equipo "con toda la ilusión del mundo y pensaba que a estas alturas habría sacado la cabeza y andaría mirando con optimismo la tabla", pero "no está siendo así y está costando mucho". Eso sí, tiene claro que bajar los brazos y rendirse "nunca es una opción". No se contempla otro batacazo en casa ante una afición cansada de decepciones.