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Lo que queda del día

El PSOE, a escena

El PSOE provincial concurrirá al próximo congreso federal del partido bajo la identificación absoluta con Espadas y Sánchez, pero dividido en las formas

Publicado: 04/09/2021 ·
20:51
· Actualizado: 04/09/2021 · 20:51
  • Juan Carlos Ruiz Boix al frente del sector crítico del PSOE provincial -
Autor

Abraham Ceballos

Abraham Ceballos es director de Viva Jerez y coordinador de 7 Televisión Jerez. Periodista y crítico de cine

Lo que queda del día

Un repaso a 'los restos del día', todo aquello que nos pasa, nos seduce o nos afecta, de la política al fútbol, del cine a la música

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El término elegido fue “regeneración”, que procede de la “acción de regenerar o regenerarse”; es decir, “abandonar hábitos o conductas que se consideran perjudiciales”. Y el término lo eligieron los representantes mismos del partido después de la derrota en unas elecciones municipales, con el objetivo de reivindicar que se diera paso a gente joven e iniciar una nueva etapa. En el fondo lo que reclamaban era un relevo, pero el término por sí solo sonaba bien, tuvo bastante impacto y lo lograron, pero alguien recurrió al diccionario y, de fondo, persistió el ambiente de familia a disgusto.   

Era la primera vez que presenciaba una de las sonadas divisiones internas que ha atravesado el PSOE a lo largo de los últimos cuarenta años, sin importar el ámbito ni la realidad del presente. Cualquiera diría que es una especie de necesidad, que en un momento determinado, como poseído por el espíritu del vizconde de Valmont, siempre hubiera alguien dispuesto a desatar la tormenta, por revivir afrentas del pasado, bajo la mera excusa del “no puedo evitarlo, no puedo evitarlo”. Pero, a medida que la política se ha ido sofisticando y que su ejercicio se ha ido profesionalizando, las rencillas ya no tienen tanto en cuenta las cuestiones personales -a veces una mera excusa-, como el mero ejercicio de supervivencia que supone tocar el poder.

Frente a un PP en el que impera la disciplina, y los navajazos se soportan en silencio, como el que sufre una hemorroide, al PSOE nunca le ha importado airear en vivo y en directo sus divisiones, hasta convertirlas en un subgénero periodístico, ya que el futuro de una u otra corriente siempre pende de la tinta vertida en las crónicas de cada divorcio.

Hace tiempo que no se vive la tensión de los años en los que Pilar Sánchez pujó por mantener el control de la agrupación de Jerez. Esa tensión se ha transformado con el tiempo, a lo sumo, en un episodio emocionante, con su dosis de suspense, cada vez que ha habido primarias, y las corrientes han estado cada vez más vinculadas a las emanadas desde las direcciones federal y regional que del protagonismo de los nuevos líderes locales del partido, que, en muchos casos, son conscientes del liderazgo por el cargo que ostentan, pero no porque ejerzan ese liderazgo entre las bases.

Así, hasta hace bien poco, los socialistas de la provincia se dividían entre susanistas y sanchistas, pero la derrota de Susana Díaz en las primarias, la pérdida de la presidencia de la Junta de Andalucía y la llegada de Pedro Sánchez al poder, han precipitado un nuevo cambio en las preferencias -el pragmatismo tan bien practicado por Felipe González- que llega marcado  por la unanimidad a la hora de señalar al nuevo líder regional, Juan Espadas, que lo es en consonancia con el propio Sánchez, como si hubiésemos llegado a la matrioska definitiva.

Todo ello ha provocado una situación excepcional: el PSOE provincial concurrirá al próximo congreso federal del partido en Valencia bajo la identificación absoluta con Espadas y Sánchez, pero dividido en las formas, o lo que es lo mismo, con unidad de espíritu, pero no de cuerpo, bajo el interesado empeño de la corriente crítica de pergeñar una especie de ensayo de lo que será el próximo congreso provincial: los críticos, encabezados (ahora) por Juan Carlos Ruiz Boix,  contra Irene García.

Ni siquiera desde la ejecutiva federal han sido capaces de replicar la contradicción que abandera la causa crítica -“reforzar al partido”... que gobierna en Diputación y en una amplísima mayoría de municipios de la provincia (!)-. A cada llamada telefónica de advertencia solo faltó por respuesta un arrebato de dignidad, como el de “en mi hambre mando yo” del jornalero que se negó a vender su voto a cambio de dos duros, pero serán los militantes, y no ellos, quienes den oficialidad a lo que no dejan de ser intereses particulares a corto y medio plazo, tanto de una como de otra candidatura. Esto no tiene nada que ver con el hambre antiguo, ni siquiera ya con el espectro entrometido de Valmont. Lo único que no ha cambiado es el afán por escenificarlo ante el público. 

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