Tras la elección de Pedro Sánchez como presidente del Gobierno se han sucedido en cascada multitud de reacciones, desde Angela Merkel a su vecino del tercero. Todos parecen tener una opinión formada sobre lo que ha ocurrido en el Congreso de los Diputados y sobre lo que ocurrirá en España desde este momento. Donde unos ven miseria, ruina y el renacer glorioso del PP como solución a todos los males de nuestra existencia a partir de ahora -Ciudadanos pierde crédito-, otros ven esperanza, ilusión y la venganza consumada de la izquierda -y de los independentistas, y de los populistas, y de los nacionalistas- en respuesta a los males de nuestra existencia hasta ahora.
Pero, tras la euforia inicial, ha habido casos en los que este mismo carácter enaltecedor ha terminado por desprender ciertas dosis de revolución insatisfecha, de consuelo sin premio, de realismo anticipado: “Ganemos Jerez estima positivo que haya prosperado la moción de censura al Partido Popular y se alegra de que M (punto) Rajoy ya no sea presidente de España. No olvidamos que M (punto) Rajoy llegó a ser presidente gracias a las presiones de la oligarquía en connivencia con PSOE y Ciudadanos, que incumplieron su promesa electoral de votar en contra de la investidura de M (punto)Rajoy. (...) Y aunque brindamos y aplaudimos, porque hay que celebrar cada pequeña victoria, somos conscientes de que ni Pedro Sánchez ni el PSOE son la solución al desastre de gestión de Rajoy y Montoro”.
Porque no hay como volver a la realidad para hallar la certeza de estas otras: “España ha demostrado la madurez y la fortaleza de su democracia con la moción de censura que ha culminado en un cambio de Gobierno. Yo digo siempre que hay que mirar hacia adelante, que las instituciones funcionan, que hay mecanismos para resolver los temas que van saliendo, y creo que se ha demostrado la madurez de la democracia española. Es una gran noticia que los españoles puedan resolver estas cuestiones en el Congreso”. Y no, no las ha pronunciado ningún político, sino Ana Botín -recuerden a Lampedusa: cambiarlo todo para que nada cambie-. Al final, como siempre, gana la banca.
Si no fuera tan hiriente su estocada, cabría la posibilidad hasta de enternecerse. Puede que Felipe González lo haya hecho; su primer mensaje al nuevo presidente ha sido darle un par de fechas: el 30 de septiembre es domingo, y el 7 de octubre también. Debe tenerle poca fe a la España que alumbra con tan improbables socios, o puede que haya aprendido por experiencia propia el mismo sabio consejo que me dio una vieja amiga hace mucho tiempo: quien fuerza su destino, va en busca de su propia pérdida. Resulta muy útil en política; alguno al que se lo trasladé está ahora a la espera de juicio.
Y mientras España entera se debate entre partidarios y detractores del nuevo presidente, visionarios todos, novatos del tarot, de un futuro sin secretos, y tan cierto como que a la noche le seguirá el día, me resulta imposible obviar lo que ya escribí aquí mismo hace dos semanas al hablar del carácter impredecible de la política y que Al Swaerengen describía así con impúdica crudeza: “Cada vez que haces planes, Dios se parte de risa desde el cielo”. Al PP no le duraron ni 24 horas. Si hace dos semanas era imposible vaticinar lo ocurrido ahora, ¿cómo podemos osar a predecir lo que ocurrirá dentro de otras dos? Por si acaso, Albert Rivera ha dejado de hacer planes.
El giro inesperado y acelerado de los acontecimientos ha provocado asimismo que lo que los socialistas gaditanos reclamaban con indignado fervor al gobierno de Rajoy este pasado lunes llegue ya por vía directa al nuevo ejecutivo sin necesidad de filtros, con lo que esperamos con los brazos abiertos que se cumplan las reivindicaciones de todos los planes de empleo que precisa la provincia, el incremento de las fuerzas de seguridad en el Campo de Gibraltar, el impulso definitivo al corredor ferroviario, el fin del peaje de la autopista y, por supuesto, la admisión de las mociones presentadas contra los Presupuestos Generales del Estado... ¿Verdad que la política no es tan predecible?...salvo para la banca.