La lluvia nunca vuelve hacia arriba

Publicado: 03/03/2018
Autor

Abraham Ceballos

Abraham Ceballos es director de Viva Jerez y coordinador de 7 Televisión Jerez. Periodista y crítico de cine

Lo que queda del día

Un repaso a 'los restos del día', todo aquello que nos pasa, nos seduce o nos afecta, de la política al fútbol, del cine a la música

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Los partidos políticos han encontrado la forma de revalorizar la confrontación frente a la búsqueda de una solución en común a los problemas
De un tiempo a esta parte, los telediarios dedican más espacio a la información meteorológica que al deporte. No solo eso, con cada tormenta o vendaval, suelen reservar más minutos a una inundación que a la crisis de Cataluña, como si lo excepcional fuera que hiciese calor en verano o nevara e hiciera frío en enero. De momento, ya han suplido a la información cultural, descartada en favor de conexiones diarias con diferentes puntos del país para ver qué tiempo hace en la Malvarrosa, en el puente de Triana o en La Concha, en lo que no deja de ser una promoción turística encubierta en forma de recordatorio de geografía española.

Si fuésemos adictos a las teorías de la conspiración, seguro que podríamos establecer conexiones entre los minutos que ocupa la información diaria del tiempo y los que desocupa a la dedicada a los casos de corrupción política, aunque, preferencialmente, a lo que han contribuido es a extender una especie de psicosis colectiva en torno a los fenómenos meteorológicos, a que nos angustie tanto el calor como el frío, la nieve o la lluvia, tan antiguas como el planeta, y como consecuencia velada del calentamiento global, pese a que después de cada noticia, en vez de contribuir a la mejora de nuestro medio ambiente apagando los aires acondicionados de casa, aumentemos su potencia en uno u otro extremo, según la época del año, que es como solemos curar nuestro espanto.

Siempre se ha dicho que nunca llueve a gusto de todos, pero lo cierto es que siempre ha llovido, y se han inundado las calles, y se han desbordado los ríos, y se han perdido cosechas enteras, y hemos hecho recuento de daños, que es lo primero en lo que pensamos ahora cada vez que caen las primeras gotas, tal vez sin tener en cuenta que nuestras ciudades han crecido, que puede haber infraestructuras subterráneas obsoletas o insuficientes, que se ha construido excesivamente cerca de las orillas de un río o de un mar, o, simplemente, que la antigüedad de edificios y monumentos no los hace imperecederos. Y, obviamente, para eso están las administraciones públicas, para responder ante los ciudadanos frente a la adversidad de cualquier catástrofe imprevista, como una obligación más, aunque sean los mismos poderes públicos los que parezcan ponerlo en duda apuntando con el dedo hacia el lado contrario, en una especie de gesto reflejo ya casi involuntario.

Ocurrió durante las inundaciones del pasado otoño, donde hubo hasta duplicidad de reclamaciones a causa de ese empeño por ganar protagonismo ante los más perjudicados, y ha vuelto a ocurrir esta semana como si a cada siniestro le siguiera una dejación de funciones que hasta ahora no se ha visto que sea tal. Un empeño que, por supuesto, tiene connotaciones políticas, porque siempre lo tiene, porque no se desaprovecha la mínima ocasión, como si se sintieran más cómodos en la confrontación constante que en la búsqueda común de las soluciones.   

Lo lamentaba Javier Sánchez Rojas en el discurso pronunciado en Jerez con motivo de la distinción recibida por el día de Andalucía, en el que hizo alusión a la facilidad con la que las fuerzas políticas “han desaprendido” la capacidad para llegar al consenso y contribuir desde la negociación, en este caso, a la recuperación de la provincia. Lo dijo en favor de un diálogo que contribuya a que se mejoren las infraestructuras y a que se den las condiciones más propicias para la creación de empresas, aunque puede aplicarse a otros muchos ámbitos en los que los partidos han encontrado la forma de revalorizar la confrontación frente a la búsqueda de una solución en común a los problemas -Las Aletas no debería ser una excepción-.

Una cosa podemos dar por cierta: por muchos mensajes que se les traslade y por muy concreta que sea la teoría con la que hacerlo posible, a un año de las elecciones autonómicas y municipales, se antoja complicado que vayan a pasar a la práctica y a aprovechar la ocasión, pese a que hasta Pedro Guerra lo cantaba de manera muy precisa: “No pienses tanto lo que debes hacer. La lluvia nunca vuelve hacia arriba”.

 

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