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Pareja de baile

Marín no solo ha empezado ya a repartir vales para el baile, sino que presupone que la formación naranja va a ser la más reclamada del salón

  • juan marín -

En los antiguos bailes de salón, las doncellas solían llevar una especie de vales con su nombre y un número que entregaban a los invitados que solicitaban ser su pareja para establecer un orden de cara a cada vals. Cada pretendiente debía así aguardar su turno, copa en mano, mientras iba ordenando en su mente las galanterías con las que pretendía seducir a su pareja de baile durante el tiempo que durase la pieza musical. Sucede así igualmente en el mundo de la política cuando, tras un proceso electoral, se abre un periodo de negociación para alcanzar un pacto de gobierno y una de las fuerzas resulta imprescindible para hacerlo posible. Lo que no es tan habitual es que el cortejo comience con casi un año y medio de antelación al baile electoral.

Es lo que ha ocurrido esta semana con las inesperadas y sorprendentes declaraciones del presidente de Ciudadanos en Andalucía, Juan Marín, quien confesó en los estudios de Ondaluz TV que era más cómodo “gobernar con el PP que con el PSOE”, incluso llegar a acuerdos con los primeros que con los segundos. Hablaba, obviamente, de su propia experiencia, pero resulta inevitable proyectar su sentencia sobre el amplio escenario de pactos que puede abrirse en las elecciones municipales de 2019 y, más aún, después de que en la propia entrevista reconociera que su partido está ya dispuesto a entrar a formar parte de gobiernos municipales.

Tiene Ciudadanos una máxima: apoyar en cada caso la lista más votada, siempre que sea capaz de formar gobierno. Pero, por encima de todo, la ausencia de reparos a la hora de hacerlo, indistintamente, con PP o PSOE, como ya ocurre a nivel autonómico, aunque el propio Marín parezca tener sus preferencias, ya sea a meros efectos prácticos: la amoldabilidad de los populares frente a la rigidez de los socialistas. Lo dice, además, quien ha hecho posible la investidura de Susana Díaz, aunque  anteponga el argumento de hacer posible la estabilidad, del mismo modo que Albert Rivera utiliza el mismo argumento sobre la investidura de Mariano Rajoy.

En este sentido, Marín no solo ha empezado ya a repartir vales para el baile, sino que presupone que la formación naranja va a ser la más reclamada del salón, bajo el aval exclusivo de las encuestas y la receptividad social al discurso sostenido por su partido durante toda la crisis institucional vivida en y con Cataluña durante los últimos tres meses: ventajas aún de no tener asumidas responsabilidades de gobierno y de olvidar que también se puede morir de éxito, pero asimismo como consecuencia de un ejercicio de inteligencia que el propio PP ha sido incapaz de imitar pese a pretender llevarse el reconocimiento de su práctica y pacífica resolución del conflicto.

En el PP, donde con la maniobra nacional de Ciudadanos se les ha quedado la cara de Alkorta después del regate de cola de vaca de Romario, critican ahora el “oportunismo” de Juan Marín al hablar de pactos, aunque también habrá que tener en cuenta quién será el primero en ponerlo en práctica -el oportunismo- cuando le hagan falta los votos del partido naranja para alcanzar el poder. No es que el PP tenga que medir sus palabras, que no se va a llevar el viento -maldita hemeroteca-, pero parece evidente que, llegado el momento, será el más agradecido si, tal y como entra ya en los planes de Marín, piensan en los populares como socios de gobierno en Jerez y Cádiz, mientras que en San Fernando lo pretenden con el PSOE.

En cualquier caso, los cálculos de Ciudadanos se antojan precipitados, incluso pecan de una indisimulada soberbia, cuando las piezas del tablero están aún por repartir o, por incidir en el símil, como si no hubiese más doncellas atractivas en un baile que, además, comenzará con antelación a las municipales, con las peticiones que deparen las autonómicas, y en el que también habrá que tener en cuenta las aspiraciones de una renacida Izquierda Unida a nivel provincial que ha encontrado en la figura de Fernando Macías un referente sólido desde el que recobrar un protagonismo que tampoco va a consentir que quede relegado a un segundo plano por el interesado cortejo de Podemos. En realidad, todos ellos saben que lo cómodo es gobernar con mayoría absoluta.

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