La Delegación de Alumnos de la Universidad de Cádiz representa a los 20.000 alumnos universitarios repartidos en los cuatro campus de la provincia. Esta semana emitieron un comunicado en el que daban a conocer que han cumplido un año a la espera de poder reunirse con el alcalde de Cádiz, y cien días exactamente desde que éste se comprometiera en sesión plenaria a recibirlos inmediatamante, después de reconocer que no tenía constancia alguna de la petición. Pero ni cien días parecen entrar en su estimación de lo que es la inmediatez, ni ahora podrá culpar a su poco diligente gabinete, que sí parece tratar con mayor celo otro tipo de cuestiones, sobre todo las vinculadas con los medios públicos de la ciudad.
Tras el resultado de las últimas elecciones generales, el exdirigente de Podemos, Juan Carlos Monedero, en la búsqueda de respuestas al decepcionante resultado de la coalición formada junto a IU, reconocía: “La gente joven, la gente más puntera, la mejor preparada ha vuelto a aburrirse”. A la vista del gesto de su alcalde gaditano, cualquiera diría que son ellos los más empeñados en que se aburran.
Un poner: si, según las encuestas, el 44% de los votantes de entre 18 y 34 años respaldan en las urnas a la formación morada y la Delegación de Alumnos de la UCA representa a unos veinte mil alumnos, ¿significa eso que el alcalde de Cádiz se ha tirado un año dándole la espalda a casi diez mil de los potenciales votantes de su partido y favoreciendo el desapego electoral hacia las siglas que él representa?.
No creo que sea así, pero si tenemos en cuenta que la misma petición que le realizaron los representantes de los universitarios también llegó a la presidenta de la Diputación y a los alcaldes de las otras ciudades con sedes de la UCA -Jerez, Puerto Real y Algeciras-, y que todos ellos atendieron y recibieron en sus despachos a la Delegación en un plazo bastante más inmediato a cien días, resulta fácil extraer conclusiones al respecto y, por supuesto, que redunden en demérito de la sinfonía del cambio de un alcalde en PSOE sostenido -un detalle que conviene tener presente, aunque uno y otro hagan como para que no lo parezca-.
El PSOE no querrá verlo así, pero todo cuanto critican del Gobierno de José María González -las promesas incumplidas, el vacío en la gestión- forma parte de su propia responsabilidad, ¿o acaso no tenían en previsión un escenario de estas características -el más probable, por cierto- cuando decidieron apoyar su investidura?
Lo mismo ocurre en Jerez, pero a la inversa. Ganemos Jerez -liderada por el secretario general de Podemos Jerez-, que se limitó en su momento a apoyar la investidura de la socialista Mamen Sánchez como alcaldesa de la ciudad, rehúsa ahora esa misma responsabilidad en favor de un bloqueo institucional que, por si aún no se habían dado cuenta, beneficia al PP, y puede tumbar este jueves el presupuesto para 2016, en el que, asimismo, aparecen recogidas todas las propuestas planteadas por la agrupación de electores al Gobierno local.
A Ganemos, por mucho que insista en la dimisión de la alcaldesa, sólo le quedan dos salidas: o facilita una moción de censura que devuelva al PP al poder municipal o abandona la posición de bloqueo, tal y como ya ha hecho IU, y abre nuevas vías de diálogo en favor de un gobierno de coalición de izquierdas, de manera que dejen de anteponer una cuestión política a la aprobación de unos presupuestos que definen los servicios que el Ayuntamiento está dispuesto a prestar a la ciudadanía, que es a la que en realidad se deben.
La alternativa al “no es no” de Ganemos pasa por una prórroga presupuestaria, de inquietantes consecuencias, o por una cuestión de confianza que, pese al mal trago para el equipo de Gobierno, le da más garantías de cara a sostener su proyecto presupuestario, aunque retrase el proceso. Es también la opción más cómoda para Ganemos: se mantendría en el no, vería hecho realidad un presupuesto con parte de su sello y, también, eludiría esa responsabilidad que se le presupone, pero que debe asumir a las duras y a las maduras.