El año 2020 pasará a la historia vital de todos nosotros como un año que no ha dejado indiferente a nadie. Desde que en marzo se decretara el estado de alarma con el consecuente confinamiento, el “bicho” ha pasado a formar parte de nuestras vidas. Cuando terminó aquel confinamiento, que duró tres meses, muchas personas se vieron afectadas psicológicamente debido a tantos meses de aislamiento, que desde entonces dieron paso a las medidas de seguridad y distanciamiento social, lo que sigue sin dejarnos hacer lo que conocíamos como “vida normal”. Ahora se suma el toque de queda -o restricción a la movilidad nocturna- y el cierre de fronteras, que, a pesar de no parecer tan estricto, podría acarrear también secuelas psicológicas.
Este toque de queda es consecuencia de un relajamiento en las medidas de seguridad por gran parte de la ciudadanía, que también tiene una explicación psicológica. Según la psicóloga Rosa Dueñas, “estábamos muy invadidos con el miedo y la inquietud y el humano se agarra a lo más optimista en el mejor de los casos. El clima social ha sido optimista y había una necesidad de defendernos ante la amenaza”. Sin embargo, Mari Paz Rinconada nos muestra la otra cara de la moneda, puesto que “en personas con procesos de ansiedad o miedos, la relajación en las medidas provocó más síntomas fóbicos o ansiosos. Mientras ha existido control se encontraban más seguros”.
Ahora, el toque de queda puede traer otra clase de secuelas las cuales parecen imperceptibles, pero nos pueden llegar a afectar sobremanera. “Aquí la clave está en la sensación de no tener el control, la incertidumbre, el no poder tomar la decisión de no salir por nuestra cuenta”, explica Rosa Dueñas mientras que Rinconada admite que se trata de “una señal de que la situación vuelve a ser peligrosa, por lo que puede traer emociones vividas en la primera ola. La frustración o la impotencia pueden dar paso al miedo o la ansiedad y hay que saber controlarlo”. Aún así, ambas inciden en que todo esto “depende mucho de la persona, las hay más negativas o hay quien tiene menos capacidad resiliente. Realmente en el fondo lo que hay es el miedo a la muerte”.
Un miedo que también notan los niños, quienes se han adaptado perfectamente a la situación desde el principio. En este sentido, Dueñas advierte que “es importante que se les trasmita a los niños una sensación de seguridad, ya que la seguridad que puedan tener ellos y la capacidad de adaptación va a depender de lo que los adultos y las figuras de referencia les promocionemos” añade también que “es importante educarles en la adaptación en base a los recursos que tenemos”.
¿Y un futuro confinamiento?
Precisamente fueron los niños los que más pudieron “disfrutar” del confinamiento en muchos casos porque pudieron pasar más tiempo con sus padres o se dedicaron a hacer cosas “diferentes”. Aún así la palabra confinamiento retumba cada día en la cabeza de todos nosotros por el miedo al retorno de esta medida restrictiva que nos robó la primavera. Es uno de los miedos que se hace latente diariamente y este pensamiento reiterativo puede afectarnos también a nivel psicológico. Rosa Dueñas se muestra tajante con este tema afirmando que “no tiene sentido pensar en un futuro confinamiento, nos lleva a exponernos a unos estresores que no están presentes”.
Con todo esto, en el caso de que existiera un futuro confinamiento, este podría ser mucho más peligroso a nivel psicológico, sobre todo para las personas que ya estaban afectadas, ya que “recrudecería su salud mental, tendría un aumento de los síntomas y una reutramatización, además de que las patologías persistirían en el tiempo”. Por otro lado, Mari Paz Rinconada insiste en que “si ocurriera un nuevo confinamiento, ya sería una situación conocida, por lo que nos ayudaría a llevarla de otra forma diferente”, aunque “todo depende de cómo hayamos vivido el primer confinamiento y de nuestras características personales”.
Y es que no todo el mundo lleva de la misma manera esta situación que nos ha tocado vivir este año. Para intentar sobrellevar estas circustancias para Mari Paz Rinconada asegura que hay que pensar que “estamos limitando ciertas libertades para protegernos y para proteger a los demás” y que, además, “estamos aprendiendo mucho de cómo afrontamos una situación excepcional. Sería bueno que cada uno recordara aquello que llevó peor y como intentar afrontarlo de otra forma. Y aquello que mejor nos vino reforzarlo”. Por su parte Rosa Dueñas recomienda “centrarnos en lo que tenemos aquí y ahora, las medidas de control que están a nuestro alcance, lo que tenemos a nuestra mano para controlar nuestra situación. Hay que pensar en qué puedo hacer hoy, qué voy a hacer mañana y qué puedo hacer para estar mejor hoy, lo demás es entrar en un miedo colectivo”, concluye.